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Chávez, dirigente irrepetible del pueblo venezolano

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editorial

Hugo Rafael Chávez Frías tiene como primer hito notorio en su carrera política el frustrado golpe de estado que dirigió en 1992, su apresamiento durante dos años y su exilio en Chile. Ahora, desde posiciones conservadoras, se recuerda ese antecedente como una sombra en la trayectoria democrática, popular, antiimperialista y revolucionaria del líder que recibe merecido homenaje de la mayoría de su pueblo y de nuestros pueblos, latinoamericanos, especialmente.

Desde el inicio de su actividad política, el entonces teniente coronel, paracaidista y con estudios en ciencia y en arte militar, tuvo muy claro, según la práctica, que para el desempeño eficiente de la política de sello popular se requiere de un partido o dirección política, por ello Chávez organiza —con los que compartió esa labor y pertenecían especialmente a las fuerzas armadas— el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR200), en referencia al bicentenario del natalicio del Libertador. Movimiento que fue reconstituido y que desembocó en el actual Partido Socialista Unificado de Venezuela (PSUV) que, entre otros elementos, agrupa a militantes de variado origen ideológico y político, así como en él existe al menos una dirección colectiva en desarrollo, a pesar del sello personal tan vigoroso del Comandante Presidente en todo ese proceso.

Chávez, advierte con claridad desde un comienzo que para el oficio político que asume, que son imprescindibles las ideas avanzadas. Y las primeras de las que él se apropia fueron las de Bolívar, del profesor de éste Simón Rodríguez y de Ezequiel Zamora (un líder popular venezolano del siglo XIX), de acuerdo a sus biógrafos. De Bolívar hace suya la definición, aunque sea en elaboración, del imperialismo: “…los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia para plagar la América de miserias a nombre de la Libertad”; asimismo, se adueña de la propuesta bolivariana de unir a los pueblos de Nuestra América o Patria Grande, como en tiempos del Libertador, para la primera guerra liberadora. De Simón Rodríguez, quizá toma la propuesta de éste de adaptar paradigmas en vez de adoptarlos acríticamente. De Zamora, su ejemplo de lucha con el pueblo y todos los días.

En el curso de su lucha (lo que es otro mérito suyo), Chávez asimila el castrismo, como teoría y como método; el castrismo concebido, creemos, como el marxismo-leninismo de este último tiempo, elaborado los últimos 50 años en base a la experiencia revolucionaria cubana. Asimismo, el líder venezolano estudia a Marx, a Lenin, a Mao y al Che, según su discurso en el que las ideas de esos teóricos y políticos revolucionarios están presentes de manera constante. (Aquí en Bolivia, Chávez, específicamente en una “clase magistral” en el paraninfo de la UMSA, citó a Mao Tse Tung o Mao Zedong, lo que festejó un militante de esa corriente marxista, así como otros de esa tendencia).

Para nosotros esas ideas y las propias (bolivarianas, martianas, castristas, marxistas, leninistas, maoístas, en fin, chavistas…) ayudan a precisar, a los compañeros y “herederos” de Chávez, que la Revolución Bolivariana es Democrática y Popular, es decir, que vive la primera etapa de la revolución socialista, de acuerdo a la ideología y a la práctica revolucionaria internacional o al denominado “sentido común”, que era aceptado especialmente en un tiempo ido. Las peculiaridades de esa Revolución son sus impurezas, como decía Lenin. Impurezas que confirman, incluso, la radicalidad de la Revolución Bolivariana (Democrática y Popular, añadimos nosotros) de Venezuela.

Precisamente esas tareas democráticas (las que fueron incapaces de materializar los regímenes democrático-burgueses, se diría en un lenguaje marxista ortodoxo) son las que dejó inconclusas Hugo Chávez, pero ejecutadas actualmente de manera que se espera sean irreversibles. Nos referimos a la reforma agraria, que afectó y afecta a los latifundistas y concede tierras a los que carecen de ella; a los planes de vivienda, que sí benefician a los sin techo; a los servicios de salud y de seguridad social, que son cada vez más universales; a la educación, que tiene como meta alcanzar a todos los venezolanos… Todas esas conquistas económicas y sociales fueron posible porque los gobiernos chavistas recuperaron el petróleo y el gas natural, explotados antes en beneficio de las empresas petroleras transnacionales.

Se insiste en que esas tareas democráticas y pro socialistas dentro de Venezuela, así como el petróleo venezolano, que se vende a países latinoamericanos y caribeños a precios rebajados, sólo son posibles porque la tierra de Bolívar y de Chávez cuenta con los hidrocarburos de los que otros países de la región carecen o que poseen en cantidades mucho menores.

Una de las críticas, además, no sólo desde la derecha, es que la renta petrolera, resultado de un extractivismo más intenso que antes, la que se gasta sin que se industrialice en la dimensión que se requiere y que para los venezolanos, además, de esa riqueza queda mucho menos de lo que necesitan. Anotamos que venezolanos opositores a Chávez dijeron, con marcada ironía, que vendrían a Bolivia para beneficiarse con el dinero del programa “Bolivia cambia, Evo cumple” que, varios años, fue costeado con dinero del pueblo venezolano. Dinero que en diversos casos ha sido mal o inadecuadamente utilizado, de acuerdo a datos que se conocen y que deben ser confirmados o desmentidos.

La renta petrolera, asimismo y de acuerdo a entendidos bolivianos, determinó la disminución de la pobreza en Venezuela en un índice aceptable lo que, no obstante, no desmiente que en el país hermano y durante el mandato de Chávez, fue imposible remontar serias dificultades en materia económica, como la dependencia venezolana de una parte considerable de los alimentos que allí se consumen y que son comprados en el mercado internacional. Esos problemas económicos, no resueltos en beneficio del pueblo se deben, creemos, a que en Venezuela no ha sido posible superar las formas capitalistas de producción de bienes y servicios y a que, por tanto, la distribución de esas mercancías siguen el viejo curso probadamente mezquino, especialmente para el pueblo, a pesar de los esfuerzos de la Revolución Bolivariana (Democrática y Popular) de Chávez.

Revolución Bolivariana (Democrática y Popular) de Chávez, por el aporte esencial de éste, tanto interno como internacional el que, sin embargo, hubiera sido imposible si el pueblo venezolano no fuera la fuerza motriz de las transformaciones en el país más rico en petróleo del mundo.

Ante la muerte del comandante presidente, Hugo Rafael Chávez Frías, es necesario subrayar que lo que él hizo y lo que no alcanzó a culminar debido a su muerte prematura, es un ejemplo del papel de la personalidad en las revoluciones latinoamericanas. No obstante, ese rol descollante e incluso heroico rinde sus mejores frutos porque se sumó a la lucha de los explotados y oprimidos, del pueblo venezolano.

Esta afirmación se apoya en lo que señaló tantas veces el Comandante Presidente: en Venezuela tiene lugar una lucha de clases que cobra ribetes descomunales en ciertos momentos, como cuando la derecha de aquel país recurrió al golpe de estado, con la participación incluso de sectores de las fuerzas armadas, uno de los soportes esenciales de la Revolución Bolivariana (Democrática y Popular, además) y de Chávez. Y siguió como lucha de clases la movilización del pueblo que sepultó el intento golpista de los empresarios venezolanos. Lucha de clases que es el motor de esa historia y que afecta a las clases sociales dominadoras durante décadas y que beneficia al pueblo, a los más empobrecidos en especial.

Ahora, la consigna: “Chávez vive, la lucha sigue” , es un grito de los venezolanos chavistas y/o que respaldan la continuidad revolucionaria en el país hermano. En esa línea, Diosdado Cabello, conocido por su radicalidad, en uno de los homenajes a Chávez dijo que seguirán por un cauce de la revolución verdadera.

Ese es un compromiso que, en la medida en la que se ejecute, se constatará que es verdad que Chávez vive y que la lucha sigue en Venezuela. Entonces nuestros pueblos latinoamericanos, en particular, ratificarán su confianza en los chavistas en ejercicio del poder y, por tanto, apoyarán con entusiasmo la materialización de los cinco puntos del testamento de Hugo Chávez, reproducidos por el presidente encargado, Nicolás Maduro, que publicamos en esta edición de Aquí.

Añadimos que la Constitución Política del Estado venezolano, que tiene mucho de un programa y que es una de las reformas jurídicas y políticas fundamentales de la Revolución Bolivariana (Democrática y Popular), en tanto se aplique, también nos ayudará a comprobar que el chavismo vive y que la lucha sigue en la tierra de Bolívar y de Chávez.

Voces solitarias y menos mal poco audibles se animaron a sugerir que otros presidentes latinoamericanos debían asumir la dirección de los cambios en Nuestra América o Patria Grande, en reemplazo de Chávez lo que, en nuestro criterio, sería un intento de negación no dialéctica de Chávez, un imposible, porque un dirigente venezolano y latinoamericano como él es “irrepetible”. Y es mejor que así sea, como se encargará de mostrar la vida que es incontenible y que a menudo frustra los deseos de analistas de gabinete que con frecuencia ni siquiera entienden el curso de la lucha de nuestros pueblos, como la del venezolano que seguirá siendo, estamos convencidos, el protagonista de la Revolución Bolivariana, Democrática y Popular, pro socialista o que tiene como meta el socialismo, en este nuevo tiempo sin Chávez. 

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