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“El Brasil que recibe al Mundial es un país que despertó”

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Brasil-Mundial 2014

por Carolina Bedoya Monsalve 

“Para nosotros, el Mundial de fútbol es una oportunidad para que se sepa quiénes son nuestros gobernantes y que la gente conozca realmente como es nuestro país; mucha gente piensa que es una nación en  crecimiento, pero lo cierto es que hay una desigualdad tremenda y lo bueno de esta Copa es que se visibiliza al verdadero Brasil”, afirma Pedro Biava, integrante del colectivo audiovisual Revira-Lata de Sao Paulo.

A pocos días de iniciar la Copa Mundial de Fútbol, las calles de Brasil no sólo están llenas de turistas ansiosos porque ruede el balón, sino también por miles de inconformes con el gobierno de este país. “El problema no es con el fútbol, es con lo que genera este evento. Es absurda la cantidad de dinero invertido en los estadios y quién sabe el uso que les darán después; el gobierno prometió mejorar los espacios donde se hicieran obras y es la hora en que no hace nada, después del Mundial menos va a suceder. La Copa no va a dejar ningún legado a la población”, considera Leonardo Chagas, fotógrafo e integrante del colectivo audiovisual.

Muchos estadios y pocos techos

El Movimientos de Trabajadores Sin Techo (MSTS) es el movimiento más organizado que tiene la ciudad de Sao Paulo, con casi 13 ocupaciones en terrenos que no tienen construcción. “Hay muchos otros grupos que hacen ocupaciones de edificios en el centro de la ciudad o en la periferia; esta práctica tiene mucho tiempo”, relata Pedro Biava, quien agrega que las calles y las constructoras de Sao Paulo casi todos los días están paralizadas por diferentes organizaciones, y son tan contundentes sus acciones que es inevitable que los grandes medios hablen de ellas.

Cuando anunciaron la Copa de futbol en Brasil, relata Chagas, la gente se puso contenta porque pensaron que habría respuesta del gobierno a muchos de los problemas, pero “los precios de las viviendas se incrementaron, y el gobierno no se pronuncia al respecto”.

La ocupación “Copa del Pueblo”, con casi 4 mil personas en un terreno ubicado en la ciudad de Sao Paulo, espera la aprobación de la construcción de viviendas. A pocos días del nuevo plan de desarrollo de la ciudad, diferentes movimientos sociales (sin-techo, indígenas y quilombolas) esperan cambios en la organización urbana. Todos quieren que el nuevo plan se dé a conocer antes del Mundial. “Las organizaciones toman las calles todos los días para presionar más al gobierno, que tiene prisa pero por terminar los estadios y no por resolver los problemas de la población”, expresa Pedro Biava.

El problema de la vivienda en Brasil, y específicamente en Sao Paulo, es histórico, considera Leonardo Chagas, pero “quizá ahora es más visible porque los movimientos son grupos más organizados”. El 10 por ciento de la población de la ciudad no tiene vivienda, aunque estas cifras están maquilladas, agrega, pues no consideran a la gente que vive con algún familiar porque no tiene cómo pagar un alquiler o familias que viven en zonas de alto riesgo. “En esta ciudad no necesariamente hay que ser habitante de la calle para no tener un techo”, afirma el activista.

Antes, la especulación inmobiliaria se concentraba en el centro de la ciudad y de esa manera desplazaron a la gente más pobre a la periferia, denuncia Biava; también señala que es un proceso natural que arrojen a la gente a las áreas donde no hay infraestructura de ningún tipo.

“La gente ya no puede pagar alquileres tan costosos y tiene que irse para la periferia. Mucha gente de allí nos decían que antes de la copa pagaban 300 reales de alquiler, y ahora tienen que pagar entre 700 y 800, pero los salarios no subieron; es una forma de desterrar a la gente”, manifiesta Leonardo Chagas

“En nuestra constitución está escrito que los terrenos ocupados por las empresas deben tener una función social, y hay muchas construcciones abandonadas que esperan su revalorización; en este país ocurre mucho la especulación inmobiliaria”, denuncia Leonardo Chagas.

La Itaquera es uno de los barrios más pobres de Sao Paulo; en este lugar se construyó el estadio de la ciudad. Este terreno está abandonado desde hace 30 años, y el MSTS lo ocupó con aproximadamente mil 500 familias. “Ellos argumentan que un terreno abandonado no cumple ninguna función social, solo están a la espera de la valorización”, explica Pedro Biava. Con la construcción del estadio, a la vez se levantan carreteras, hospitales y se mejora el servicio de transporte, lo que quiere decir que  el área se encarece y las empresas lucrarán con las obras que el gobierno ejecuta con los impuestos.

Desalojos, una forma de limpieza social

En Sao Paulo, un desalojo es algo que ocurre con frecuencia. La cifra aproximada en las ciudades sedes de la Copa varía mucho, pero se encuentran entre  170 y 250 mil personas (más de 60 mil familias) en todo Brasil. Muchos fueron sacados de su hogar y obtendrán indemnizaciones muy bajas, lo que no les permitirá comprar otra casa en el mismo barrio, explica el colectivo Revira-lata en entrevista conDesinformémonos.

Recientemente fueron desalojadas cerca de 4 mil personas que ocuparon un terreno cerca del estadio de fútbol. El fenómeno se repite  en los lugares que están cerca de alguna carretera principal o del metro, “seguramente pensando en la imagen que deben proyectar a los turistas y la prensa”, considera Leonardo Chagas.

Los desalojos se dan de manera violenta, tanto por el uso de la fuerza pública y grandes maquinarias, como por el miedo que se infunde en  la gente y en las demás ocupaciones, explica Pedro Biava. “En el año 2012 hubo uno a casi cien kilómetros de la ciudad; fue muy violento porque la gente se resistió y, a pesar de todo, se convirtió en un referente de resistencia para las demás ocupaciones”, recuerda.

Cuando hay una ocupación en una zona de mucho dinero o con empresas en Sao Paulo, los dueños o el mismo gobierno usan el fuego para sacar a la gente. “Alguien hizo un mapa donde se demuestra que en el centro de la ciudad o en las zonas más caras están las favelas más inflamables, y los incendios sólo ocurren en las noches”, puntualiza Pedro Biava.

La ley de la proximidad

Desde el 2013, Brasil es escenario de grandes manifestaciones. Las organizaciones se dieron cuenta que entre más cerca esté el inicio del Mundial, el gobierno accederá a la solución de algunas de las exigencias de los movimientos.

“Para nosotros estas pequeñas respuestas del gobierno son bastante, porque en Brasil pueden pasar décadas y no hay solución a problemas de vivienda o salud; empezar el Mundial con varias ocupaciones o protestas a unos cuantos kilómetros del estadio es una locura para la imagen que ellos quieren mostrar del país”, explica Biava.

 “Ahora se ven muchas movilizaciones y vamos a exigir que haya cambios verdaderos. Para que no ocurran protestas en el Mundial, el gobierno tendrá que hacer muchos cambios y de manera muy rápida; creemos que esto no va a pasar y la gente irá a la calle. El Brasil que recibe al Mundial es un país que despertó y que sale de una inercia muy larga”, concluye Pedro Biava.

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