Viernes, 20 de diciembre de 2019
Precisamente, en momentos en que el país todavía se encuentra conmocionado por la violencia masiva que se desató en octubre y noviembre, con un alto número de personas heridas, y muertas, y con muchos daños materiales; por tanto, en momentos en que el peligro que corremos es el de profundizar la pelea y la división, y, peor aún, en momentos en que el Órgano Ejecutivo está en manos de partidos de derecha, y el Legislativo se encuentra totalmente controlado por el MAS, precisamente en esta coyuntura, resulta positiva y patriótica la actitud de los parlamentarios masistas, que a la hora de convocar a nuevas elecciones han optado por el diálogo.
Habría sido dramático que los senadores y diputados masistas optaran por llevar la contraria y obstaculizar, tanto la convocatoria misma a elecciones como la designación de los miembros del Tribunal Supremo Electoral (que Evo se había esmerado en controlar —de la misma manera que tuvo bajo control al Órgano Legislativo y al Judicial—, ¡con el lamentable argumento de que la división de poderes habría sido un invento de los yankis!), con el fin de hacerles difícil la vida a los nuevos/as gobernantes.
Lo cual habría sido lógico y comprensible si —como argumentan facilonamente algunos analistas políticos— hubiéramos sido víctimas de un “golpe de Estado”, confundiendo el concepto de “golpe” con el de violencia social (¿no recuerdan por ejemplo el golpe del general Juan José Torres, sin ningún tipo de violencia?). Pero bueno, allá esos analistas con sus teorías.
Lo importante es que diputados y senadores del MAS no han asumido esa actitud, sino que —con pocas excepciones— han asumido como responsabilidad histórica el facilitar que el país se pacifique, han dialogado serenamente con los parlamentarios de otros partidos y han facilitado la recuperación de una democracia tranquila y sometida a la Constitución. Y en parte, gracias a esa actitud, nuestro país ha vuelto a la tranquilidad; ya tenemos Tribunal Supremo Electoral y dice que en 10 días se convocará a elecciones.
Parece importante valorar esa actitud, que contrasta con el propósito del exministro Quintana de “convertir a Bolivia en un nuevo Vietnam”, y con las instrucciones del propio expresidente Evo de que las organizaciones campesinas no permitan la provisión de alimentos para las ciudades (instrucción que dichas organizaciones también se han negado a seguir).
Esto era lo que necesitábamos recuperar: una convivencia democrática respetuosa. En la misma línea se encuentra la decisión de la Csutcb de recuperar la independencia sindical y dejar de adherirse a ningún partido…
Resulta irónico —pero en todo caso saludable— que después de la sangrienta confrontación dirigida por dirigentes cívicos sean ahora los partidos políticos los que nos devuelven la paz. Y, por cierto, cabe alegrarse del rápido desprestigio y deterioro de los señores Camacho y Pumari, cuya candidatura no auguraba una etapa de tranquilidad y de paz social…
En momentos en que hay tantos elementos para escribir análisis críticos, en tono de lamentación, resulta gratificante poder hacer un análisis positivo de la actitud sensata —y patriótica— como la que han asumido los parlamentarios masistas. ¿Y qué pasará en las próximas elecciones? El pueblo tiene la palabra.
*Miembro del Colectivo Urbano por el Cambio (Cueca) de Cochabamba.
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