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La segunda victoria de Girón (I)

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Batalla política por la indemnización

Después de la rotunda victoria alcanzada por los milicianos, las fuerzas revolucionarias centraron sus esfuerzos en la captura de los mercenarios que, en desbandada, trataban de huir por todas las vías

Autor: Eugenio Suárez Pérez | Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Autor: Acela Caner Román | Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

25 de abril de 2016 20:04:51

El Comandante en Jefe Fidel Castro dialoga con un grupo de mercenarios en el Coliseo de la Ciudad Deportiva el 25 de abril de 1961. Foto: Archivo

Desde Playa Girón, la tarde del 19 de abril de 1961 —65 horas y media después del inicio de la invasión mercenaria—, el Comandante en Jefe, rubricó el cuarto y último parte de guerra en el cual, entre otras cuestiones, informaba que: “El enemigo ha sufrido una aplastante de­rrota. Una parte de los mercenarios trató de reembarcarse al extranjero en diversas em­barcaciones que fueron hundidas por la Fuerza Aérea Rebelde. El resto de las fuerzas mercenarias, después de sufrir numerosas bajas de muertos y heridos, se dispersó completamente en una región pantanosa donde ninguno tiene escapatoria posible”. 1

A partir de ese momento, las fuerzas revolucionarias centraron sus esfuerzos en la captura de los mercenarios que, en desbandada, trataban de huir por todas las vías. Unos intentando reembarcarse, otros escondiéndose en los matorrales costeros o adentrándose en los inhóspitos pantanos de la Ciénaga de Zapata. De nada valieron sus ardides, aproximadamen­te 1.200 invasores fueron apresados.

Durante la primera semana después de la victoria…

Como es tradicional en la historia de la Revolución, los prisioneros fueron alimentados, los heridos curados y todos recibieron un trato respetuoso. Posteriormente, la mayoría fue trasladada hacia la capital cubana y alojada en el hospital naval que se encontraba en construcción.

Entre los días del 21 al 25 de abril, los cubanos vieron y escucharon las respuestas de los prisioneros a un panel conformado por conocidos periodistas. Desde el teatro de la CTC, las emisoras de radio y televisión transmitían en vivo. Al siguiente día, en el periódico Revolu­ción, era publicado el texto íntegro de esas declaraciones.

El 23 de abril, en un programa especial de la Universidad Popular, Fidel se dirigió al pueblo para dar información detallada de los antecedentes de la invasión, del desarrollo de los acontecimientos que concluyeron con la victoria de las fuerzas revolucionarias, así como los datos sobre el costo humano conocido hasta ese momento.

En Estados Unidos, el 24 de abril, los medios de difusión dieron a conocer que John F. Kennedy había asumido toda la responsabilidad por los hechos que condujeron al fracaso de la invasión a Cuba. El secretario de prensa, Pierre Salinger, hizo público un comunicado que en una de sus partes decía: “El presidente Kennedy desde un comienzo ha manifestado que asume plena responsabilidad por los hechos de estos últimos días”. […] El parte oficial constituye la culminación de un día de recriminaciones en el Senado y la Cámara de Re­presentantes iniciadas ayer por declaraciones del secretario de Interior, S. L. Udall, quien in­sinuó que “la responsabilidad inicial del fracaso es del Gobierno anterior, de Dwight D. Eisenhower. 2

Tan pronto el presidente reconoció su responsabilidad ante el hecho que tanto había negado, la prensa norteamericana empezó a publicar informaciones sobre cómo se había gestado la invasión en Estados Unidos. Muchas de esas informaciones señalaban como responsables directos del fracaso a la CIA y al Gobierno yanqui.

Mientras tanto, el presidente Osvaldo Dorticós recibía una carta de José A. Mora Otero, Se­cretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), que decía en una de sus partes:

“Ante las informaciones que recibo como ciudadano de un país de América que ha sido llamado a desempeñar el cargo de Secretario General de la Organización de los Estados Americanos, movido por sentimientos humanitarios, con el mayor respeto por la soberanía de los Estados y el Principio de No Intervención, hago un llamado a Vuestra Excelencia para que el tratamiento de presos y heridos como consecuencia de los acontecimientos ocurridos se ajuste a las normas humanitarias consignadas en los Acuerdos y Convenciones Internacionales vigentes”. 3

En respuesta al Secretario General de la OEA, el presidente Dorticós le asegura que el Gobierno Revolucionario de Cuba no ha violado ni violará jamás esas normas humanitarias y aprovecha la ocasión para hacer un llamado a “sus sentimientos humanitarios” y a sus responsabilidades, para pedirle que, como secretario general de la OEA, se preocupe por la criminal agresión armada contra Cuba “de la cual es responsable máximo un Estado miembro de esa organización en la seguridad de que esos sentimientos humanitarios no solo deben estar alertados en favor de los prisioneros de guerra invasores de nuestra patria sino también por los cientos de cubanos heridos y muertos por defender la soberanía de Cuba y la Patria”. 4

En esa réplica de Dorticós le informa que los prisioneros invasores están siendo objeto de excelente tratamiento por el Gobierno Revolucionario de Cuba, lo cual ellos han confirmado en públicas declaraciones a la prensa. Además, le precisa que espera se dirija igualmente al presidente Kennedy, como lo ha hecho con él, pidiéndole que el Gobierno de Estados Unidos no organice nuevas invasiones a Cuba. Dorticós termina afirmando: “El Gbno. cubano garantiza a usted el más estricto ajuste a las normas humanitarias pero también la más aguerrida defensa de la patria cubana ante cualquier agresión armada”. 5

Diálogo con los vencidos

En la Ciudad Deportiva de La Habana, el 26 de abril, Fidel dio una muestra de democracia sin límites, al reunirse con los mercenarios capturados en Playa Girón. Hecho sin precedente hasta nuestros días, pues han sido los primeros prisioneros del mundo que, en su totalidad, tuvieron el privilegio de discutir con el jefe del gobierno que intentaron derrocar.

En el diálogo con los vencidos, transmitido en vivo por la radio y la televisión cubanas, Fidel no solo hizo preguntas a los prisioneros y respondió a sus interrogantes sobre las re­formas agraria y urbana, el régimen de propiedad privada, la nacionalización, la industrialización, la discriminación racial y el papel del Estado bajo la Revolución. Todo quedó esclarecido, hasta el punto que al concluir el intercambio muchos prisioneros ovacionaron a Fidel y hubo hasta quien pidió la oportunidad de defender a Cuba contra las agresiones de los Estados Unidos.

Aunque el pueblo, indignado ante la muerte de más de un centenar de personas y los grandes daños materiales ocasionados por la invasión, pedía la aplicación de las máximas sanciones para los invasores que habían hollado el suelo patrio bajo las órdenes de la gran potencia extranjera, ese día Fidel invocó la generosidad del pueblo cubano para que nadie se dejase arrastrar por la ira y el dolor, cuando dijo:

“Hemos invertido nuestra energía y nuestro tiempo para explicar estas cosas. Y para em­pezar a explicarles al pueblo cómo entendemos nosotros este problema, cómo creemos nosotros que la sanción no debe ser la sanción que la inmensa mayoría del pueblo desea en este momento, cómo entendemos que la gran victoria del pueblo no debe ser empequeñecida por el exceso, o por aplicar una medida dura para todos, como la quiere el pueblo”. 6

Los pueblos victoriosos son pueblos generosos

Pocos días después, en la Plaza Cívica —hoy Plaza de la Revolución—, el 1 de Mayo, ante el pueblo enardecido que pedía la aplicación de la pena máxima para los mercenarios Fidel reiteró su llamado a la reflexión y generosidad de los cubanos:

“Los pueblos victoriosos son pueblos generosos. Y por eso nosotros planteamos que nuestro pueblo debía tener en cuenta esto, que nuestro pueblo no debía empañar ni empequeñecer su victoria con una sanción severa, masiva, contra todos”. 7

El trato ejemplar y ética de los revolucionarios, fue reconocido por muchos de los prisioneros en sus declaraciones. Muestra de ello es la carta personal que José Alfredo Pérez San Román, jefe de la brigada invasora, escribiera a su esposa, el 3 de mayo de 1961, que en una parte dice:

“Estoy prisionero desde el día 25 por la noche, fecha en que fui sorprendido y capturado en los montes de la Ciénaga, en compañía de otro compañero. Desde entonces he recibido en mi propia persona, el ejemplo más inmenso en la historia de la guerra sobre cortesía, caballerosidad y atenciones en el trato de prisioneros.

“Es tan grande este ejemplo y lo consigue el vencedor de una manera tan pareja y admirable a través de toda su cadena de mando, desde el máximo jefe hasta el último soldado o miliciano, sin la más mínima excepción, cualquiera que sea su educación, su unidad, sus medios de vida, que parece increíble aun para nosotros que lo estamos viviendo. ¿Imaginas qué clase de disciplina y respeto al que ordena tiene que existir para que, cosa tan difícil, sea conseguida de una manera tan exacta en tropas tan enormemente numerosas, aún después que tantas vidas de sus compañeros costaron nuestras acciones? Es tan sublime este comportamiento de vencedor humilde que, aunque seamos fusilados, moriremos agradeciendo la consideración y el respecto con que nos han tratado”. 8

Comienza la batalla por la indemnización

El 17 de mayo de 1961, mientras se festejaba el Día del Campesino y el segundo aniversario de la Ley de la Reforma Agraria —en la clausura de la Primera Plenaria Nacional de la ANAP—, el Comandante en Jefe sorprendió a la opinión pública, al gobierno norteamericano, y especialmente al presidente Kennedy, cuando expresó la disposición del Gobierno Revolucionario de liberar a los prisioneros si Estados Unidos pagaba a Cuba una indemnización de guerra por los daños materiales causados al país.

“Si Kennedy dice que son sus amigos, si Kennedy reconoce que los embarcó —si ellos dicen también que los embarcaron—, si el Pentágono, la Central de Inteligencia, todos esos los embarcaron en esta aventura y los quieren tanto, pues ¡muy bien! ¡Qué manden 500 ‘bulldozers’ y se los devolvemos para allá! De alguna manera tienen que resarcir a la República del daño que le han hecho”. 9

Se iniciaba así una batalla política en la que brilló la estrategia de Fidel para lograr lo que hemos dado en llamar “la segunda victoria de Girón”.

Notas

1 Revolución, 20 de abril de 1961.

2 Revolución, 25 de abril de 1961, p. 7.

3 Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado, Fondo Playa Girón, Caja 6, Legajo 15.
4 Ibídem.

5 Ibídem.

6 Fidel Castro Ruz: Obra Revolucionaria. Im­prenta Nacional, 26 de abril de 1961, pp. 92-93.

7 Obra Revolucionaria, No. 16, 1º de mayo de 1961, Imprenta Nacional de Cuba, p. 38.

8 Revolución, 30 de marzo de 1962, p. 3.

9 Fidel Castro Ruz: “Discurso…”, Obra Revo­lucionaria, Ediciones Imprenta Nacional de Cuba, 29 de mayo de 1961, pp. 20-21.

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