Entrevista con Ricardo Patiño, ministro de Relaciones Exteriores de Ecuador*
El Canciller abordó la actualidad y perspectiva de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y la proyección de la Revolución Ciudadana
Pedro de la Hoz y Roberto Chile, enviados especiales
QUITO.— "Al mostrar al mundo el desastre ecológico originado por la actividad de la petrolera Chevron en el nordeste de Ecuador no lo hacemos pensando solamente en nosotros mismos, sino en otros muchos pueblos que sufren el impacto depredador de las transnacionales y la negativa de estas a reparar los perjuicios".
Ese comentario de Ricardo Patiño, ministro de Relaciones Exteriores y Movilidad Humana de la República de Ecuador, resume el alcance de la campaña La mano sucia de Chevron, en pleno desarrollo a escala internacional, mediante la cual el pueblo ecuatoriano y el gobierno encabezado por Rafael Correa, enfrentan las argucias y difamaciones de una corporación que pretende rehuir graves responsabilidades.
Patiño nos recibió en la sede de la Cancillería apenas unas horas después de que recorriéramos las zonas donde Texaco operó hasta 1992 en las provincias de Sucumbíos y Orellana. Allí constatamos en el terreno la dimensión de la catástrofe, experiencia que daremos a conocer próximamente en estas páginas. Texaco fue absorbida por Chevron en el 2001, por lo que asumió los deberes de aquella. El diálogo con el Canciller comenzó con una presentación objetiva de la agresión ambiental:
"Texaco derramó unos 71 millones de litros de residuos y 64 millones de litros de petróleo en dos millones de hectáreas de la Amazonía ecuatoriana. Después de terminar sus operaciones en el país pudo remediar el daño, pero no lo hizo. Los ciudadanos afectados por la transnacional y organizados en el Frente de Defensa de la Amazonía decidieron interponer demandas para obtener reparaciones justas. Como reacción, la corporación norteamericana, acorralada por las evidencias, arremetió tanto judicial como mediáticamente no contra los demandantes sino contra el Estado ecuatoriano".
—¿Cuál es la situación actual de estos procesos jurídicos?
—En el 2011, luego de un prolongado litigio, la Corte de Sucumbíos, provincia nororiental, sentenció a Chevron a pagar 9,5 mil millones de dólares a los afectados, cifra que se duplicó debido a que la transnacional no presentó excusas públicas. El pasado 13 de noviembre la Corte Nacional de Justicia ratificó la sentencia condenatoria y fijó el monto de la indemnización en la cifra inicial. Mucho antes incluso que se dictara el fallo de la Corte Provincial, la Chevron comenzó a actuar contra nuestro Estado. Primero en el 2004 pretendió en una Corte Federal de Nueva York trasladar la responsabilidad a Petroecuador, nuestra entidad estatal petrolera, pero el juez determinó que no había lugar.
"Luego en el 2006 inició un procedimiento internacional ante la Corte Permanente de Arbitraje de La Haya, proceso que se conoce como Caso Chevron II. Esa instancia se declaró competente y condenó a nuestro Estado a pagar 96 millones de dólares a Chevron por supuestas violaciones del Tratado Bilateral Ecuador-EE-UU. de Protección de Inversiones, Ecuador ha presentado una acción de nulidad del fallo, sobre la base de que ese tratado entró en vigor en 1997, es decir, cinco años después de que finalizaran las operaciones de Texaco y no tiene carácter retroactivo.
"En el 2009 volvieron a La Haya con más de lo mismo sobre la transgresión del Tratado Bilateral, la presunta culpabilidad de Petroecuador y la liberación de responsabilidades debido a que en 1998 se había firmado un acuerdo entre el Gobierno de entonces y la compañía para dar por concluidos los trabajos de reparación ambientales por parte de Texaco".
"Este proceso, llamado Chervon III, tampoco ha concluido. La Haya hasta ahora dic-tó laudos en los que insta por una parte a nuestro Estado a no ejecutar la sentencia de la Corte de Sucumbíos, mientras por otra considera que no se puede liberar a Chevron de la responsabilidad ante los ciudadanos ecuatorianos. Nuestra Procuraduría ha solicitado a La Haya la suspensión del proceso de arbitraje. No se acaba de comprender que en Ecuador se consagró constitucionalmente la separación de los poderes del Estado y que el Gobierno no puede interferir en una decisión del Poder Judicial. Por demás, tampoco se acaba de en-tender que la demanda contra Chevron-Texaco no fue planteada por el Estado sino por la ciudadanía".
—Más allá de los argumentos jurídicos, ¿qué pretende Chevron con Ecuador?
—Que asumamos el enorme daño que han causado a la naturaleza y los seres humanos y paguemos por lo que ellos hicieron. Es el colmo del cinismo. Pero la verdad se va abriendo paso. La actitud criminal de Chevron-Texaco es inocultable.
—¿Se siente acompañado Ecuador en esta batalla por el esclarecimiento de la verdad?
—Expresiones solidarias hemos recibido de parte de mujeres y hombres de buena voluntad en diversas partes del mundo. Unos 30 comités de apoyo a nuestra causa se han constituido en América Latina, el Ca-ribe y Europa. Prestigiosos artistas han comprobado en las áreas afectadas la gravedad de la agresión ecológica, como el actor norteamericano Danny Glover y el cantautor español Luis Eduardo Aute. Ha habido pronunciamientos de los parlamentos de Brasil y República Dominicana y de los estados del ALBA.
—Menciona usted el apoyo de los países de la región. ¿Considera esto un signo de los cambios que se vienen operando en esta parte del mundo?
—Somos mucho más independientes y una muestra de ello se observa en los mecanismos de concertación regional. Hemos dado un paso muy importante con la creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, la CELAC. Tiene un alto valor simbólico la actual presidencia de Cuba, al hacerle justicia a un país y un pueblo que nos enorgullece. Pero más allá de lo simbólico, Cuba ha desempeñado un papel ejemplar en la construcción de esa instancia al facilitar el diálogo y reconocimiento de la CELAC ante otros bloques y países del mundo. Después de Cuba, en el 2014, la presidencia pasará a Costa Rica, y en el 2015 corresponderá a Ecuador.
—¿Qué futuro le ve a la CELAC?
—Es una organización a la medida de nuestros pueblos y nuestro tiempo. Tómese como ejemplo lo que sucede en la OEA. En recientes votaciones se ha visto cada vez más la diferencia entre Estados Unidos y Canadá por un lado y nosotros por el otro. Nos encaminamos a un escenario donde la CELAC será el reflejo de la patria grande de los pueblos de América Latina y el Caribe.
—Por último quisiera una valoración suya sobre cómo se articula la diplomacia ecuatoriana con el proceso interno de cambios que vive el país.
—Nuestra política exterior se sustenta en los logros y las aspiraciones de la Revolución Ciudadana y en la voluntad de compartirlos, en primer lugar, con los hermanos de la región y, por supuesto, con el resto del mundo. Podemos mostrar que es posible luchar contra la pobreza, fomentar un desarrollo sostenible, proteger nuestros recursos naturales, llevar adelante políticas de inclusión y favorecer la formación del talento humano. Con la ayuda de Cuba y Venezuela desarrollamos un programa de atención especializada a personas con discapacidades. Pero lo que más nos interesa compartir es la idea de que es posible la justicia y la esperanza.
*De Granma Internacional