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La unión de la derecha es una mala noticia para el pueblo

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De sábado a sábado (265)

Remberto Cárdenas Morales*

El anuncio de la formación de un Frente Amplio (FA) para la acción política electoral y más allá de las elecciones de 2014 en Bolivia es algo que debe preocuparnos a los que seguimos luchando, sin cuartos intermedios, por la segunda y definitiva independencia de Bolivia, como un aporte, a la liberación de Nuestra América o Patria Grande.

En el FA, se dice, están  representantes empresarios y capas medias acomodadas de la sociedad boliviana. En él convergen ideas socialdemócratas de la derecha, autonomistas dispuestos (o que estaban dispuestos) a la separación de Santa Cruz de Bolivia, capitalinos sucrenses conservadores e “izquierdistas” como Loyola Guzmán, así como politicastros (políticos ineptos) que han pertenecido a varios partidos.

El llamado FA está en formación porque discute programa, principios, nuevas alianzas, candidaturas (después), y otros elementos constitutivos de una organización política que pretende una larga existencia: es un intento (sin ser el primero) de la reunificación político-frentista de la derecha. Y sus integrantes son gente con experiencia.

Loyola Guzmán, conocida por su accionar revolucionario y por su pertenencia a la guerrilla comandada por el Che en Bolivia (1967), que parece vocera del FA, ha dicho que allí discuten la democracia como un principio que ella considera universal, contrapuesta al autoritarismo de los actuales gobernantes y del Presidente en particular.

Ese FA, dice esa vocera, reconoce la igualdad a sus fundadores y a los que se incorporen después. No dudamos de que así se definen: iguales en todo dentro de esa unión partidaria, pero que en la realidad son diferentes y en algún momento chocarán los intereses materiales de los empresarios allí congregados, respecto de sus miembros incluso empobrecidos, entre los que podría haber rupturas tempranas. Otra de las diferencias sustanciales es la capacidad de pago de los gastos políticos, es decir, por el tamaño de la chequera el dueño de la industria del Cemento en nuestro país cubrirá todas las cuentas de esa agrupación política.

En el mejor de los casos, creemos, el FA será una alianza de clases en la que decidirán los empresarios por su fortaleza económica y porque allí buscarán que sus ideas sean las dominantes. En esa “salsa” serán cocinados algunos como Loyola Guzmán Lara (y los de su agrupación política), antes que los inquilinos del Palacio Quemado. Además, en el FA quizá sean atrapadas personas con distintas ideas y dispar procedencia social con el discurso de la unidad autoritaria, de la igualdad para debatir y decidir, de la participación democrática pero limitada, del programa que incluso podría contener elementos avanzados.

Loyola, asimismo, en una entrevista difundida por radio Erbol, ha dicho que el FA es una búsqueda entre varios actores. Asimismo, que esa conjunción político-partidaria busca reproducir, en tierras bolivianas, el Frente Amplio de Uruguay. Pero los marxistas sabemos (la compañera Guzmán se reclama guevarista invariable) que los hechos ocurren como tragedia y que se repiten como comedia. El FA uruguayo no será, pues, reproducido en suelo boliviano por más voluntad que desplieguen esos actores de la política que ni son nuevos ni son los protagonistas “sin mancha” que se proclaman.

Añadimos que el Frente Amplio uruguayo fue una construcción sobre todo de comunistas y socialistas, así como de minoritarios sectores demócrata cristianos y desprendimientos menores de los partidos tradicionales de la Banda Oriental… Ese Frente, sin embargo, nunca estuvo constituido por el Movimiento Tupamaros (guevaristas por mucho de lo que hicieron), combatientes de una guerrilla urbana, quizá como no hubo otro de esta parte del mundo. El Gral. Seregni, más que por sus galones, en el Frente Amplio uruguayo, valía por sus ideas y por su desempeño apuntaba a la construcción de un ejército del pueblo para la liberación de las que todavía, en parte, “desgraciadas colonias”.

Para nosotros la derecha unificada y con una propuesta por limitada que parezca, en la acción para reconquistar el poder político (el económico apenas está desportillado), nos preocupa y debe inquietar al pueblo.

La derecha, ahora como antes, sigue siendo la enemiga número uno del pueblo, junto con el imperialismo, yanqui especialmente. Los militantes de izquierda, si son o somos de verdad, no deben ni debemos extraviarnos cuando nos toque establecer la “unidad y la diferencia entre los hombres” (y las mujeres), para decirlo con el verso de Pablo Neruda.  

Loyola, con sus actuales compañeros de lucha pertenecientes a una “Bolivia democrática”, ha dicho que sigue en la izquierda y que tiene derecho a transitar, como lo hace, en ese “emprendimiento” llamado FA en Bolivia. No está demás recordar que la Loyo, como le seguiremos diciendo a pesar de todo, intentó más de una vez constituir agrupamientos políticos y, hasta donde sabemos, sin los resultados que añoraba.

Pero en este su actual empeño de “hacer camino al andar”, junto con derechistas que no necesitan presentación, a la Loyo no le auguraos éxito. Y si a ella y a sus nuevos compañeros les fuera bien y hasta muy bien en esa fase constitutiva del FA (con documentos avanzados incluidos), lo que ganen no será para la izquierda, porque entre nosotros también ocurre y ocurrirá lo que les advirtió el chileno Radomiro Tomic, a sus camaradas de la Democracia Cristiana: “Cuando se gana con la derecha es la derecha la que gana”. Agregamos que políticos y politicastros, como los que se unen en el intento de FA, presentan sus logros como una victoria de Bolivia. La burguesía en los sitios, que pisa y pasa, trata de mostrar sus intereses como si fueran de todos los mortales de esta tierra.

Con certeza, los probables éxitos de la derecha, desde y con un posible FA, no serían del pueblo. Esto se encargará de demostrar la vida. Sin embargo, preparémonos incluso para algún avance de la derecha, incluidos sus aliados, como Loyo y sus compañeros. En el mejor de los casos, el FA o la derecha y algunos izquierdistas en él, con las naturales diferencias de espacio y tiempo, impulsarían un reformismo burgués, en mucho, como los ocurridos en países de Nuestra América o Patria Grande.

Los del FA, no han dicho pero otros podrían hacerlo por ellos: sugerir que escojamos el mal menor. Nosotros consideramos que, entre los males, el pueblo no debe elegir a ninguno.

Una yapa en un momento en el que a Loyo la definen como traidora, incluso personas que carecen de estatura ética para pedir consecuencia a revolucionarios que evidencian, con su accionar, que dejan de serlo, cuyo “derecho” cuesta reconocerles: una parte de los militantes de izquierda, por más disminuidos que estemos, autocríticamente debemos admitir que, desde que el actual Presidente boliviano asumió sus funciones, abandonamos la construcción ineludible de una dirección política del pueblo para la segunda y definitiva independencia de Bolivia; tarea que sigue pendiente, sobre todo ante los extravíos de los gobernantes que refuerzan su alianza con los medianos propietarios (nuevos explotadores y opresores), con empresarios criollos y transnacionales, tan explotadores y tan opresores éstos, como los primeros. 

La Paz, 14 de septiembre de 2013.

*Periodista

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