Mónica Bruckmann (BRECHA)
Cajamarca se ha convertido, en los últimos meses, en el centro del conflicto por la defensa de la soberanía de los recursos naturales y el ambiente en Perú y, ciertamente, por la dimensión de los intereses que están en disputa, se ha convertido también en el centro del conflicto a nivel continental.
El proyecto minero Conga, impulsado por la estadounidense Newmont, que ha sido declarado inviable por el gobierno regional, amenaza con acabar con las reservas de agua dulce de la región. Según indican los estudios de impacto ambiental realizados por el propio Ministerio del Ambiente, el proyecto produciría daños irreversibles al ecosistema de la región y contaminaría la cuenca hidrográfica del río Marañón, el principal afluente de la cuenca superior del Amazonas.
Por otro lado, los intereses económicos de Conga no son menores, pues se trata de un proyecto en manos de la segunda mayor empresa de extracción de oro del mundo en un país que ocupa el primer lugar en producción de oro en América Latina y el sexto a nivel mundial.
—¿Cuáles son los intereses más concretos que están en juego en relación con el proyecto minero Conga?
—Históricamente Cajamarca siempre marcó un hito en la vida latinoamericana. Lo marcó en 1532, cuando los europeos arribaron a Perú y empezó la gran desestructuración del Tahuantinsuyo. Posteriormente, con la captura de Atahualpa por los españoles y el apropiamiento del oro y la plata que habían pedido como rescate, para luego terminar ahorcando al propio Atahualpa.
Luego, marcó el "reflotamiento" de la economía nacional con la intensificación de la minería después del golpe de Estado de Fujimori, cuando en 1993 la minera Yanacocha inicia sus operaciones, y con ella se da inicio al proyecto minero más grande de Sudamérica, con participación accionaria de la empresa estadounidense Newmont, del Banco Mundial y de la familia Benavides de la Quintana.
Otro momento especial se vivió cuando los intereses de Yanacocha se expandían hacia Cajamarca ciudad y el pueblo reaccionó y frenó la explotación del cerro Quilish, que en ese momento significaba la explotación de 6 millones de onzas de oro.
Yanacocha ha continuado sus operaciones y ha hecho que las seis mineras más grandes del mundo se ubiquen en Cajamarca. Estamos hablando de Newmont, de Río Tinto, de La Granja, que según se dice tendría una producción de 4 mil millones de toneladas de roca mineralizada de cobre, y hablamos también del proyecto Galeno, de inversión china, del proyecto Michiquillay, de la empresa Anglo American. El gran interés es aprovechar la coyuntura de los precios elevados de los minerales y ganar tiempo para promover grandes cambios en la estructura legal y constitucional del país, que es lo que están exigiendo las trasnacionales. Al movimiento social peruano se le estaría acortando el tiempo en la lucha por la defensa de la soberanía de los recursos naturales.
No olvidemos que Ollanta Humala gana las elecciones presidenciales porque propone un cambio constitucional: acabar con los privilegios tributarios y revisar los contratos con las grandes trasnacionales, y muchas de ellas, que tienen privilegios tributarios como la empresa Newmont, son las que en este momento resisten y neutralizan las luchas populares. Estas trasnacionales dominan la Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas (Confiep), que ha cerrado filas y ha puesto como tema emblemático el caso del proyecto Conga.
—¿Qué beneficios tendría Yanacocha a través del proyecto minero Conga?
—El gran beneficiado de Conga es que toda la maquinaria que tiene Yanacocha operando se trasladaría directamente a Conga, a través de un camino que lo une por un cordón umbilical de pocos kilómetros.
Yanacocha tiene la enorme ventaja de que su proyecto minero es barato y muy rentable, porque toda la infraestructura de los casi 20 años de explotación minera en Cajamarca pasaría inmediatamente a tener nuevo valor con el proyecto Conga. El problema es que Yanacocha, con los privilegios tributarios que tiene, ha encontrado el agua gratis, ha encontrado los recursos naturales gratis y esto le significa enormes ventajas en relación con otros lugares del mundo donde tiene operaciones.
—¿Cuál sería el impacto ambiental del proyecto Conga si se aprueba en las condiciones que se plantean actualmente?
—Es un proyecto altamente depredador. Choca profundamente con el discurso del presidente Ollanta Humala en las plazas de Cajamarca, Bambamarca y Celendín, cuando nos dijo "¿qué cosa quieren ustedes, el oro o el agua?" y el pueblo dijo "el agua". Y nos dijo: "¿quieren vender la laguna?", la gente dijo "no". Entonces, respondió, "yo me comprometo a defender los recursos hídricos de Cajamarca".
El impacto más grande de Conga es la desaparición de todos los humedales de todas las cabeceras de cuenca, de las principales cuencas de tres provincias de Cajamarca: Celendín, Cutervo y Bambamarca. En el informe de impacto ambiental del Ministerio del Ambiente (Minam) se sostiene que la operación en Conga produciría daños irreversibles y que al estudio de impacto ambiental del proyecto le falta un enfoque de cuenca.
Otro aspecto es el desequilibrio del paisaje, porque se trata de hacer desaparecer más de 100 mil hectáreas que terminarían sumándose al enorme desierto andino que ya se ha ampliado dramáticamente en los últimos 20 años. Esto sin contar todo el resto de consecuencias, todo lo que tiene que ver con el impacto social, por ejemplo. El estudio del impacto ambiental no tiene como información de base la salud de la gente antes de iniciar la operación del proyecto minero. El otro tema grave es la subvaloración de los recursos naturales. El mismo Minam señala que se han subvalorado los recursos, tanto el agua como el propio uso del suelo para afirmar carreteras. Estos son problemas que ya ha vivido Cajamarca con la influencia de Yanacocha. La gente no sabe si la enfermedad que tiene es por el impacto de la minería o si es que siempre tuvo ese tipo de enfermedades, cada vez más desconocidas.
—El principal argumento que está siendo colocado por la gran prensa a favor del proyecto Conga es el volumen de la inversión que traería al país. ¿De qué estamos hablando realmente?
—Las grandes trasnacionales, los grupos de poder económico del mundo y las grandes potencias como Estados Unidos hicieron cambiar de opinión a Humala. Cuando en Cajamarca se dijo "Conga no va", él dijo "Conga sí va", que la inversión que había para ese proyecto era muy útil y necesaria para el país, y dijo que con eso financiaría programas sociales como Beca 18 y Pensión 65. En Perú los programas sociales no son más que el vergonzoso asistencialismo que el neoliberalismo ha venido sosteniendo y aplicando.
Se habla de 4.800 millones de dólares de inversión, y que a lo largo de los próximos 20 años podría haber alrededor de 15 mil millones de dólares en ingresos para Perú. Sin embargo, cuando se analizan los 4.800 millones, vemos que se gastarían en la instalación de la minera. Aproximadamente 1.800 millones estarían destinados a la infraestructura de la empresa, a un molino que sería el transportador de piedra y el resto lo tendría la Odebrecht, que sería la empresa que instalaría todos los campamentos y realizaría el movimiento de suelos. De tal manera que la inversión no se sentiría, como no se sintió todos estos años, en el desarrollo de Cajamarca. Perú, como economía primario-exportadora, no tiene la fuerza, no tiene la capacidad para fortalecer su gestión de los recursos naturales. Van a entregar todo eso a las empresas.
Para nosotros, esos 4.800 millones de dólares serían importantes si los cambiáramos por inversión en energía limpia. Por ejemplo, en el río Marañón se podrían construir 20 hidroeléctricas. Pero sólo se construyeron dos. Con esas centrales hidroeléctricas podríamos empezar a generar una nueva matriz energética, la matriz hidroenergética y también dar paso al cambio del modelo económico, de primario-exportador a un modelo con valor agregado, de industrialización.
—Cajamarca ya tiene casi 20 años de minería intensiva. ¿Cuál es el balance de todo este tiempo de explotación minera?
—Cajamarca, con Yanacocha, tiene 18 años de extracción de minerales a tajo abierto, con enormes lagunas de oxidación. El impacto más grande es el cambio radical del clima y el agua. Yanacocha ha tenido que construir dos plantas de tratamiento de agua, que abastecen de agua a Cajamarca, donde los ríos que antes nacían de fuentes naturales ahora nacen de cuatro tubos. La empresa prestadora de servicio de agua potable está quebrada, porque tiene que convertir el agua de tipo tres en agua para el consumo humano, para lo cual debe gastar millones de soles. ¿Y por qué? Porque la legislación peruana es tan permisiva que ha tolerado que estas empresas hagan lo que les da la gana.
El otro gran problema que tenemos con Newmont es que en Cajamarca somos el campamento de Yanacocha. Somos, en este momento, el campamento de seis mineras, de las cuales cuatro ya están operando plenamente, y dos en proceso de iniciar sus operaciones. Estas empresas nunca han construido un campamento, no han construido sus carreteras ni sus áreas de instalación. Esto ha hecho colapsar el sistema de salud pública, la educación pública y el crecimiento y expansión urbana de la cuidad.
El enorme impacto ambiental, el impacto social y el impacto poblacional no están medidos, cuantificados ni valorizados.
—¿Cuál es la propuesta del gobierno regional de Cajamarca con relación al uso de los minerales estratégicos que el territorio de Cajamarca posee?
—En primer lugar, que se apliquen los principios de racionalidad, de equidad y de justicia en el gobierno y en la visión del país. Que prevalezca la visión de Estado unitario, que los recursos naturales son de todos los peruanos y que, por lo tanto, Cajamarca, que tiene cuatro proyectos mineros en operación, no puede ser irracionalmente aniquilada para satisfacer la voracidad del gran capital o de las trasnacionales, especialmente estadounidenses.
De ahí que nosotros planteamos que los cuatro proyectos mineros son los suficientes para los próximos 30 años, si se revisa la legislación, si hay una reforma tributaria para poder apalancar el desarrollo sostenible de la región y generar las bases de un modelo de desarrollo transformador, productivo e inclusivo. Un proyecto que pase a utilizar y reforestar 5 millones de hectáreas, que ponga énfasis en la energía eólica, en la energía alternativa y energía con el recurso agua de la cuenca del Marañón, y que ahí centremos las grandes inversiones. Pero que no sea más la expansión irracional de la minería, y esto va acompañado de la necesidad de elaborar una nueva Constitución que recupere la soberanía sobre los recursos naturales de Cajamarca y del Perú.
Es decir, la soberanía sobre el gas natural, el petróleo y los minerales, especialmente los más importantes, como el cobre. No se puede ceder fácilmente, como ocurre en este momento, con una normatividad que privilegia al gran capital.
Tenemos un modelo de desarrollo que consistiría en invertir 300 millones de soles en agricultura. La recuperación de soberanía de los recursos hídricos es imprescindible porque las mineras pueden obtener el uso de agua de por vida, mientras que los campesinos no pueden hacerlo para regar sus cultivos. Las empresas mineras ganaron, por puesta en mano, en solicitar el uso del agua. Por eso la lucha por el agua en Cajamarca, y en el Perú, va ser el tema de los conflictos y la gran confrontación que algunos podrán ver como antinversión, antiminera o antiextractivista. Pero en el fondo es la confrontación de un modelo económico neoliberal, primario-exportador extractivista, irracional, y, de otro lado, un modelo de desarrollo que privilegie la racionalidad que debe existir en un Estado con visión estratégica, que pueda ser capaz de generar las bases de un desarrollo más sostenible y de una economía más solidaria.