24 de septiembre de 1810
Con Hernando Sanabria Fernández, el más destacado historiador de Vallegrande y de Santa Cruz, del siglo veinte, afirmamos que el alzamiento de los pobladores cruceños el 24 de septiembre de 1810 fue una consecuencia del estallido de contradicciones económicas, sociales, políticas, ideológicas y culturales, así como fue parte de la guerra y de las guerrillas por la independencia de nuestros pueblos del colonialismo español.
En realidad —y seguimos en la línea del historiador cruceño—, se trató de una guerra civil porque se enfrentaron fracciones de un ejército “regular”, en ese siglo, con gente del pueblo como tropa que participó como fuerza decisiva en las más diversas batallas. Se anuda a ella una guerra de guerrillas con las “republiquetas”, como territorios tempranamente liberados, de manera concurrente y/o complementaria, pero igualmente o más decisiva que una confrontación más o menos convencional, en las condiciones del siglo diecinueve en estas tierras.
El análisis histórico, en el que apoyamos esta exposición, nos convence, asimismo, de que las guerrillas por la independencia y la “republiqueta” comandada por el coronel Ignacio Warnes (nacido en Argentina) fue mucho más de lo poco que conocemos por lo que cuenta una historia convencional que se encuentra en la mayoría de los textos los más leídos, entre nosotros, lo que en cierto modo encubre el aporte cruceño a la denominada, también, primera independencia de esta parte de la América del Sur.
Asimismo, dejamos sentado que compartimos el criterio de historiadores y otros escritores que, al tiempo de que destacan los aportes de Sanabria Fernández, aportan al conocimiento de los hechos que motivan estas notas, al afirmar que el pueblo jugó un rol decisivo en la lucha por la independencia de lo que Martí llamaba nuestra América y Bolívar la Patria Grande. Es precisamente el Libertador Simón Bolívar el que destaca, en sus trabajos políticos e ideológicos, la necesidad de unir al pueblo y de organizar su fuerza para la guerra libertaria de la fue fundamental conductor político y militar.
También hacemos nuestro el planteamiento del historiador paceño Jorge Alejandro Ovando Sanz, el que en un ensayo (preliminar, decía él) afirma que la mayor parte del territorio de lo que ahora es Bolivia fue liberado por los guerrilleros por la independencia antes de que llegara aquí el ejército de Bolívar y Sucre, lo que en nada, pensamos, resta mérito alguno a ese binomio feliz; personajes que se complementaron como jefes militares y dirigentes políticos.
Factores del alzamiento
Sanabria Fernández en Breve historia de Santa Cruz[1] implícita y expresamente refiere que las clases sociales se enfrentan y luchan por intereses materiales, como sucede en cualquier otra latitud geográfica, lo que fue uno de los factores materiales que ayudó a germinar el alzamiento en lo que ahora es Bolivia y, en consecuencia, en la actual Santa Cruz de la Sierra y sus alrededores.
“Formada la clase social de los criollos y adquirida por ellos la noción de su posición y valer en el seno de la sociedad indoamericana —escribe Sanabria—, el imperio de sus intereses en perspectiva, no pudo menos de chocar con el múltiple de los intereses hispanos en auge. La pugna de los unos por obtener las fuentes de riqueza, a las que, como nativo de la tierra, se creían con mejor derecho, contra la resistencia de los otros que porfiaban en retenerlas a toda costa, fue la causa primordial que motivó esa lucha larga, cruenta y azarosa”.
El historiador del que seguimos su pensamiento en este trabajo caracteriza el tipo de confrontación que se desarrolla entonces y la composición social de los bloques en lucha: el uno que se alzó contra el régimen colonial y el otro que pugnó por mantener el viejo orden que se encontraba, en ese momento, con grietas que se mantuvieron abiertas; al contrario, condujeron a la guerra (y la guerrilla con las republiquetas, agregamos) por la independencia o por la libertad de nuestros pueblos[2].
Seguimos con Sanabria: “Para decirlo en términos objetivos, fue una complicada especie de guerra civil, que, como toda guerra de esa laya, abundó en saña, ardimiento y contradictorias incidencias. Tanto es así que individuos o colectividades cuyos intereses gravitaban dentro del compuesto socio-económica de una de las clases en lucha, no vacilaron en tomar partido por ésta, aun que originariamente pertenecieron al ala adversaria. Sólo así se explica —agrega— cómo en éste o aquél lugar hombres nacidos en España hayan peleado bravamente del lado de los rebeldes y, de otra parte, hombres nacidos en América hayan tomado armas dentro de las filas españolas”.
En el texto que citamos se refieren contradicciones entre los guerreros, como sucedió antes y ocurre ahora en toda contienda liberadora.
“Iniciada la lucha —dice Sanabria— durante los cinco primeros años, a lo menos, y sentada una que otra excepción local, los insurgentes manifestaban a las claras que no luchaban contra España y su rey sino contra las injusticias y los abusos del régimen. Por eso, al amotinarse y tomar las armas, hacían protestas de fidelidad a Fernando VII. La corriente autonomista, o independentista más bien, vino con el correr de los años y los acontecimientos y el surgir de los nuevos caudillos con ideas y orientación más definidas”.
Otro aporte de Sanabria al estudio de la historia del aporte de los cruceños al proceso, por la independencia, es un relato sobre el primer alzamiento de la población negra (morenos dice él) en Santa Cruz, pero posterior al que ocurrió en Chuquisaca (25 de mayo de 1809).
“El primer movimiento de insurrección habido en esta ciudad fue tramado por un grupo de negros y mulatos que tenían apartada residencia en el lugar de extramuros hasta hoy conocido con el nombre de Tao (ahora parte de los barrios pujantes de la ciudad oriental). Era propósito de los tales pasar a degüello a la población blanca, entrar a saco en sus viviendas y constituir luego un gobierno local propio. Debió de estallar el 15 de agosto del año 1809, pero develado (descubierto) a tiempo por gracia de un hecho casual, la justicia del rey y la vindicta pública cayeron sobre los complotados, no sin extremar las medidas de punición y así acabó todo”.
Es conveniente recordar que los esclavos haitianos consiguieron liberarse en 1808 del régimen colonial que resistían allí, es decir, en el mismo período histórico del frustrado alzamiento de los negros en Santa Cruz.
Discurso y acción de cruceños
Los universitarios de Charcas (cruceños entre ellos), se sabe y se acepta, fueron los que circularon las ideas independentistas en la tierras de indias o de la colonia española. Ellos fueron los precursores, en el caso cruceño incluso antes que los militares formados en los campos de batalla y no en academias castrenses.
Conocido es también que los alzados en Chuquisaca fueron enviados con el discurso y la experiencia de la insurgencia del 25 de mayo de 1809. Dos de ellos fueron destacados a Santa Cruz. Sobre ese momento crucial, Sanabria cuenta:
“Hijo de padre español y madre cruceña y recientemente doctorado por la universidad de Charcas, Antonio Vicente Seoane fue el comisionado para tal efecto en la ciudad natal. En su compañía y con igual cometido vino otro doctor de Charcas, Juan Manuel Lemoine. Juntos los dos hubieron de entenderse con algunos que simpatizaban con aquellas ideas. La labor de los emisarios fue coronada por el éxito, pues, entre varias otras, consiguieron ganar la adhesión de un militar, el coronel Antonio Suárez”.
El capitán Eustaquio Moldes, fue enviado desde Buenos Aires, con una misión similar a la de Seoane y Lemoine y con el encargo de apurar la acción por la independencia en Santa Cruz.
Ese alzamiento tiene lugar, como es sabido, un día como hoy, en 1809, reiteramos.
El jefe de la plaza, por los realistas, era José Miguel Becerra, el que consiguió alinear al capellán en la ciudad, el padre Salvatierra. Ese jefe consigue retomar la ciudad y decide imponer un régimen de fuerza para restablecer el orden.
Sanabria nos pone al tanto en los términos que siguen:
“Becerra quiso ahogar en sangre el movimiento criollo. En lo que va de mediados de abril de 1811 a principios de 1813 mandó fusilar o infligir crueles castigos de escarmiento a los más comprometidos en el alzamiento de septiembre, disponiendo, además, confiscaciones de bienes, secuestros y otras medidas de igual índole, destinadas a sembrar el escarmiento. Digno colaborador suyo en estas actividades fue el coronel Antonio Landívar y Zarranz, a quien dio carta blanca para operar de igual modo en los poblados cruceños de la sierra, tales como Vallegrande y Samaipata”.
El historiador del que seguimos la información y el análisis históricos añade:
“Becerra y Landívar fueron llamados desde entonces los ‘Desorejadores’, mote con que hasta hoy les conoce la tradición” (1973).
El caudillo Warnes
El argentino D. Manuel Belgrano, sin duda, apoyado en los triunfos logrados en Tucumán y Salta, en la guerra emancipatoria que allí se desplegaba y que también estudió Sanabria, nombra como gobernador de Santa Cruz al coronel porteño Ignacio Warnes. Sobre él, el historiador vallegrandino y cruceño dice:
“Hombre de gran personalidad y espíritu de acción e imbuido de las nuevas ideas que irradiaban de Buenos Aires, el coronel Warnes vino a encauzar la corriente de insurgencia hacia la consecución de una libertad irrestricta con respecto a la metrópoli española. Fue él quien trajo la novedad de llamar ‘patriotas’ a los rebeldes criollos, dejando el de ‘realistas’ a los partidarios de mantenerse debajo de la autoridad del rey hispano. Pero apenas llegado hubo de adquirir noción de que las cosas no andaban en Sant Cruz del modo que cuadraba a sus ideas”, señala Sanabria.
Este historiador en el libro que consultamos para estas anotaciones, describe que entre las bases de los amotinados en Santa Cruz había tres corrientes: la de “poseedores de los privilegios” que apostaba para a que las cosas sigan como antes; la segunda que asumía una “postura de pasividad e indiferencia” y la tercera que estuvo representada por los que hacían propias “Las ideas y los sentimientos antiespañoles, o por mejor decir antirrealistas, (las que) sólo habían podido encarnar entre las clases sociales de menor valimento (los pobres) y entre los grupos de ascendencia terrígena o africana, que eran cortos en número”.
El historiador René Arze Aguirre sostiene que las masas, el pueblo, jugó un papel decisivo en la guerra (y la guerrilla) por la independencia de lo que ahora es Bolivia.
En coincidencia con este punto de vista Sanabria nos ofrece un relato de lo que tuvo que hacer Warnes para contar con su propio ejército. Citamos:
“Warnes tuvo que emprender, como primera medida, una enérgica campaña civil para acabar con esas prevenciones y ganar adeptos. Pero estaban aquéllas tan hondamente arraigadas que sólo su tesonera acción y su encanto personal fueron parte de influir en los ánimos y acreditarle como caudillo de la nueva causa. Aun así, al ponerse en la obra de reclutar tropas para la lucha, difícil le fue tomar hombres de entre las clases prominentes y tuvo que recurrir a las humildes, al camba sencillo y cordial de la ciudad y el campo y al esclavo de color. Un decreto suyo, que se anticipó a la ley dictada por el congreso de Buenos Aires del año 13, dispuso que todos esclavo que sentara plaza quedaba automáticamente libre. Con ellos formó el batallón de infantería llamado de ‘los Pardos Libres’ y con los otros los de lanceros y fusileros”.
El caudillo Warnes consiguió que en la ciudad oriental se instale un taller de armería y una fábrica de explosivos.
La guerrilla combatió especialmente, en un momento de repliegue táctico, pero para continuar la lucha emancipadora. Sobre ese asunto, el mismo Sanabria Fernández en la publicación citada destaca:
“Aquellos eran tiempos en que la enconada lucha había entrado en la fase llamada ‘de las guerrillas’, por haber desaparecido con la derrota de Belgrano en Vilcapugio y Ayohuma, los encuentros campales entre ejércitos regulares. Del lado de los patriotas surgió la partida que hostigaba, arremetía y corría a refugiarse en determinado lugar, que a las tropas contrarias no era tan fácilmente accesible. El jefe de la partida constituíase en caudillo local que se arrogaba funciones de gobierno dentro del territorio. Es lo que ha dado en llamarse la ‘republiqueta’ de las que hubo muchas en todo el Alto Perú”. Y destaca entre aquellas las organizadas por los jefes guerrilleros: Chinchilla, Camargo, Padilla (Azurduy), Méndez, Lira, Muñecas, Cáceres, los Lanza, entre los más conocidos.
En la semblanza que Sanabria ofrece del jefe militar y guerrillero Ignacio Warnes, como tiene que ser toda semblanza, señala también los desaciertos como complemento imprescindible de los aciertos. Seguimos la cita del destacado historiador, cuyo centenario de su natalicio será el 12 de diciembre de este año y que los cruceños preparan una celebración.
Es importante mostrar, como lo hace el historiador al que recurrimos para este trabajo, que Warnes estuvo subordinado a Belgrano.
Y sobre el caudillo afirma:
“Pero las incidencias de la lucha por él emprendida (Warnes) o, con más probabilidad, su exaltado individualismo, lleváronle a asumir funciones de autonomía casi absoluta y, en cierto momento, a negar toda subordinación a quien quiera que fuere. La republiqueta de Santa Cruz llegó, pues, a ser tal en el más amplio sentido de la palabra. De haber sobrevivido Warnes hasta el colapso final de la causa española en 1825, no es aventurado suponer que hubiera llevado al pueblo cruceño por otros caminos”.
¿Warnes hubiera fundado otro Estado en la republiqueta cruceña? Dejamos hecha la pregunta para formular otra: ¿Esa republiqueta tan autónoma, como se dice que fue, es un antecedente del régimen autónomo que sobre todo los sectores dominantes de la actual sociedad cruceña siguen planteando porque alegan que la actual autonomía ha sido cercenada?
Sanabria escribe sobre dos campañas emprendidas por Warnes contra la corona española. “Tuvo que actuar en la primera, mal de su grado, bajo las órdenes del caudillo Arenales que le urgió unírsele frente al peligro que se cernía sobre ambos, con la presencia del realista coronel Blanco, y culminó con la victoria de Florida, alcanzada el 25 de mayo de 1914. La segunda la emprendió solo, en los meses de octubre y noviembre del año siguiente, y en ella obtuvo la victoria de Santa Bárbara. Empañó esta última —añade el historiador— con crueles medidas inmediatas, como el incendio del pajonal donde se debatían los heridos del bando contrario, que no eran precisamente españoles, sino pobres indígenas reclutados a la fuerza por los jefes realistas Udaeta y Altolaguirre”.
Es posible parafrasear a Neruda para hablar del caudillo Warnes. Es posible afirmar de él que tuvo un momento de fulgor y también de caída.
Y su caída fue en las pampas del Pari, ocasión en la que las fuerzas patriotas se batieron contra las del jefe realista, Javier de Aguilera, “de notable alcurnia criolla”. Allí murió el coronel Ignacio Warnes, héroe de la guerra regular y de las guerrillas por la independencia de nuestro suelo, a pesar de todo.
Guerrilla liberadora
El historiador Jorge A. Ovando Sanz es el que afirma que, antes de las batallas de Junín y Ayacucho, consideradas victorias estratégicas de los patriotas, el territorio que ahora es Bolivia fue liberado, básicamente, por la guerra de guerrillas. La demostración de ese aserto es que en la mayor parte del Alto Perú se organizaron las republiquetas, es decir, los territorios liberados por un ejército irregular, integrado por los más desvalidos, para decirlo con el verbo de Sanabria.
Los combatientes de la republiqueta cruceña jefaturizada por Warnes fueron los cambas sencillos, esto es, por los empobrecidos. Los que lucharon a órdenes de los otros jefes guerrilleros por la independencia tenían una procedencia social parecida.
Con el nombre de Melitón Zurita (seudónimo de Jorge Alejandro Ovando Sanz) escribió un ensayo sobre la formación del Estado boliviano de 1825, artículo del que reproducimos las notas 10 y 11:
“10. En 1817 Buenos Aires dejó de intervenir en la Audiencia de Charcas limitándose a resguardar sus fronteras del norte: En la Audiencia se amplió masivamente el movimiento guerrillero y de formación de extensas áreas liberadas del dominio español, que tomaron el nombre de Republiquetas. Esta denominación no aparece, sin embargo, en la documentación oficial de los jefes patriotas, y tiene sobre todo una significación peyorativa, tanto entre las autoridades libres de Buenos Aires, cuanto en las de las autoridades españolas de Lima. Los territorios libre abarcaban más de tres cuartas partes del territorio de la Audiencia. El dominio español se manifestaba solamente en las ciudades más importantes, como La Paz y Potosí , en general, en una línea de comunicaciones de carácter militar entre éstas. Por supuesto que las fuerza independientes de Charcas estaban constituidas por criollos y por indígenas siendo las republiquetas indígenas más estables y combativas”.
“No es posible interpretar el movimiento independentista de la Audiencia, sin tomar en consideración el fenómeno de las republiquetas, que reflejaba el movimiento de liberación de la sociedad criolla charquense y de las sociedades indígenas, unidas en un objetivo común de alcanzar la libertad del país”.
“11. La situación de opresión de las sociedades indígenas, se mantuvo sin variaciones durante la guerra de la independencia, cuyo carácter era fundamentalmente favorable a los intereses de las clases dominantes de la sociedad criolla y que estaba dirigida por éstas. Los tributos siguieron cobrándose, con la agravante de que estaban sujetos a las contingencias del financiamiento de la guerra, tanto de los patriotas, cuanto de los españoles u, en consecuencia, se duplicaban en el caso de haber sido percibidos antes por unos y después por otros. Las disposiciones legales de la junta de Buenos Aires, suprimiendo los tributos, etc., no tuvieron aplicación, ni siquiera durante la permanencia de las tropas argentinas en el territorio de la audiencia”.
Finalmente —dice Ovando— el movimiento de liberación de la Audiencia culminó en 1824 y principios de 1825 con la formación de más amplias republiquetas que comprendían casi la totalidad del territorio de la Audiencia y con movimientos libertadores en las ciudades criollas. La única ciudad que fue mantenida bajo la dominación española en ese momento fue Potosí el centro minero más importante de los españoles en América del Sur”.
Esos fragmentos del trabajo de Ovando confirman la afirmación de que las republiquetas, como la comandada por Warnes en Santa Cruz, contribuyeron también decisivamente en la articulación del Estado boliviano de 1825.
Conclusiones necesarias
1. Hubo factores materiales, económico-sociales, que determinaron las acciones libertarias en lo que ahora es Bolivia y, por tato, en Santa Cruz.
2. Las ideas liberadoras llegaron a Santa Cruz especialmente de Charcas y, también, de Buenos Aires.
3. En las batallas se formaron los ejércitos de los patriotas, los que libraron una guerra convencional.
4. Sin embargo, en momentos de las derrotas de los ejércitos convencionales, una guerra de guerrillas liberó a la mayor parte del territorio boliviano actual.
5. Esos territorios liberados fueron las republiquetas. La de Santa Cruz, comandada por el caudillo Warnes, fue la que obtuvo la mayor autonomía, es decir, se dotó de un gobierno propio en los hechos.
6. El pueblo fue la fuerza decisiva en la guerra y las guerrillas por la independencia del colonialismo español, en el caso cruceño fueron los cambas sencillos los abanderados de esas luchas independentistas.
7. No obstante, grupos de gente desposeída también se incorporó al ejército del rey de España o fue enrolada a él a la fuerza.
8. En Santa Cruz, como en casi todo el Alto Perú, confluyeron decisivamente como formas de la lucha: la guerra convencional de los ejércitos formados en las batallas de entonces y una guerra de guerrillas con gente del pueblo como combatientes y como comandantes guerrilleros.
La Paz, 24 de septiembre de 2012.
José María Pérez Camacho
[1] Hernando Sanabria Fernández. Breve historia de Santa Cruz, Librería Editorial “Juventud”, La Paz, Bolivia, 1973. Para esta ponencia hemos consultado especialmente el capítulo VII de este libro, es decir, páginas 69-82.
[2] Para esta ponencia, en el concepto pueblo, durante la guerra y la guerrilla por la independencia, incorporamos a los de abajo, a los sectores dominados y esquilmados (entre los que reconocemos excepciones).
Es decir, hablamos de criollos (hijos de españoles nacidos en las colonias o tierras de indias), los mestizos, los indígenas, los campesinos, esclavos (población negra procedente de África), mulatos y de manera particular los mitayos.