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Es imposible el Estado plurinacional con las viejas FF.AA.

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editorial

La demanda de suboficiales y sargentos, para que una reforma a la Ley respectiva acabe con el colonialismo en las Fuerzas Armadas bolivianas y el conflicto en desarrollo — el que quieren desbaratar gobernantes y comandantes de los uniformados—, evidencian que en lo esencial, esos destacamentos castrenses tienen una estructura destinada a la defensa del viejo Estado boliviano el que, para nosotros y para los que piensan por cuenta propia, debió ser destruido para construir otro sobre sus escombros… Algunos, en cambio, siguen soñando que están construyendo un nuevo poder o que ya tienen el Estado plurinacional, que sería el Estado integral de Gramsci, teórico de la política y fundador del Partico Comunista Italiano.

Las fuerzas armadas (ejército) y la burocracia son componentes de todo Estado, del boliviano por tanto. Esta afirmación marxista y leninista, en consecuencia, la pueden o no compartir incluso los que se llenan la boca con citas del estudioso italiano, como el Vicepresidente (presunto portador de las ideas de los gobernantes). Sin embargo, las instituciones armadas son la fuerza de sustentación de los Estados y el presidente Morales cada vez se encarga de mostrar esa realidad de su gobierno y hasta dice que una de sus escuelas, en la que se formó, fue el servicio militar obligatorio. (Sus otras dos escuelas, según dijo, más de una vez: son la de Orinoca y la Federación de Cocaleros del Trópico cochabambino).

Sin embargo, esa realidad castrense contemporánea muestra que es falso que el Ejército boliviano sea anticolonial y antiimperialista desde la Batalla de Aroma (1810) por la primera independencia de lo que ahora es Bolivia. Esos hechos refutan al Presidente.

Jefes militares, incluso para medios de difusión, dicen que las FF.AA. bolivianas no dependen de ninguna institución internacional desde 2006, es decir, desde el primer mandato de Juan Evo Morales Ayma. Por tanto, estarían descolonizadas.

A pesar de todo lo dicho, las actuales FF.AA., después de que fueron derrotadas y destruidas por la insurrección popular de abril de 1952, son reorganizadas, refundadas como se decía en otro momento, por la Misión Militar Americana, a imagen y semejanza del Ejército de Estados Unidos. Esa reorganización de las fuerzas castrenses se lo hizo para un país capitalista, dependiente y atrasado, como el nuestro.

Algunos jefes militares, en una conducta contradictoria con su pasado, encabezaron procesos patrióticos, con algunos rasgos populares y antiimperialista incluso, pero que fueron cortos y los que, además, fueron derrotados. Se preservaba una de esas medidas tomada por el gobierno del Gral. Juan José Torres: la recuperación de las colas y de los desmontes (grandes reservas de estaño en Catavi-Siglo XX), pero hace poco el actual Presidente entregó la mitad de esas reservas a cooperativistas-empresarios para que éstos las exploten sin gastar en la preparación de la mina, como tienen que hacerlo los mineros asalariados. Vale la pena recordar, también, que fueron cooperativistas-empresarios (y dependientes explotados por éstos) los que saquearon los minerales de estaño y destruyeron la mina de Siglo XX.

Ante la privatización de la minería boliviana, una de las obras del actual gobierno, los miembros de las FF.AA. no dicen esta boca es mía y tampoco asumen una actitud destinada a la defensa de los recursos mineros del país.

Encargar tareas productivas a los militares es un buen deseo, pero éstos tienen como tarea esencial: la defensa de Bolivia. Defensa del país, aunque la CPE excluye la guerra como camino para resolver las diferencias, especialmente, entre Estados de la región latinoamericana y caribeña. Y si los uniformados cumplieran el mandato constitucional diríamos nosotros que hicieran mucho. Lo menos que tendrían que hacer las Fuerzas Armadas es cuidar las fronteras para enfrentar al contrabando de mercancías que circulan como Pedro por su casa. [1]

Las pocas ideas asumidas y divulgadas por los jefes militares bolivianos son tan vetustas como la estructura de esa institución armada. Esas envejecidas ideas afloran estos días del conflicto de jefes militares —mejor dicho gobierno y Estado— con suboficiales y sargentos.

Incluso antes que ideas, las que divulgan los jefes militares son frases gastadas: si quieren hablar los subalternos con sus jefes y con el Capitán General (el Presidente) tienen que solicitar las entrevistas por conducto regular; los miembros de las FF.AA. no deliberan y los subalternos obedecen órdenes de los superiores en grado; es un peligro que haya uniformados que deliberen; éstos ponen en riesgo la democracia cuando demandan la atención de antiguas reivindicaciones suyas; las FF.AA. fueron descolonizadas desde el 2006; no hay racismo en las instituciones castrenses porque al Colegio Militar “Gualberto Villarroel” ingresan hijos del pueblo; no hay privilegios en esas instancias de los uniformados, aunque las jubilaciones les aseguren una renta calculada en base a la totalidad de sus sueldos; los suboficiales y sargentos estudian en los institutos militares, sólo que reciben como máximo el título de técnicos superiores, por lo que no pueden ser licenciados ni ingenieros militares; se respetan los derechos de los subalternos, aunque las presiones como las bajas sin proceso debido, afecten a 715 de aquéllos…

La consigna de los jefes militares parece ser: todo se discute, entre uniformados, dentro de los cuarteles, pero para mantener el orden castrense existente, vale decir, la discriminación, el abuso de poder. Entre tanto demora el diálogo de suboficiales y sargentos, con mediación de la Defensoría del Pueblo y de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos de Bolivia. Y creemos que no habrá tal diálogo y menos con esa mediación. Respecto del diálogo se sigue aplicando el cliché: los miembros de las FF.AA. no deliberan obedecen. Si los jefes militares actuales no deliberan cuando se reúnen con el Presidente, quiere decir que las viejas FF.AA., por su esencia, siguen siendo las de antes.

Y siguen siendo las de antes. Otras o nuevas FF.AA. al menos discutirían siquiera las reformas urgentes que necesitan. Para nosotros aquí no hay ni revolución cultural ni revolución democrática, hay reformas que cada día pierden el contenido avanzado que tuvieron al comienzo del primer mandato de Juan Evo Morales Ayma.

Por lo dicho, en este último tiempo, a lo sumo se hubieran materializado reformas en las FF.AA. las que, ahora y en lo que resta del segundo mandato Presidente, las consideramos imposibles.

Al Colegio Militar “Gualberto Villarroel ingresan hijos de indígenas y quizá algunos lleguen a generales; pero los cambios no ocurrirán sólo porque haya más militares de origen indígena porque allí la formación es, básicamente, la misma. Además, en ese instituto de formación castrense apenas han sido cambiados ciertos programas de estudio, pero no hay certeza de que al menos hayan variado, con alguna significación, los libros que allí leen ¿Y la realidad se la lee? Incluso, por lo que sabemos, ni siquiera se leen los discursos del Presidente y del Vicepresidente, así como no lo hacen en la administración del Estado, entre los empleados públicos.

Un ejemplo más: En la Escuela de Cóndores (Sanandita-Tarija) la formación de los llamados oficiales de élite es similar, por contenido y forma, a la Escuela de las Américas de Panamá (que ahora funciona en Georgia, EE.UU).[2] Mejor dicho se trata de una escuela de asesinos, dicen activistas que defienden los derechos humanos en EE.UU. La de Sanandita mantiene esa luctuosa práctica: en el último tiempo, han sido golpeados por sus instructores hasta provocarles la muerte, los oficiales Poma y Espinal, para cuyas víctimas y sus familiares no les llega ni la justicia ni militar ni la ordinaria.

El conflicto castrense que comentamos presenta más o menos de cuerpo entero a las FF.AA. bolivianas y su laberinto (para decirlo con García Márquez). Las FF.AA. y su crisis, muy difícil y hasta imposible de remontar en las condiciones de un gobierno que se apoya en ellas, especialmente, en los jefes militares y en contra de suboficiales y sargentos, a pesar del origen indígena y campesinos de los subalternos.

Afirmamos, pues, que las viejas FF.AA. son el sostén del Estado plurinacional, el viejo Estado con afeites que mantienen su antigua esencia.

Por tanto, sobre las vetustas FF.AA. de nuestro país decimos, como la canción latinoamericana: “El que no cambia todo, no cambia nada.” 


[1] Tenemos sólo “voluntad” para controlar la frontera, dice Jefe militar. De Bolivia sale droga y de Chile entran‘chutos’. http://www.erbol.com.bo/noticia/seguridad/02052014/jefe_militar_de_bolivia_sale_droga_y_de_chile_entran_chutos

[2]La Escuela de las Américas, ahora llamado Instituto de Cooperación para la Seguridad Hemisférica (SOA/ WHINSEC por sus siglas en inglés) fue establecida en Panamá en 1946, y luego trasladada a Fort Benning, Georgia, EEUU en 1984.” Se lee en una nota difundida por Internet como una mirada desde Latinoamérica. 

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