De sábado a sábado (288)
Remberto Cárdenas Morales*
El carnaval grande
es incontenible,
que ayude a inundados
eso es preferible.
El Ministerio Público investiga las causas que determinaron el accidente del sábado 1 de marzo, durante la Entrada del Carnaval de Oruro, definido por la UNESCO como “Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad. El Fiscal del Distrito de ese departamento, junto con otros fiscales, se estrenan en una averiguación complicada.
Deseamos que sobre todo al primero de los fiscales le vaya muy bien, para defender la fiesta y negocio: ese espectáculo que genera ingresos por servicios como el alquiler o venta de ropa para los carnavaleros/as; para los músicos que, además de recibir remuneración porque sin ellos no habría baile alguno, componen diabladas, morenadas, triunk’us y otros aires; para los dueños de hoteles que durante el año no tienen tantos huéspedes como para la fiesta mayor de orureños, bolivianos y cada vez más extranjeros; para los que venden y/o alquilan otros servicios: galerías (caras e inseguras) comida, bebidas, artesanías, productos para la ch’alla… Y, también, para el otro carnaval autóctono de campesinos e indígenas.
Se suele decir que Oruro vive para y del carnaval, aunque minería, quinua, camélidos, comercio… son renglones importantísimos de la economía regional.
El mejor producto folklórico de los orureños y de los bolivianos, sin embargo, todavía sigue sin la organización que requiere. Veamos.
¿Qué no se organiza o qué se organiza mal para ese carnaval?
Las obras urbanas comprenden retoques, como el relleno de baches, a veces el pintado de muros y la reposición parcial de focos para el alumbrado público.
Sin embargo, las galerías se improvisan con material de dudosa fortaleza como para resistir una carga que ni siquiera se estima y cuyos asientos son un ejemplo de incomodidad. Los urinarios que se instalan son insuficientes e invitan a que no se los use porque no son limpiados sino después de la fiesta. Salvo los pocos hoteles de cuatro y cinco estrellas, los modestos, que son la mayoría, raras veces son reacondicionados para turistas extranjeros y nacionales se sientan cómodos. Los alojamientos que ofrecen los lugareños a veces son más acogedores, a pesar de que muchos tampoco cuentan con los servicios adecuados: duchas, servicios higiénicos, comida (casi nunca) que, por ejemplo, promocione la cultura culinaria de la región. Los puestos de comida que se multiplican carecen, casi siempre, de higiene porque la exposición y venta no toman en cuenta las normas municipales. Los que ofrecen comidas del lugar como charquekan, rostro asado, caldo y asado de cordero, a más de aumentar la cantidad, con raras excepciones, no mejoran la calidad de esos alimentos. El transporte, hacia Oruro, a pesar del control de tránsito es deficiente, caro e inseguro, aunque las ganancias de los empresarios del rubro aumentan, como no ocurre en otro tiempo. La lista podría seguir pero ahora nos concentremos en las causas probables que determinaron el accidente, sobre la base del avance de la investigación, sin que ésta haya concluido.
La investigación que postulamos debe ser para descubrir y no para encubrir, para confirmar o desmentir lo que son supuestos fundados o no.
Esas pasarelas metálicas (para pasar) se instalan para el carnaval y luego se las retira. Una pregunta es ¿por qué no se construyen pasarelas permanentes con la fortaleza que permiten las nuevas tecnologías y la ciencia?
El mantenimiento de esas pasarelas metálicas y armables no lo hacen ni la Alcaldía de la ciudad de Pagador ni la empresa. Incluso la Alcaldesa, por el cargo que ocupa y por su oficio periodístico, debió informarse acerca de ese detalle esencial, pero respondió que no sabía si hubo tal mantenimiento de las pasarelas.
La pasarela derribada fue usada como puesto de observación y, se ha dicho, para bailar. ¿Las otras dos pasarelas también fueron usadas de esa manera?
Los guardias pudieron ser municipales, policiales o militares (conscriptos) como dicen que fueron. Añaden que el accidente coincidió con el cambio de guardia. Pero el relevo de la guardia no quiere decir que los vigilantes abandonen el puesto; al revés, los que acaban su turno sólo deben retirarse cuando llegan sus reemplazantes. Lo que está muy claro, de acuerdo a testimonios, es que en la pasarela siniestrada, además de pocos transeúntes, permanecían allí muchas personas para mirar la Entrada (y bailar), las que constituyeron una carga que excedió la capacidad de carga de la pasarela, sin mantenimiento, oxidada e inclinada, de acuerdo a una fotografía, que también existe. La sobrecarga ocasionó la caída de la pasarela: esta conclusión preliminar es creíble.
Respetamos, como el que más, las creencias de todo origen, pero no sirven como explicación y menos como coartada decir: algo hemos hecho mal (se supone los orureños) por eso la virgencita (del Socavón) nos ha castigado o que los instrumentos que estrenaban los músicos muertos no fueron ch’allados o que ante tantos bolivianos damnificados por las inundaciones los carnavaleros han sido castigados por no haber suspendido la fiesta… Las disculpas, por ejemplo, de los dirigentes de Asociación de Conjuntos Folklóricos de Oruro no alcanzan para reparar la vida de los cuatro músicos y la compatriota muertos. Tampoco sirven para curar a los heridos, casi cien, de los cuales cinco padecen lesiones graves y gravísimas, como informaron médicos.
Nosotros compartimos que los carnavaleros, además de alegrarse, promuevan la solidaridad con los inundados que, ahora, son más; así como sólo tomamos nota de las disculpas inoportunas y reiteramos nuestro respeto por las creencias, pero aconsejamos a los que se sientan culpables que no busquen protección en ellas.
La tragedia del Carnaval 2014 de Oruro fue y es un hecho terrenal. Por ello, sugerimos que la investigación sea reveladora, que el proceso sea debido, que la sanción sea justa y que ésta la asimilen los que resulten de veras culpables.
Y, además, se deben tomar medidas, durante el año que corre, para que en el Carnaval 2015 ningún compatriota o visitante extranjero corra el riesgo de perder la vida o de sufrir una herida. El próximo carnaval seguirá siendo fiesta y negocio, pero por eso deben ejecutarse las obras pendientes en Oruro para que la “Obra Maestra…” recupere sus timbres descubiertos por la UNESCO y que incluso mejore cada vez más.
En el Carnaval en Oruro (y en Bolivia) nunca más debe ocurrir una nueva tragedia por negligencia de los que tratan de encubrir sus culpas y esperamos que la impunidad de alguien no encuentre lugar alguno por obra del poder político y/o económico.
Sin embargo, a ocho días de la tragedia de Oruro, hoy sábado 8 de marzo, en el Corso de Corsos de Cochabamba, se desplomó una gradería con gente que bailaba sobre ella y cuyo resultado son cuando menos siete heridos.
La Paz, 8 de marzo de 2014.
*Periodista