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Será muy difícil vencer a la criminalidad en Bolivia

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El gobierno, según se advirtió en la reunión realizada hace días en Santa Cruz, carece de un criterio estudiado y completo sobre las causas de la criminalidad en nuestro país, la que provoca la inseguridad ciudadana que resulta incontenible, sobre todo este último tiempo. Además allí quedó claro que, entre los gobernantes, predomina la idea que para vencerla se deben aprobar y aplicar leyes e intensificar la represión policial y, quizá, militar.

 

Para nosotros, las principales causas de la criminalidad son: las condiciones de vida y de trabajo, la desocupación, el narcotráfico, la pobreza, la falta de servicios de salud gratuitos, las carencias alimentarias, las insuficiencias de la educación, la difusión de los crímenes por los medios, el alcoholismo y la drogadicción (causa y efecto de crímenes), entre otros. Es decir, son factores materiales (económicos y sociales), así como culturales e ideológicos (de la conciencia social) los que determinan la criminalidad. Son varios aquellos elementos por lo que no cabe, como sucedió en la capital del oriente boliviano, que se diga que son factores únicos o que alguno de aquéllos se sobrepone en las conductas criminales. Como añadido, el Presidente culpó a las telenovelas de las deslealtades conyugales, afirmación que, además de discutible, apenas orilla las causas de la criminalidad por lo que se difunde aquella desafortunada frase sólo porque la dijo el primer ciudadano del país.

Uno de los dirigentes de la nación camba, sin titubeos, hace tiempo dijo que el aumento de la criminalidad en la ciudad oriental y en aquella región se debía a que los policías eran "puros collas", de lo que deducía que la policía debía estar integrada sólo por gente oriunda de ese lugar.

Allí, en Santa Cruz, hay gente más o menos leída (se suele decir allá) que cree que algunos bolivianos nacen criminales. Eso afirmó un abogado, que ejercía la dirección del diario cruceño El Mundo, respecto de la entonces ministra de Gobierno, Alicia Muñoz. Añadió que bastaba ver la cara de la ex funcionaria pública para convencerse de que ella tenía los rasgos somáticos del criminal nato de Lombroso, una teoría derrotada por la propia vida hace tiempo, pero que para el entonces director del matutino citado, por lo que dijo, sigue vigente.

En la reunión de los tres poderes del Estado Plurinacional (no estuvo el nuevo poder electoral), se enumeraron las causas de la criminalidad (y se omitieron algunas esenciales), pero no se propusieron, con claridad, medidas preventivas destinadas a evitar los diversos crímenes, cuyas víctimas son los ciudadanos que viven (que vivimos) inseguros.

Como cuando se legisló contra el racismo y la discriminación, sensiblemente, ahora son innumerables los gobernantes (incluido el Presidente del Estado Plurinacional) que creen que la aplicación de leyes y la represión policial son los suficientes y hasta los únicos recursos que acabarán con la criminalidad y, en consecuencia, con la inseguridad ciudadana. Otros compatriotas, desde medios de difusión, comparten la tesis de la represión como único elemento para enfrentar y derrotar a la criminalidad.

La suma de factores que anotamos (materiales y culturales), como determinantes de la criminalidad, nos convencen de la necesidad de aprobar y materializar planes que combatan las causas de la criminalidad, aunque es cierto que simultáneamente se deben aplicar leyes y el control policial, pero, preferentemente, como actividad preventiva, antes que como misión represiva, reiteramos.

En nada exageramos al decir que en la medida en la que cambie la formación social boliviana, en esa dimensión se superará la criminalidad y, por tanto, la inseguridad ciudadana será cada vez menor. No sugerimos siquiera que esperemos vivir en esa nueva sociedad, con los brazos cruzados, para liberarnos de la criminalidad. Ni nos opondremos a las leyes que se recomendó proyectar y conseguir que la Asamblea Legislativa Plurinacional las apruebe. Ni rechazaremos la represión al delito con los procedimientos legales que existen en cantidad suficiente.

Tampoco soñamos con que en la nueva sociedad desaparecerá automáticamente la criminalidad. En las verdaderamente nuevas formaciones sociales hay delitos que sobreviven o cambian de forma y de actores. Sin embargo, en una nueva sociedad cuando menos son menores los factores materiales que determinan cierto tipo de delitos. Más aún, en una nueva sociedad, la seguridad ciudadana, con bastante frecuencia, está garantizada por la vía de la prevención de la criminalidad y con los controles necesarios que se articulan en la nueva sociedad.

En los ex países socialistas, a pesar de todo, existían controles sociales que, aunque no hayan logrado la perfección, coadyuvaron a mantener la seguridad ciudadana, como una actividad cívica y en un cauce de la defensa de la nueva sociedad.

Volvemos a lo principal del tema: Por lo que se ha dicho en la reunión en la que se habló de la seguridad ciudadana y apoyados en los ejemplos citados, queda muy a la vista que en Bolivia es necesario completar el diagnóstico sobre las causas de la inseguridad ciudadana, sobre la necesidad de prevenir la criminalidad, respecto de las causas de ésta que se deben desterrar, acerca de los planes que sí se deben aplicar con vistas a vencer la criminalidad y deparar seguridad para los ciudadanos.

Adicionalmente, en Santa Cruz, se acordó dotar a esta ciudad con helicópteros y más policías para luchar contra los delincuentes que provocan la inseguridad ciudadana. Otra vez, aquellas medidas, reforzarán sólo la punición de los delitos, en tanto que la prevención y el destierro de las causas determinantes y/o desencadenantes se las posterga y, más grave aún, nada se propone sobre estas dos últimas.

En otras palabras: la seguridad ciudadana jamás se conseguirá sólo con la aplicación de nuevas y viejas leyes ni con la represión de la vieja o de una renovada policía.

La criminalidad desaparecerá en Bolivia con la vieja sociedad que se busca cambiar radicalmente. Mientras tanto se deben prevenir los delitos, se tienen que combatir las causas que los determinan y, también, deben funcionar los juzgados, a riesgo de la prevaricación y de la impunidad, así como continuará la represión, pero que ojalá estas dos últimas acciones no sean las únicas y ni siquiera las que se ejerzan con preferencia.

Para Aquí los procesos penales deben ser atendidos por otros jueces y los controles tendrían que estar a cargo de efectivos que pertenezcan a otra policía. Entre lo uno y lo otro tendría que transcurrir una transición imprescindible.

Sin embargo, rematamos con que el riesgo es que con los viejos jueces y con los viejos policías se reproduzcan las injusticias y descontroles que se viven todos los días en nuestro país y siga sin freno la inseguridad ciudadana.

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