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Camacho y Pumari ensucian la política más de lo que ya está

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De sábado a sábado 493

Remberto Cárdenas Morales*

Los dirigentes de comités cívicos, Luis Fernando Camacho y Marco Pumari, pretenden ser elegidos presidentes de Bolivia, para lo que siguen empeñados en acortar distancias.

Ambos creen que ganarían las elecciones, para las que todavía no hay fecha, pero que están previstas en un corto plazo.

Camacho mostró su intención presidencialista durante el paro que encabezó en Santa Cruz, como uno de los factores del alzamiento de la mayoría de los bolivianos; medida que acabó con el gobierno de Juan Evo Morales Ayma.

Durante esa rebelión que creció, de menos a más, las dos últimas semanas de ese accionar se supo que Camacho decidía, personalmente, sin la participación de otros miembros de comités cívicos ni del Comité de Defensa de la Democracia (Conade); eso habría sucedido con la exigencia de renuncia del expresidente Morales y la carta, respecto de la que el exPresidente del Comité Pro-Santa Cruz, quizá fingió seguridad al decir que iba a volver, de La Paz a Santa Cruz de la Sierra, con la respuesta de renuncia de Morales, al cargo que ejerció con autoritarismo durante casi 14 años.

Esas formas de dirigir evidenciaban que Camacho se comportaba como el dirigente número uno del movimiento popular en ascenso, pero con rasgos arbitrarios, propios de un empresario acostumbrado a mandar y a que le obedezcan sus socios minoritarios

Ese despliegue de Camacho fue respaldado, según las apariencias o la realidad, por el presidente del Comité Cívico Potosinista (Comcipo), al que se lo veía al lado de Camacho en varias reuniones, cabildos y marchas.

Según se conoció, la idea que unía y talvez los une aún a esos dos líderes fue o es el federalismo, aparentemente, con similares propósitos.

La diferencia, en cambio, fue y es por la ubicación social y política de aquellos personajes cívicos y ahora “políticos” o politiqueros, sería lo más apropiado decir.

Camacho es un empresario que se advierte con liderazgo dentro de su clase social y, como resulta natural, se constata que defiende los intereses de los empresarios, especialmente cruceños y, sin duda, los suyos.

Sus ideas, que se las nota limitadas, son contrarrevolucionarias. Como muestra que baste referir: Camacho acabó uno de sus discursos, en el Plan 3.000 (Santa Cruz), con un muera al comunismo. También dijo que Bolivia no será otra Venezuela ni otra Cuba.

En este espacio se ha dicho que es difícil defender a la llamada Revolución Bolivariana, no obstante, de que lleva el nombre del Libertador y de que se autoproclama liberadora, porque padece una crisis que no remonta, lo que no impide que este columnista llame a que seamos solidarios con el pueblo venezolano. Respecto de Cuba, se ha reiterado aquí que en la tierra de Martí y de Fidel, sigue una revolución ininterrumpida, a pesar de todo.

Desde este vocero es imprescindible subrayar que hay quienes, como el autor de este texto, que tenemos distancias ideológicas y políticas, insuperables, con Luis Fernando Camacho.

Sobre Pumari hay que decir que sus ambiciones, aumentaron como crecía la huelga potosina que, al comienzo, demandó mayor participación de esa región en lo que se espera sea la renta que generaría la venta de los derivados del litio del Salar de Uyuni y sobre todo de las baterías de aquel recurso natural no renovable.

En ese tiempo Pumari, que se sabe que es administrador de empresas, se comportaba cada vez más radical, en la demanda reivindicativa de los potosinos, mientras se prolongaba la huelga de los potosinos que, sin embargo, se sostenía, básicamente, en el municipio de Potosí y sus alrededores.

En ese proceso, Pumari, por lo visto, descubrió que debía postular a la presidencia de nuestro país, pero sin entender que sobre todo es un dirigente cívico y no un dirigente político a la vez. con reconocimiento sobre todo en su departamento y con escasa proyección hacia el territorio boliviano.

Pumari consiguió apoyo de la gente de Comcipo para candidatear a la Presidencia de Bolivia y no a la Vicepresidencia, lo mismo que sigue buscando Camacho: éste con más auspicios y con mucho más dinero que el potosino Pumari.

Este Pumari, con nítido afán electoralista, señaló que Carlos D. Mesa Gisbert ya no debe repostular al Palacio Quemado porque ya había conseguido su objetivo de sacar del cargo a Morales. El dirigente cívico potosinista, además, alegó que él y sus paisanos fueron los primeros en alzarse contra el exPresidente que actualmente tiene refugio político en Argentina.

Son conocidas las causas del desencuentro político entre Camacho y Pumari.

Sin embargo, para esta nota es útil rescatar que Pumari habría pedido $us.250.000 y gestiones que Camacho debía hacer para que los parciales de Pumari se beneficien con la administración de la Aduana, en Potosí y en Oruro, a los que tendría que nombrar la presidenta interina Jeanine Añez.

Camacho con malas artes habría encargado la realización de aquel video, a los que integran su entorno, el que se muestra que perjudica política y electoralmente a los dos candidatos prematuros, de acuerdo a declaraciones y actitudes de bolivianos dentro y fuera de Bolivia.

Pumari niega que haya hecho aquel pedido a Camacho, aunque cada declaración suya, en vez de aclarar esos hechos, los obscurece y desliza elementos que provocan más dudas entre los que lo escuchan, como por ejemplo esa historia de que habría existido o existe un aporte material para la campaña; dinero que el dirigente potosinista creería que estaba listo para el reparto.

Camacho, en un conversatorio en la capital estadounidense, ha sido increpado por bolivianos que responsabilizan a él (y a la Presidenta interina) de las muertes en Sacaba y Senkata.

Pumari asegura que actualmente él está dedicado a construir la unidad de los bolivianos para que en las próximas elecciones haya un frente único, sin el MAS, para que cuente con amplias posibilidades de victoria. Sin embargo, a Pumari se le cree menos.

Pumari, las últimas horas, cuando un periodista le preguntó detalles sobre el referido video y respecto de la entrega del mismo a la red CNN, hecha por Camacho según confesión de éste, Pumari afirmó que no quería hacer leña de un árbol que está caído. Pero esa respuesta se la escucha como una frase destinada a darse ánimos a sí mismo y como para presumir honradez política, la que de su parte resulta dudosa.

Camacho y Pumari, además de lo que se apunta en esta nota, se presentan como jóvenes y nuevos en el espacio político, por tanto, con imaginadas ventajas para sustituir a los antiguos (políticos), manchados por la corrupción aparente o real, y otras evidentes o inventadas mañas de esos actores de los que hablan el cruceño y el potosino en carrera electoral; es cierto, protagonistas políticos, del sistema partidario imperante o tradicional, como prefieren decir otros, los que son “rechazados” por ambos líderes cívicos.

Ni políticos ni jóvenes, digo por Camacho y Pumari. Ambos tienen bastante de politiqueros, como tantos otros en funciones. No son viejos, pero parecen de mayor edad debido a sus actitudes políticas tramposas.

Camacho y Pumari se creen abanderados del movimiento gigantesco y victorioso del pueblo, antes que otra cosa, pero aquellos dirigentes cívicos, como se conoce, jamás consultaron a los alzados sobre sus candidaturas, lo que da licencia para decir que esas decisiones tienen mucho de unipersonales.,

Quizá lo que más debe preocupar, sin embargo, es su falta de autocrítica de ambos dirigentes, sobre los que se opina en este espacio.

Aquí no se afirma que Camacho y Pumari han agotado su proyección electoral, pero lo que se sugiere es que está cuestionada.

Viene a cuento recordar que el pueblo boliviano, entre los males, no elige a ninguno.

El pueblo vota por sus intereses, por lo que aunque este acierto sea adelantado, sabe por quiénes no debe votar, es decir, se espera que deje de hacerlo por los que ahora, desde Argentina, tratan de volver al poder.

En conclusión, el pueblo no debe sufragar por Camacho, empresario chueco y político improvisado, mejor dicho, politiquero… Ni por Pumari, de ambiciones desmedidas, que cabalga en la lucha de potosinos que luchan por la vida y por una sociedad liberada y liberadora…

Ambos ensucian la política boliviana más de lo que ya está y reproducen vicios de una sociedad en decadencia —que urge cambiar—, en tanto que las escasas virtudes suyas se desmoronan.

*Periodista

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