Anncol
El comandante de las FARC-EP Alfonso Cano murió en combate, en las montañas caucanas, según reportan los medios de desinformación masiva de Colombia.
Sobre el particular, las FARC-EP no se han pronunciado aún.
Aún con la tinta fresca de la noticia, ya muchas pitonisas predicen de nuevo el fin del fin, las deserciones masivas, la desbandada, pero los hechos demuestran que una cosa es hablar, desde el deseo y desde el sueño oligárquico, y otra muy distinta, cuando se habla desde la resistencia del pueblo en armas.
La dinámica de la guerra es esa, golpes militares de ambos lados de la confrontación, donde la muerte deviene inherente a un conflicto sangriento, impuesto desde la oligarquía más criminal de la América Latina. No es matando insurgentes como se acaba la rebeldía de un pueblo que clama justicia social. Este pueblo decidió ser libre y por muy alto el costo que deba pagar, esta lucha emancipadora seguirá incólume su rumbo, porque es legítima y digna.
No es el pueblo en armas, quien ha escogido el método de la confrontación, tantos años de falta de democracia, tantos años de desigualdades sociales y de terrorismo de Estado cotidiano han impuesto un quehacer político sangriento. El discurso político en la plaza, en el parlamento, la solución política de la discrepancia, la discusión de los problemas fundamentales, dio paso al terrorismo trapero, a la judicialización de la protesta, a la desaparición forzosa, al desplazamiento, a la política de la motosierra, al financiamiento mafioso de partidos y todas las prácticas corruptas de un régimen putrefacto que no tiene presentación moral. La oligarquía impuso un régimen de terror que no ha dejado otra opción distinta que levantarse en armas.
Alfonso Cano, Comandante en jefe de las FARC-EP murió, reclamando en vano una salida política al conflicto; “conversemos hombre” fue una de sus últimas frases, invitando a la oligarquía colombiana a dejar su arrogancia y a sentarse a discutir los problemas fundamentales del país. La respuesta de la oligarquía a su propuesta de paz, es respondida hoy con su muerte. El comandante insurgente acaba de entregar su vida en esa epopeya digna, que es la emancipación del pueblo colombiano.
Es que la oligarquía puede hoy dar parte de victoria, cuando el país se hunde en la descomposición moral de sus instituciones y de su sistema político, bajo un régimen completamente permeado por las mafias del narcotráfico. Es que la oligarquía militarista tiene autoridad moral hoy para vanagloriarse ante el desmadre social que produce su modelo económico que condena cada vez más a las nuevas generaciones de colombianos a la pobreza y a la miseria. La oligarquía colombiana no tiene autoridad moral para dar parte de victoria frente a un insurgente muerto en combate, cuando está entregando el país a los intereses de las multinacionales y del capital financiero internacional en detrimento de los recursos naturales y de los intereses del pueblo colombiano.
La historia de la lucha de clases del pueblo colombiano contra la oligarquía fascista escribirá en sus páginas de gloria que el comandante insurgente Alfonso Cano pidió hasta la saciedad la salida política, y que la oligarquía respondió, como lo ha hecho en todos estos años de historia reciente, con el lenguaje de las bombas y su verbo de terror. Las nuevas generaciones de colombianos preservarán en la memoria colectiva que su lucha por la Nueva Colombia debe continuar hasta que cese la horrible noche y cada uno portara como testimonio de entrega que murió combatiendo por la democracia y la justicia social
No debe llamarse a engaños la oligarquía colombiana, las FARC-EP son hoy por hoy, un partido comunista alzado en armas, y por ende un proyecto colectivo de resistencia. Cuando lo colectivo existe, la ausencia de uno de sus miembros no afecta la esencia y la matriz que le da vida, sobre todo, cuando las causas objetivas que han generado el conflicto siguen perpetuándose en el tiempo.
Que no tire las campanas al vuelo el régimen, que miles de hombres y mujeres en el seno del pueblo colombiano seguirán el ejemplo de lucha y entrega de los hombres y mujeres inmolados por romper el yugo oligárquico.
La muerte de una flor no detendrá la primavera
Hoy por hoy, los estudiantes universitarios libran una lucha titánica por preservar una universidad para todos y todas, produciendo ciencia y tecnología al servicio del país, y preservando la educación como un derecho y no una mercancía como lo pretende el régimen.
Desde los campos colombianos se levantan los indígenas y campesinos reivindicando reforma agraria y gritando un NO rotundo contra los tratados de libre comercio
Los trabajadores y trabajadoras siguen imparables con sus movilizaciones y huelgas contra las multinacionales, por un salario digno y sus derechos laborales
Miles y miles de hombres y mujeres no aceptaron la cita electorera y muchos otros votaron blanco o simplemente dañaron su tarjetón demostrando cuanto ilegitimo es este régimen.
Desde las trincheras, desde el aula de clase, desde el tropel callejero, la huelga, desde el paro agrario, desde el bloqueo callejero, desde la poesía libertaria, desde el teatro callejero, desde la pantomima rebelde, y sus mil y una expresiones, el pueblo colombiano da muestras que la lucha continua y que muchas flores nacerán para que viva la primavera.
Terminamos con Alí primera;
Los que Mueren por la Vida ?
Los que mueren por la vida
no pueden llamarse muertos
y a partir de este momento
es prohibido llorarlos.
Que se callen los redobles
en todos campanarios
vamos pueblo carajo
que para amanecer
no hacen falta gallinas
sino cantar de gallos…