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Amalia Pando: El Gobierno pidió mi cabeza, entonces la entrego

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ABI. Entrevista al poder Amalia Pando en diálogo con un ministro En el canal estatal tenía un programa llamado Cabildeo, entonces el Gobierno se llevaba bien con ella

Amalia Pando deja su programa en la Red Erbol es uno de los más escuchados del país. 

Mónica Salvatierra

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02/08/2015

Amalia Pando es sinónimo de contundencia en la palabra. Lleva más de 35 años de ejercicio del periodismo, en televisión y en radio. Se ha desempeñado en varios medios de comunicación, incluso en el canal del Estado, durante este Gobierno. Ahora, su programa en la Red Erbol es uno de los más escuchados del país. 

Ella habla e influye. Pero también hace periodismo militante y lo admite cuando asume posiciones frente a determinados hechos. A lo largo de su carrera ha sido cuestionadora con relación al poder, ejercido por muchos presidentes en los últimos 35 años. Por su visión crítica pasaron mandatarios de facto y gobernantes elegidos democráticamente.

Cuando se la entrevista, Amalia es franca. No calla lo que piensa, como tampoco lo hace cuando es ella quien asume el rol cuestionador. Esta semana se conoció que dejará el medio donde trabaja hace más de una década y, con la honestidad que es su sello, dice que se va por razones políticas, porque cree que su salida ayudará a que Erbol pueda sobrevivir y salir de la asfixia económica a la que está sometida.

Hace tres meses, el viceministro de Descolonización, Félix Cárdenas, intentó someterla a un juicio por discriminación por algo que había dicho uno de sus entrevistados, el coronel Germán Cardona. La acción quedó en anuncio y el Gobierno tuvo que dar marcha atrás. Ahora es ella quien toma la decisión de marcharse y lo explica ampliamente en este diálogo con Séptimo Día.

 —Amalia, se ha conocido que te vas de la red Erbol, ¿a qué se debe esta determinación?

Porque quiero facilitar la posibilidad de que Erbol no se hunda económicamente. Siento que estamos con el agua en el cuello y un poco más arriba. Quiero alivianar la carga de este barco. Sé que el Gobierno ha pedido mi cabeza reiteradamente, y entonces se la entrego.

A ver si así se salva Erbol, que yo creo que es un instrumento de comunicación indispensable en este periodo y en cualquier otro. Un medio que tiene 48 años y que se está ahogando financieramente, porque el Gobierno confunde la publicidad con la compra de conciencias.

Es un haraquiri para ver si salvo el proyecto.

Podríamos hacer otras medidas más inteligentes que una renuncia, pero eso no está en mis manos. Yo nunca he cumplido un rol administrativo ni de dirección en la Red Erbol. Ellos conocen la renuncia hace mucho tiempo, eso está charlado y aceptado. Cometí el error de comentarle esto a un periodista y amigo… grave error porque siempre son más periodistas (risas) y el rumor comenzó a rodar. Esto me obliga a decirlo antes de lo que quería.

 —¿Amalia se está inmolando o es que le han sugerido que se vaya?

No, de ningún modo. Tampoco me estoy inmolando. De ninguna manera soy víctima. Es la factura que uno paga. Y una sabe que se tiene que pagar una factura, cuando se toma una posición política. Yo la tomé.

Hago un periodismo militante y soy solidaria con Potosí, soy solidaria con el Tipnis y ese ha sido mi pecado y el de Erbol porque había una línea editorial conjunta, que no sé si con mi salida cambie. El Tipnis marcó un antes y un después. Esta es la factura. Me estoy retirando en un gesto desesperado, a ver si con esto el Gobierno tiene una actitud algo más democrática con Erbol.

 —¿Tan mal está Erbol que no puede sobrevivir sin la publicidad del Gobierno?

Pues yo creo que Erbol y todos los medios de comunicación. Un ejemplo, Erbol tenía un contrato con una Organización No Gubernamental danesa con la que se hacía una coproducción para dar a conocer mensajes contra la violencia a la mujer que nos ayudaba.

Nosotros vendíamos el espacio y difundíamos los mensajes de esa ONG. Lo que pasó con esta organización es que fue expulsada del país. Cuando uno va a un banco que me da cinco premios en el año como mejor conductora, la de mayor audiencia, etc. Y cuando voy a buscar publicidad, no me la dan porque todos sabemos que si me la dan, inmediatamente el Gobierno los llama.

El Gobierno no ha mandado a clausurar Erbol con militares, pero lo está haciendo por la vía de la asfixia económica. Eso no es acoso, esto es una asfixia económica para matar a un medio de comunicación.

Hay una decisión política y no hemos podido gambetear. Un medio no puede solito con un Estado. Si retirándome ayudo en algo, pues me retiro, porque no se trata de un tema individual, sino de una institución muy importante para el país.

 —¿Y cómo es que el Gobierno ha pedido la cabeza de Amalia Pando?
No sé. Esas cosas vienen por abajo, son sutiles, solo que yo lo sé por la propia gente del Gobierno. No es un tema subjetivo. Es un hecho objetivo cuando se ve cuántas veces el presidente menciona a Erbol.

—¿Eso también habrá tenido que ver con la salida de Andrés Gómez (que era director de la Red Erbol hasta hace algunos meses)?

Yo creo que el Gobierno ha estado bastante feliz con eso, pero la salida de Andrés fue institucional porque terminó su gestión en Erbol, terminó años para los que había sido elegido director. 

¿Qué harías en mi lugar? No te puedes quedar porque ni siquiera te pueden despedir porque no tienen plata para los finiquitos. Uno entiende. No es que nadie me lo ha dicho, pero uno sabe lo que está pasando. No es que hoy día o ayer han pedido mi cabeza, son los últimos cinco años de asfixia económica.

—Cuando uno piensa en Amalia Pando, rápidamente surge la pregunta acerca del futuro. ¿Y después de Erbol?

Hay una infinidad de opciones. Yo no tengo problemas personales. Yo no tengo apuros, es Erbol el que está en apuros. Siempre hay salidas individuales, yo encontraré alguna. Ese no es el problema, sino la institución sometida a la asfixia y presionada por todo lado para que nadie le ponga publicidad.

 —Y después de Amalia Pando, ¿será que Erbol se enrumba hacia la línea del Gobierno?

Eso habrá que esperar a ver con el tiempo. Yo quisiera salvar desde afuera a Erbol, pero eso será parte de una reflexión colectiva.

—¿Cuándo presentaste la renuncia? Hace rato ya.

—¿Y qué han dicho en Erbol de la decisión que has tomado?

No sé, habrá que llamar al director y preguntarle. Nos miramos unos a otros y sabemos que hay pocas salidas.

—¿Después de cuántos años vas a dejar Erbol?

Diez años o más

¿Y qué siente el ser humano que hay detrás de la periodista? ¿Qué sentimientos te provoca esta decisión?

Todavía no me he ido, entonces no siento nada todavía (risas). Me voy a ir el 31 de agosto. La siguiente semana tomo vacaciones. Aún no he sentido el impacto. Tendré que esperar. De momento es una decisión racional.

La renuncia de una periodista para salvar a un medio de comunicación es un hecho que pasa de lo personal a lo nacional, se trata de un tema que afecta la libertad de expresión. ¿Cómo lo ve la periodista Amalia Pando?

Comparto. El Gobierno tuvo una política de ir sometiendo ideológica, políticamente a todos los medios. En vez de mandar a la Policía, mandó ofertantes, se compró medios que eran puntales de la oposición.

Y los medios que no pudo comprar, los sometió por la vía de la publicidad. El Tipnis marcó un antes y un después en relación dramática con los medios de comunicación. Existe la concepción de que las conciencias se compran vía publicidad. Es impresionante el flujo de publicidad a los medios paraestatales.

—Mucha gente ha comentado en las redes sociales su adhesión y apoyo. Hay un público que te va a extrañar. ¿Vas a seguir haciendo periodismo?

Por supuesto, hasta el día que me muera. Los periodistas, cuanto más viejos somos, más sabrosos nos ponemos. Entonces, el día que me muera, voy a seguir hablando contra el Gobierno de turno.

—¿Pero aún no sabes dónde ni cómo?

Ah no, no. ¿Tú crees que algún medio me reciba? Es que hay veto. Antes de mí hay una larga fila. Hay veto a gente que no puede trabajar, no solo periodistas. Ese es otro modo. Cuando el Gobierno formalmente es democrático, pero tiene todas las redes del poder en sus manos.

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