De sábado a sábado (304)
Remberto Cárdenas Morales*
El presidente Evo Morales fue informado, por funcionarios de su gobierno, antes de que instalen las represas Jirau (o Jirao) y San Antonio en la cuenca del río internacional Madre —territorio de Brasil— que aquéllas provocarían inundaciones, deforestación, enfermedades (quizá algunas desconocidas), pérdida de biodiversidad y al menos cuatrocientas especies de peces de las 700 que existen en esas aguas; esos daños llegan a Bolivia, al Beni especialmente, mientras se construyen esas dos represas.
El primer mandatario, según testimonios recogidos por el semanario virtual Aquí, sólo dijo que no hablaría con el presidente Lula —para “convencerlo sobre los daños que ocasionarían esas represas— porque no quería “más líos” con el mandatario brasileño.
En un seminario en el que se trató ese grave asunto, realizado en Cobija (Pando), en 2007, el entonces ministro Carlos Villegas, en una intervención ante los delegados a esa reunión declaró que en el gobierno de Evo Morales existían dos corrientes: la una que proponía el desarrollo de Bolivia sin sacrificar la naturaleza y la otra que creía que debía promoverse ese desarrollo aunque se sacrifique la naturaleza, y ese funcionario añadió que él era parte de la segunda tendencia. Existe una memoria impresa, que hemos publicado en Aquí de fecha…)
Entonces, en base a los estudios realizados por expertos bolivianos, también en aquel seminario se sugirió que se evite la instalación de una represa en Cachuela Esperanza (Bolivia) porque las consecuencias señaladas se agravarían en la región.
En este número de Aquí (171) publicamos una nota sobre las consecuencias “megapesadilla” que ocasionaría la represa en Cachuela Esperanza, de lo que reproducimos fragmentos:
—Cachuela Esperanza tendría una superficie tres veces más que cada una de las dos represas brasileñas, pero la producción de energía sería tres veces menor que en Jirao (o Jirau) y San Antonio. Y las investigaciones muestran que las hidroeléctricas en la Amazonia producen más gases de efecto invernadero que centrales a gas, diesel o carbón. Ello se debe a que la abundante vegetación en descomposición, producto de la inundación del territorio afectado y las altas temperaturas, emitirían gas metano que tiene un efecto 20 veces más dañino que el dióxido de carbono (CO2).
—El costo de la energía, producida por Cachuela Esperanza, sería más alto que en Jirao y en San Antonio y se destinaría al mercado brasileño a un precio favorable al vecino. Además, ese proyecto sería financiado fuera del país y ejecutado por empresas extranjeras. El experto añade que un argumento en favor de la construcción de la represa de Cachuela Esperanza fue que Bolivia usaría el río Madera como hidrovía hacia el Atlántico, lo que se frustró porque Brasil no construyó esclusas (desniveles que permiten navegar a una embarcación) como parte de las obras en Jirao y San Antonio. No obstante de que el río Madera, según tratados, es un río navegable.
—La represa de Cachuela Esperanza provocaría inundaciones incluso mayores que la de este año en el Beni, con las consecuencias en la economía de la región y del país.
—El río Madera es el más biodiverso del mundo y con más sedimentos. En su cuenca viven muchos pueblos indígenas. Por tanto, los impactos de los proyectos hidroeléctricos en ese Río serían más graves que en cualquier otro río en el mundo.
Ahora lo que advirtieron los expertos bolivianos sucedió y sucederá.
*Las inundaciones de este año, especialmente en el Beni, han sido mucho más severas.
*Murieron en Beni, según datos de los empresarios, cuando menos 500.000 cabezas de ganado vacuno, como consecuencia de las inundaciones.
*Ni siquiera es posible estimar la cantidad de animales silvestres muertos.
* Se consideran cuantiosos los recursos biológicos perdidos, aunque otros expertos creen que la naturaleza se regenera gracias a las inundaciones, cuando no son tan fuertes ni duran tanto como las de este año.
*El ex parlamentario Abraham Cuéllar Araujo (en el periódico Hora 25, números 107 y 108, de este mes) considera que las inundaciones determinarán la pérdida de castaña, cacao silvestre, pesca, bosques, cultivos y pecuaria familiares, la ganadería, fauna… Los efectos en la economía regional serán “devastadores”, concluye el ex Senador.
Docentes de la UMSA, a su vez, afirman que el gobierno de Brasil tomó una decisión política sin considerar el daño, de Jirao y San Antonio, que afectaría a Bolivia. Sin embargo, no se conoce que el gobierno del presidente Morales haya encaminado alguna gestión, ante su similar de Brasil, para parar la construcción de las represas citadas o al menos para que, en base a un estudio responsable, se busque que el impacto sea mucho menor.
Otra coincidencia es que las dos represas instadas en el Madera, en territorio brasileño, son una ejecución de la Iniciativa para la Integración de Infraestructura Regional de Sudamérica (IIRSA). Para Juan Pablo Ramos Morales, docente de la UMSA y ex viceministro de Medio Ambiente del actual gobierno, que escribió para Hora 25: “El IIRSA es un instrumento de expoliación de los recursos naturales, en nombre de una mayor integración”. Y, para este profesional, las represas Jirao y San Antonio “… son parte de una visión tradicional desarrollista-extractivista privatizadora”. Añade: “Esta visión desarrollista ha marginado lo ambientaL, la importancia de la naturaleza y lo cultural”.
Luis Fernando Novoa Garzón, docente de la universidad de Rondonia, en una nota que publicamos en Aquí 171, sobre las consecuencias de las represas Jirao y San Antionio afirma: “Ambientes compuestos y construidos por generaciones sucesivas de indígenas, siringueros, pescadores, ribereños y campesinos, territorios destrozados como cuerpos colectivos y ahora marcados por la señal de que no tienen retorno. La inundación, definida como nuevo límite máximo ‘natural’, justifica y acelera el proceso de desposesión de las riberas del río Madera en coherencia (concordancia) con el proceso de privatización de sus aguas.”
El sociólogo brasileño agrega: “Los consorcios liderados por la Odebrecht y por la Suez procuran ocultar cualquier responsabilidad por efectos adicionales de la inundación, alegando que ‘casos fortuitos o de fuerza mayor’ no pueden ser evitados. Pero si las hidroeléctricas de Santo Antonio y Jirau fueron concebidas ellas mismas como casos de fuerza mayor permanente en el formato de la subasta y del financiamiento hasta las licencias y concesiones —no se puede hablar de aleatoriedad, y si de riesgos planificadamente adulterados.” Y son 50 las comunidades que padecieron, este año, las secuelas de las inundaciones.
Compartimos la propuesta de los que aseguran que los gobiernos “progresistas” de la región no buscan una salida que sea favorable a la región, a nuestros pueblos y a nuestros países. Sin embargo, podemos confiar en que nuestros pueblos sí se empeñarán en conseguir que, por ejemplo, la decisión de construir la represa en Cachuela Esperanza, debe abandonarse porque, campesinos e indígenas de Pando, en ocasión del seminario al que hacemos referencia en este “De sábado a sábado”, propusieron producir energía solar, por los vientos (eólica) y por la biomasa, como lo más ventajoso para la región y el país.
La Paz, 28 de junio de 2014.
*Periodista