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Presencia en tiempos del MAS

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Lupe Cajías *

Cómo informaría el matutino católico Presencia en este 2013? ¿Podría ese periódico, considerado el más completo en la historia boliviana, ejercer a plenitud la libertad de expresión consagrada en las convenciones internacionales y en la Constitución Política del Estado? ¿Podría una de sus reporteras estrellas, Amanda Dávila, trabajar sin hostigamientos, como tantas veces recordaba junto a amigos? ¿Cómo enfrentarían los otrora reporteros —ahora funcionarios públicos— este día de agosto si su medio estuviese cercado por la ausencia de publicidad estatal, la amenaza de turbas (alias ‘movimientos sociales’), la apertura de procesos, los insultos desde las altas tribunas ejecutivas?

¿Llegarían a nuestras manos suplementos como Reportajes? ¿Qué pasaría si la dirección autorizase la publicación de los vínculos del narcotráfico con esferas del poder político? ¿Qué llamadas recibiría el autor de la investigación periodística sobre la corrupción grotesca y sus amplias redes? ¿Cómo continuaría el jefe de Redacción con el seguimiento a casos de extrañas muertes en extraños incidentes? ¿Conoceríamos en estas jornadas los casos de Únzaga, de Selich, de Arce Gómez que desveló el periódico católico en diferentes décadas? ¿Conseguiría difundir el diario de campaña de un opositor, además opositor guerrillero?

Del otro lado, ¿serían sus páginas de opinión un ejemplo de pluralismo ideológico y político? ¿Aguantaría Presencia su tradicional afán de equilibrio o caería en la polarización, “con ellos o contra ellos”? ¿Podemos imaginar a ese medio escrito entre los flamantes periódicos paraestatales? ¿Se salvaría de la frivolidad de la prensa boliviana? ¿Mantendría sus principios para no molestar a personalidades públicas con detalles de su vida privada? ¿Cabrían en sus páginas artículos firmados por redactores inventados?

El límite a la libertad lo ejercía el matutino Presencia con su propia autorregulación y guía católica: no hacer a otro lo que no quieres que te hagan; evitar adjetivos calificativos; no publicar artículos ni siquiera solicitadas que contengan insultos y no aceptar notas que defiendan delitos como el aborto. Muchos comentan que hace falta un periódico como Presencia.

Lastimosamente personeros de la propia Iglesia Católica, algunos en altos puestos de la actual Conferencia Episcopal, propietaria del periódico, fueron los que precipitaron su cierre. Un flamante obispo creía que era fácil volverlo a abrir en un par de meses; ignorancia eclesial. Ni la Iglesia católica apoyaría este 2013 un periódico tan independiente.

*Periodista e historiadora

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