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Programa de Morales es para reformas dentro del capitalismo

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Las tareas propuestas por el binomio Morales-García para las elecciones del próximo 12 de octubre —que no va más allá de las reformas dentro del sistema capitalista—, se ejecutarían, varias de ellas, hasta el 2025, bicentenario de la fundación de Bolivia.

El actual canciller boliviano, David Choquehuanca, hace meses dijo que sus parciales lo van a respaldar electoralmente, a Evo Morales, el 2014, el 2020 y el 2025. Esas declaraciones fueron publicadas en el diario gubernamental Cambio por lo que no es sospechoso, que en este caso, falte a la verdad.

Ese “aviso” del Canciller ha sido reforzado por una nota firmada por Katu Arkonada, que reproducimos en este número de Aquí 175 el que, además, difunde Rebelión y Le Monde Diplomatique, edición boliviana en español. En ese artículo, los propósitos electorales de los oficialistas son dichos de manera franca, en aquella pieza periodística: los gobernantes necesitan conseguir o mantener dos tercios en la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP), el 12 de octubre. Luego, con esos dos tercios plantearían que un referéndum modifique la norma constitucional que prohíbe la reelección indefinida de Juan Evo Morales Ayma. Según el articulista citado, no hace falta buscar otro candidato que sustituya a Morales, además, tampoco existe.

Arkonada, al tiempo de analizar el programa de gobierno de los actuales gobernantes, muestra que varios de las metas que allí se trazan, serán conseguidas el 2025.

Sobre los doce puntos del programa del actual Presidente-candidato es necesario decir que ninguno de ellos ayudaría a cambiar el sistema, en realidad se trata de una propuesta de reformas. La orientación principal de ese programa parece estar destinado a que incluso empresarios, como los de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO), voten por esas metas programáticas. Leamos:

“La reducción de la extrema pobreza” a 0 hasta el 2020, dice el objetivo número 1.

Entre la gente del pueblo no debe existir compatriota alguno que deje de respaldar ese objetivo. Incluso entre los empresarios no faltan los que ven la prosperidad de sus negocios y apoyan una meta como aquélla porque así se ampliaría el mercado interno y ellos seguirían ganando tanto o más que ahora con Morales.

Pero no olvidamos ni debemos olvidar que el Presidente, cuando ejercía su primer mandato y cuando muchos más le creían (y le creíamos) dijo que en seis años Bolivia iba a igualar a Suiza, en el desarrollo económico. Hace mucho menos tiempo que los gobernantes actuales aseguraron que en el TIPNIS acabarían con la pobreza extrema en dos años. Y hubo gente, incluidos indígenas, que creyeron que esa realización sería tal.

Si se acabaría con la pobreza extrema, no se acabaría con la pobreza (no extrema). De modo que habría pobreza después de 2020.

Esa meta fundamental, aunque no lo digan los gobernantes, al parecer pretenden lograrla “para vivir bien”, sin tocar las formas de producir bienes y servicios en Bolivia, es decir, sin alterar sustancialmente el capitalismo dependiente y atrasado que sigue vigente.

“La universalización de los servicios básicos”, es la segunda promesa electoral de Morales-García: hasta el 2020, en el área urbana, para todos habrá agua potable, electricidad y alcantarillado para el 80 por ciento de la población. En el campo los masistas ofrecen, también agua potable y electricidad para el 80 por ciento de la gente y alcantarillado para el 60 por ciento. Ofrecen, asimismo, un millón de conexiones de gas a domicilio.

Las Naciones Unidas plantearon que hasta el año 2000, en el mundo, se contaría con aquellos servicios básicos. Esa meta no se consiguió en esa fecha y se estableció que esa meta debía conseguirse el 2015. Veremos qué países consiguen esas metas del milenio.

Citamos el caso porque para contar con esos servicios en nuestro país será necesario aumentar la producción de bienes y de servicios. Pero hay algo que es elemental: a mayor crecimiento corresponde (aunque no siempre) mayor desarrollo humano.

Sin embargo, en este punto cabe subrayar que esos servicios, que entre nosotros deben organizarse “para vivir bien” de verdad, se los concede como parte de un marcado asistencialismo-paternalismo del Presidente, lo que es un craso error. Esos servicios tienen que ser mucho mejores, como no son ahora, pero tendrían que ser el resultado del crecimiento económico para que sean, entre otras cosas, sustentables en el tiempo.

El Seguro Universal de Salud, a un poco más de las dos terceras partes de los bolivianos hasta el 2020, dice la promesa electoral de los dos principales mandatarios que son a la vez candidatos a la tercera elección, en contra de la Constitución Política del Estado boliviano.

“La revolución tecnológica y científica” es la cuarta meta programática suya. En esta materia es patente nuestro atraso abismal respecto de Suiza, país al que Evo Morales dijo que igualaría Bolivia en seis años. Los entendidos, hace décadas y la práctica hace tiempo similar, demuestran que la ciencia es una fuerza productiva directa y el desarrollo de la tecnología va pareja a la ciencia. De ese punto de llegada nosotros estamos muy lejos, pero hay que empezar, lo que entendemos nosotros no será posible si el país continúa dentro del capitalismo dependiente y atrasado, todavía dominante en el país.

“La industrialización” del país es la quinta divisa masista. Algo similar y con fuerza emprendieron los movimientistas en lo que llamaron y llaman Revolución Nacional. Si la industrialización de este tiempo es como las de papel, cartón, leche e incluso la de urea, es mejor reorientar ese cauce industrializador. La industrialización, como plantean los gobernantes, es una tarea por la que apuestan empresarios que tienen incluso más inventiva que los inquilinos del Palacio de Gobierno, para promover un desarrollo dentro del actual sistema.

Para la explotación del litio se anuncia 800 millones de dólares, en tanto que la industrialización de ese recurso valiosísimo sólo será posible con el conocimiento y la tecnología de empresas transnacionales, lo que ahora callan los gobernantes y los encargados de ese proyecto. El programa —quizá se alegue que la naturaleza de ese documento no lo permite— también calla que litio metálico y la producción a escala industrial de baterías de litio sólo serán posible con esos dos elementos fundamentales que poseen las corporaciones extranacionales: conocimiento científico y tecnología de punta.

El Presidente-candidato ha dicho que está “enamorado” de la energía y que se produciría en Bolivia, hasta el 2010, 1.672 MW (megavatios) de potencia. 1.000 para la exportación, a Brasil, especialmente. (Un megavatio quiere decir un millón de vatios). Dirigentes populares, los primeros años de gobierno de Morales, le dijeron a éste que, por ejemplo en Pando, debía producirse energía por la acción de la luz solar, por la fuerza de los vientos y por el uso de la biomasa, y agregaron que no les interesaba que se produzca energía en represas del río Madera porque aquélla sería, básicamente, para vender fuera del país, a costa de inundaciones, deforestación, pérdida de biodiversidad, enfermedades, mortandad de peces y sacrificio de castaña y cultivos del lugar, según varias fuentes. Asimismo, crece cierta oposición a que se instale una represa, para producir energía destinada a la exportación, en Cachuela Esperanza, con el uso de las aguas del río Beni.   

Sexta propuesta del MAS: “Producción de alimentos”. En vez de aumentar, ese año, la producción de trigo disminuyó debido a las inundaciones y/o sequía en el valle cochabambino, para citar el caso. Ahora Bolivia produce menos del 40 por ciento del trigo para el “pan de cada día” que necesitamos. El riesgo es que continúe y se acelere la agricultura extensiva en vez de la intensiva, esto es, producir mucho más en menor espacio geográfico. Respecto de la agricultura, el actual Vicepresidente, también candidato a la tercera elección, dijo en un círculo cerrado de sus amigos y socios, que no importa que nuestro país pierda todos sus bosques en aras de aumentar la frontera agrícola. Se sabe que, ahora, son más los alimentos que se internan al país, sobre todo de contrabando, tales como: tubérculos, hortalizas, frutas… Recordemos, asimismo, que en el Polígono Siete, ex TIPNIS (Chapare), creció la frontera agrícola al ritmo en el que desapareció el bosque, la biodiversidad, en suma, el hábitat natural de los indígenas. Éstos en el Polígono Siete han sido convertidos en semi-asalariados y asalariados, lo que algunos creen que es avanzado.

“Agua para la Vida”, una sonora consigna masista. Agua para el consumo humano, animal y para riego. En los años 70 y 80, entre los grupos dominantes, se difundía con una ligereza a la vista que el recurso agua en Bolivia era ilimitado. Actualmente, muchas de las cuencas: ríos, lagos, lagunas, corrientes subterráneas (El Alto, en La Paz) están contaminados o se contaminan y nada serio se hace para preservar esas reservas y la descontaminación es una tarea de la apenas hablan los gobernantes y sectores sociales dominantes. Un comentarista del Programa del MAS miente cuando dice que en ese documento se propone “manejo del agua y del riego, los recursos forestales y la biodiversidad.”

Ese mismo comentarista dice: “El octavo reto del programa del MAS para el 2020 es el de la integración carretera, aérea, ferroviaria, fluvial y de transporte por cable con la ampliación del Teleférico de La Paz a otros barrios y zonas como principal propuesta.” Sin embargo, ese “propagandista” calla que uno de los caminos que, según ese Programa debe construirse, es el que uniría Villa Tunari (Cochabamba) con San Ignacio de Moxos (Beni), es el camino de la discordia. Al menos los gobernantes plantean expresamente la construcción de esa vía. Al revés: Fernando Vargas, candidato a la Presidencia de Bolivia, por el Partido Verde de Bolivia (PVB), dijo que aquel camino no se construirá porque los indígenas lucharán para impedirlo. Alejandro Almaraz, candidato a senador por Cochabamba en las listas del PVB ha dicho, dentro de su campaña electora, que ni en 100 años será abierto ese camino. Esa sería una vía al gusto de las empresas transnacionales que operan en Brasil.

Novena meta:  “Ampliación de las rentas y bonos de acuerdo al crecimiento de la economía”. Esos bonos se presentan como un regalo del Presidente, distribuidos por los presuntos amigos de los niños: los militares, lo que cuando menos es una afirmación dudosa. Otro efecto negativo es que los bonos son asumidos y entregados como un comportamiento “asistencialismo”, lo que anula un elemento que debía fortalecerse: que esos bonos debían ser un mecanismo, modestísimo, de la distribución de los bienes y servicios que producimos los bolivianos. Pero los bonos jamás reemplazarán al salario con el que tendrían que vivir bien los bolivianos. Aunque actualmente los gobernantes y sus socios sí que viven bien y muy bien.

“País soberano y seguro”, es la décima promesa electoral. Lo uno y lo otro, en mucho, son un postulado, un deber ser. Nosotros también queremos que así sea. Bolivia no es un país plenamente soberano cuando ni siquiera considera la nacionalización de la Empresa Minera San Cristóbal porque los gobernantes ceden a presiones de sus dueños y de sus aliados. Además, el presidente Morales quiere socios como los de esa empresa, a los que él no los considera patrones, aunque son tan explotadores y opresores como los que más.

Además, los gobernantes prometen afianzar la seguridad ciudadana, en lo que los electores no creen, así como cada vez más bolivianos no creen (no creemos) en que los gobernantes combaten el narcotráfico porque permiten más y más cultivos de coca, la que se usa para producir cocaína, especialmente la del Chapare.

La undécima propuesta de los gobernantes, que buscan su tercera elección, es la “Revolución de la justicia”. Los mismos gobernantes y no otros dijeron que la elección, en las urnas, de los jueces supremos, además de ser una innovación de alcance mundial, sería el camino para cambiar la justicia. Ahora sin decir una palabra de autocrítica proponen la revolución de aquélla. Nosotros afirmamos que mientras no haya una verdadera revolución democrática, popular, antiimperialista y revolucionaria, no habrá una revolución en la justicia ni una nueva justicia.

La undécima  propuesta programática contiene temas internacionales: La diplomacia de los pueblos, que dice aplicar el Presidente boliviano, pero no siempre es de los pueblos la que aplica. Continuar por la vía de la Cumbre del G77+China, no es un camino antiimperialista por el que sigue, por ejemplo, el Movimiento de los Países No Alineados. La Reforma de las Naciones Unidas, es una necesidad de alcance mundial y es una propuesta hecha por otros Estados, por lo que los inquilinos del Palacio Quemado en éste, como en otros temas, nada tienen de originales.

El Programa de Morales y de García es para reformas dentro del capitalismo dependiente y atrasado, no es para “radicalizar” el cambio, como sueñan despiertos compañeros de la izquierda con lo que muestran su extravío lamentable.

Los que voten por ese binomio deben saber que no votarán por ninguna revolución democrática y cultural sino por reformas cada vez menos avanzadas que las emprendidas en el primer mandato de Morales-García, los que ahora acomodan sus metas programáticas para que por ellas y por ellos voten empresarios y sus socios económicos y políticos.

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