26 de julio de 1953
1988
Discurso en el acto central por el XXXV aniversario del asalto al cuartel "Moncada" en la Plaza "Antonio Maceo",
Santiago de Cuba, 26 de julio de 1988.
[...] Desde el III Congreso de nuestro partido, en el que con gran realismo, gran claridad y valentía fueron analizadas nuestras dificultades, nuestros errores y nuestras tendencias negativas, empezó este proceso de rectificación; de forma más o menos simultánea ocurrió lo mismo en la Unión Soviética y en otros países socialistas, sin que nadie se pusiera de acuerdo previamente para eso.
Hay algunos que creen que lo que están haciendo en otros lugares es lo que nosotros tenemos que venir a hacer enseguida; hay también cerebros de esos, gente sin confianza en sí misma, sin confianza en su patria, sin confianza en su pueblo, sin confianza en su revolución, que enseguida dicen que hay que copiar. Esa es una actitud incorrecta, esa es una actitud equivocada, porque no hay dos procesos revolucionarios iguales, no hay dos países iguales, no hay dos historias iguales, no hay dos idiosincrasias iguales; unos tienen unos problemas, otros tienen otros; unos cometen unos errores, otros cometen otros. [...]
[...] Empiezo por decir una cosa: que esta Revolución se caracterizó, precisamente, no por ser copiadora, sino por ser creadora. Si nosotros nos hubiésemos dejado llevar por los esquemas, no estaríamos reunidos hoy aquí, no habría habido un 26 de Julio, no habría habido una revolución socialista en este hemisferio, todavía no habría habido tal vez ninguna. Si nosotros nos hubiésemos dejado llevar por esquemas, la teoría decía que no podía hacerse una revolución aquí; es lo que decía la teoría, es lo que decían los libros, es lo que decían los manuales. ¡Entiéndase bien!: es lo que decía la teoría, es lo que decían los libros, es lo que decían los manuales. [...]
[...] Nuestro pueblo es el responsable de nuestro país; y nuestro partido es el responsable de su política, de su línea, de su defensa.
Nuestro partido sabe que no puede cometer errores que lo debiliten ideológicamente. Por eso, en nuestro proceso de rectificación, el papel del partido no se debilita, el papel del partido se fortalece; en nuestro proceso de rectificación, el papel de nuestro partido se hace cada vez más y más esencial. ¡No habrá nada que debilite la autoridad del partido! ¡Sin el partido no hay revolución posible, sin el partido no hay construcción posible del socialismo!
Y debemos decir aquí, de una vez y por todas, que no necesitamos más que un partido, de la misma forma que Martí no necesitó más que un partido para hacer la lucha por la independencia de Cuba, de la misma forma que Lenin no necesitó más que un partido para hacer la Revolución de Octubre. Lo digo para que se quiten las ilusiones los que creen que aquí vamos a empezar a permitir partidos de bolsillo, ¿para organizar a quién, a los contrarrevolucionarios, a los proyanquis, a los burgueses? ¡No! aquí hay un solo partido, que es el partido de nuestros proletarios, de nuestros campesinos, de nuestros estudiantes, de nuestros trabajadores, de nuestro pueblo, sólida e indestructiblemente unido. ¡Ese es el que hay y habrá! [...]
[...] Y nuestro partido ustedes saben que salió del pueblo, no cayó del cielo, y que nuestros militantes son escogidos entre los mejores de la juventud y entre los mejores obreros. Esa fue también una innovación, algo absolutamente nuevo en la forma de crear y ampliar el partido y que está presente en la historia de nuestro partido, que siempre sometió la admisión en el seno del mismo a la voluntad de las masas, al criterio de las masas, al apoyo de las masas. Por eso, nuestro partido está tan vinculado con las masas.
Sé que fuera del partido hay millones de hombres y mujeres extraordinarios y comunistas; somos un pueblo de revolucionarios, pero el partido debe estar constituido por una selección, y no puede dejar de ser una selección, porque tiene que ser una vanguardia. Y ustedes saben bien lo que significa ser militante del partido: es el primero en todo cuando hay un trabajo difícil, una misión internacionalista, un sacrificio, un riesgo; ahí el primer turno, la primera posibilidad es para el militante del partido, no es un partido de privilegiados, sino un partido surgido del seno del pueblo, cuyos militantes tienen que ser ejemplo, y cuando no sean ejemplo el partido se encarga de sacarlos de sus propias filas.
En este proceso de rectificación, el partido tendrá cada vez más fuerza, porque reitero que no se puede construir el socialismo sin el partido. Sin el partido se puede construir el capitalismo, que es el caos, no necesita que nadie lo organice, se auto organiza solo con todas sus barbaridades. El socialismo no se crea por generación espontánea, el socialismo hay que construirlo, y el artífice esencial de la construcción del socialismo es el partido.
Ediciones OR, trimestre julio-diciembre, 1988, pp. 30-31, 38, 39-40.
Tomado de: Fidel Castro: Palabras en el tiempo. Instituto de historia de Cuba y CIMATEL. 2006.