Con la escalada de la crisis mundial, los problemas globales alcanzan a todos los niveles, a los países del norte desarrollado, Europa y Estados Unidos, los golpea con inusual dureza, pero también las economías llamadas emergentes sufren los embates de manera creciente, además de la ofensiva hegemónica del imperio en su carrera de dominación, ya que la crisis está lejos de ser superada. Pero en la región se instrumentan medidas para paliar los efectos de la economía mundial maltrecha, basadas en las solidaridades regionales, tal como lo demuestran el Mercosur y Unasur, mal que les pese a los agoreros mediáticos.
Y lo que no puede obviarse es la crisis política que se genera a partir de los movimientos telúricos de la economía que afecta a todos los planos de la vida social. Los cómplices del imperialismo han actuado en Paraguay, intentan hacerlo en Bolivia, en Venezuela, en Ecuador y lo han hecho duramente en Honduras, dispuestos a usar cualquier medio en defensa de sus intereses.
En nuestro país, encabezan el pelotón de provocaciones los medios concentrados y dominantes, con campañas de descrédito a las políticas que favorecen el crecimiento y la distribución, para crecer con igualdad y equidad, como señalara la Presidenta el 9 de julio pasado.
Pintan como dictatorial la reforma a la Carta Orgánica del Banco Central, que permite que los bancos destinen a la inversión para grandes, pequeñas y medianas empresas, señalando que la Argentina va a una chavización de su economía y de sus instituciones, y agregan que son políticas que deterioran la confianza y ahuyentan la inversión, y el colmo, sostienen que hay que revisar completamente la política oficial, dirigista e intervencionista del Estado, para aprovechar una oportunidad que nos brinda el mundo. ¿Se refieren a otro mundo o al que se menciona más arriba?
Por cierto, lo que es necesario acentuar, es precisamente la intervención del Estado, para lograr soberanía y deshacerse de la dependencia que intentan imponernos descaradamente tal como lo hacen en Grecia, España o Italia.
De esto se puede deducir que es necesario fijar prioridades político-programáticas, que consideramos deben ir en el sentido de fortalecer aun más, y cabe, la integración latinoamericana, la distribución de la riqueza, con instrumentos estatales para orientar y controlar que el comercio exterior, la renta de la tierra y el subsuelo no sean objeto de la especulación financiera, el desarrollo económico popular, con cooperativas, pymes, empresas recuperadas, microemprendimientos, empresas públicas y la imprescindible democratización de la sociedad. Para tomar solo un caso, y es justo plantearlo ahora, tras el golpe en Paraguay, aquella ilusa idea de que nunca sería aplicada la ley llamada antiterrorista, a la luz de la experiencia, exige su inmediata derogación.
A partir de una frontera claramente establecida respecto de la derecha, de los intereses imperialistas, de la gran burguesía depredadora, la unidad de las fuerzas populares constituye un pilar decisivo, fundado en el respeto de las identidades, con debates estimulantes, ya que el tema de la unidad no es instrumental sino estratégico y requiere de nuestro protagonismo.
*Del boletín exterior del Partido Comunista de Argentina.