editorial
“El grupo de los 77 es la organización intergubernamental de países en vías de desarrollo más grande en las Naciones Unidas, la cual provee a los países del sur de los medios para articular y promover sus intereses colectivos económicos y el mejoramiento de su capacidad conjunta de negociación respecto de los grandes temas económicos dentro del sistema de las Naciones Unidas, así como la promoción de la cooperación Sur-Sur para el desarrollo”, señala una publicación de Internet de modo que pretende ser aséptica, es decir, neutral, lo que es muy difícil.
En este número 169 de Aquí publicamos una nota en la que nuestros lectores encontrarán la cita precedente y las actividades del Grupo de países y de gobiernos.
“Además de resoluciones y decisiones iniciadas por el Grupo de 77 en la Asamblea General de la ONU y sus Comités, tanto como de varios cuerpos de NN.UU. y de sus agencias especializadas, el Grupo de 77 produce declaraciones conjuntas, programas de acción y acuerdos acerca de temas de desarrollo”, expresa ese documento.
Antes de constituirse el Grupo 77, el Che en una conferencia sobre comercio y desarrollo, en Ginebra (Suiza, 1964), en el marco de la ONU, en un discurso suyo, opina sobre lo que debía ser la actividad de los países llamados en desarrollo. Citamos al Comandante de América:
El Che dijo que “basará su análisis en su condición más importante y positiva: la de un país que construye el socialismo.” Y agregó: “En su condición de latinoamericano y subdesarrollado se unirá a las demandas principales de los países hermanos, y en su condición de agredido denunciará desde el primer momento todas las maquinaciones tramadas por el aparato de coerción del poder imperial de los Estados Unidos de América.”
Afirmó: “Entendemos claramente y lo decimos con toda franqueza, que la única solución correcta a los problemas de la humanidad en el momento actual, es la supresión absoluta de la explotación de los países dependientes por los países capitalistas desarrollados, con todas las consecuencias implícitas en este hecho.”
“Hemos venido aquí con clara conciencia de que se trata de una discusión entre representantes de aquellos pueblos que han suprimido la explotación del hombre por el hombre —siguió el Che—, de aquellos países que la mantienen como filosofía de su acción y del grupo mayoritario de los que la sufren, y debemos establecer el diálogo, partiendo de la realidad de estas afirmaciones.”
Anotó: “El mundo tiene hambre, pero no tiene dinero para comprar comida, y paradójicamente en el mundo subdesarrollado, en el mundo del hambre, se desalientan posibles expansiones de la producción de alimentos para mantener precios, es decir, para poder comer. Es la ley inexorable de la filosofía del despojo, que debe cesar como norma de relaciones entre los pueblos.”
Añadió: “Igualmente la nueva división del trabajo deberá lograrse a través de la restitución de los mercados para los productos tradicionales de exportación de los países subdesarrollados que les han sido arrebatados por las medidas artificiales de protección y estímulo a la producción de los países subdesarrollados.”
El presidente de Chile, Salvador Allende (1972), en una reunión de la conferencia sobre comercio y desarrollo, UNTAC III, refirió:
“La primera constatación es que nuestra comunidad no es homogénea, sino fragmentada en pueblos que se han hecho ricos y pueblos que han quedado pobres. Más importante aún es reconocer que, incluso entre los pueblos pobres, existen por desgracia países todavía más pobres; y existen también muchos en condiciones especialmente insufribles potencias foráneas dominan su economía; el extranjero ocupa todo o parte de su territorio; padecen todavía el yugo colonial; o tienen la mayoría de su población sometida a la violencia del racismo y del apartheid. Peor aún en muchos de nuestros países hay profundas diferencias sociales que aplastan a las grandes mayorías, beneficiando a reducidos grupos de privilegiados.”
“La segunda comprobación es que nosotros, los pueblos pobres, subsidiamos con nuestros recursos y nuestro trabajo la prosperidad de los pueblos ricos. No se trata de reiterar aquí denuncias de injusticias, sino de comprobar que la estructura de intercambio internacional, tal como actúa, se ha vuelto un instrumento expoliador que succiona a los pueblos menos desarrollados.”
Una tercera constatación es que este orden económico financiero comercial, tan perjudicial para el Tercer Mundo precisamente por ser tan ventajoso para los países opulentos, es defendido por la mayor parte de éstos con infatigable tenacidad, con su poderío económico, con su influencia cultural. Y, en algunas ocasiones y por algunas potencias, a través de casi irresistibles presiones, a través de intervenciones armadas que violan todos los compromisos asumidos en la Carta de las Naciones Unidas.”
En ese discurso Allende, plantea “caminos de ruptura con el atraso”
“Cabe preguntarse si nosotros, pueblos pobres, podemos hacer frente a este desafío a partir de las situaciones de dominación o dependencia en que nos encontramos. Primero debemos reconocer que viejas debilidades nuestras, de distinto orden, contribuyeron considerablemente a perpetuar las formas de intercambio desigual que condujeron a una trayectoria, de los pueblos, también desigual.”
“Por ejemplo, la connivencia de ciertos grupos dominantes nacionales con los factores causantes del atraso. Su propia prosperidad se basaba, precisamente, en su papel de agentes de la explotación foránea.”
“No menos importante ha sido la alienación de la conciencia nacional —sigue Allende—. Ésta ha absorbido una visión del mundo elaborada en los grandes centros de dominación y presentada con pretensión científica como explicación de nuestro atraso. Tales teorías atribuían a supuestos factores naturales como el clima, la raza o la mezcla de razas, o el arraigo a tradiciones culturales autóctonas, la razón del estancamiento inevitable de los continentes en desarrollo. Pero no se ocuparon de los verdaderos causantes del retardo, tales como la explotación colonial y neocolonial en el plano externo, y la explotación clasista en el interno.”
“Otra culpa que debemos mencionar es que el Tercer Mundo no ha logrado todavía la unidad total respaldada sin reservas por cada uno de nuestros países. Esta nos habría permitido presionar en favor de soluciones justas y viables para reestructurar las relaciones económicas con las naciones desarrolladas.”
“La superación de estos errores debe tener prioridad. En el mismo sentido se expresan la Carta de Argel y la Declaración de Lima de los 77.”
El entonces Presidente de Chile habló también del “esfuerzo interno de los propios países en desarrollo”:
“Los gobiernos de los países del Tercer Mundo han formulado ahora una filosofía mucho más consciente y acorde con la realidad de hoy. Así la declaración de Lima, junto con reiterar la enfática afirmación de la Carta de Argel de que la responsabilidad primordial de nuestro desarrollo nos incumbe a nosotros mismos, certificó el compromiso de sus firmantes de efectuar las reformas necesarias en sus estructuras económicas y sociales para movilizar plenamente sus recursos básicos y asegurar la participación de sus pueblos en el proceso y en los beneficios del crecimiento. Condenó, asimismo, toda forma de dependencia que pueda contribuir a agravar el subdesarrollo.”
Esos los postulados del Grupo 77, ahora más China, porque al comienzo este país, no asistió a la Conferencia sobre Comercio y Desarrollo (Ginebra 1964) y tampoco lo hicieron: la República Democrática de Corea, la República Democrática de Vietnam y la República Democrática Alemana. Asistencia que reclamó el Che en el discurso que citamos en esta nota.
En este espacio y la próxima semana opinaremos sobre la conferencia del G 77 + China realizada en Santa Cruz.
Esa es una conferencia celebratoria de los 50 años de existencia de ese grupo de países. Sin embargo, se aprobará una declaración final que debemos analizar.