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Cómo le decimos a Silvio*

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silvio rodríguez

El Parlante

- 06/04/2013

Sergio Calero 

Pocos artistas han llevado los principios y la ética con tanta consecuencia como Silvio Rodríguez y por ello es ejemplo no sólo para otros colegas del arte, sino para los políticos que se creen dignos representantes del pueblo.

Silvio se ha forjado con la Revolución cubana y con su arte ha tenido la tarea de expandirla por distintos países y suelos, como verdadero representante no sólo de su país, sino de la libertad, la solidaridad y los derechos humanos. 

Le ha tocado crecer y convivir con los avatares de un modelo político desamparado y en ese devenir como el pueblo cubano ha resistido a la más difícil batalla contra su isla: el bloqueo económico, al que se adecuó editando una brillante trilogía de discos y canciones hechas con poco, sólo su guitarra y un papel. 

En el nuevo milenio ha enfrentado las grietas de un sistema endeble, que a punta de obligados ajustes económicos intenta mantenerse en pie. A pesar de todo, Silvio nunca se ha doblegado y se ha mantenido firme a los principios que lo definieron hace tantas décadas. Principios que los ha cantado con gran acogida en toda Latinoamérica durante décadas y décadas. 

Ahora el Ministerio de Culturas anuncia su retorno a Bolivia y como un seguidor de su obra y como otro soñador que sus canciones han parido no puedo dejar de pensar que la historia y el desazón también han agrietado mucho por acá y que quizá él desconoce esas fisuras y me quedé pensando que sería bueno que alguna vez las sepa, pero cómo'

Cómo decirle a Silvio:

—Que la primera vez que vino a Bolivia fue a través del MIR, un partido dizque de izquierda que luego transó y cruzó ríos de sangre para pactar con ex represores a fin de llegar al poder.

—Que algunos de éstos, seguramente lo aplaudirán con lágrimas en los ojos autoconvencidos de que son del mismo bando.

—Cómo decirle que no todas las izquierdas están del mismo lado y que algunas son capaces de las más inesperadas atrocidades.

—Cómo decirle que en nombre del pueblo se utilizan a artistas intachables como él para tratar de aparentar y apropiarse algo de su entereza.

—Que en Bolivia la derecha es una agencia de empleos y la izquierda' también.

—Silvio debería saber que aquí tenemos la utopía en bancarrota.

—Que la frase del Che en su canción Tonada del albedrío del último disco es más sabia que cien discursos de tres horas (“Dijo Guevara, (¿el humano?, que ningún intelectual ¿debe ser asalariado? del pensamiento oficial”). 

—Que la nostalgia se ha convertido en una trampa para endulzar pasados amargos.

—Cómo decirle, sin ofender, que quizá no fue el unicornio el que se perdió, sino su dueño.

—Que Tríptico, Causas y Azares y Silvio aún se mantienen como discos de cabecera.

—Pero cómo decirle, sin herir, que desde hace varios discos muchos seguidores no encontramos los mapas de su obra. Que a Mariposas, Expedición, Cita con Ángeles, Érase que se era y La segunda cita les falta el brillo creativo que nos hizo coleccionar con júbilo sus otros discos.

—Cómo decirle que el tiempo pasa factura y más que las canas son las manías las que nos traicionan.

—Que es admirable su necedad para vivir sin precio, y que nadie nunca descifró qué es el destino, con tantas heridas hechas de buenas intenciones.

—Que sin embargo él ha sido más lúcido que muchos libros de historia política y más certero que cientos de renombrados analistas.

—Que en nombre del pueblo se levantan gobiernos de difuntos y flores.

—¿Alguien le contará del TIPNIS?

—Ojalá alguien le pregunte cómo se hace para lidiar con la traición.

—Cómo decirle que si no creyera en la razón del equilibrio la convivencia solidaria sería sólo una linda canción.

—Qué cosa fuera la masa sin cantera.

—Que si no creyera en lo que canta, no tendría sentido seguir escuchándolo.

—Pero que resulta difícil sacar algunas canciones del estante.

—Cómo decirle que aquí la revolución no se ha nutrido de amor.

—Que 1997 se llevaron el cadáver del Che (como correspondía) y que sólo nos dejaron la culpa y el remordimiento.

—Ojalá alguien le cuente que quienes lucharon por la democracia están hace un año asentados en carpas frente a un ministerio tratando de cobrar la factura.

—Que el desencanto nos ha carcomido las ilusiones y que nunca encontré al barredor de tristezas.

—Ojalá pase algo que borre de pronto la iniquidad, la corrupción y el abuso de poder.

No fui a pedir credencial para el concierto en Santa Cruz por miedo a sentir el mismo embuste que lo trajo hace tres décadas. Pero' cómo decirle a Silvio que su obra sigue intacta y que sus canciones aún iluminan la esperanza.

*Tomado del diario paceño Página Siete del 7 de abril de 2013.

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