Marco Lara Klahr:
Luis Fernando Cantoral
(AquíCom/14-09-014) El periodista e investigador mexicano, experto en temas judiciales, Marco Lara Klarh, sostuvo que los juicios mediáticos sólo benefician a los poderes fácticos de un país porque transmiten sensación de una efectiva lucha contra el crimen y la obtención de justicia, a la población; sin embargo, en realidad sólo buscan quien pague el crimen para mostrar resultados a la población y atentar contra el derecho a la información.
Juicio mediático o paralelo se refiere al conjunto de informaciones y el seguimiento que hacen los medios de difusión social de un hecho sometido a investigación o enjuiciamiento judicial, efectuándose una valoración ética y jurídica de la conducta de las personas implicadas de forma que los medios de difusión, ante la opinión pública, ejercen el papel de juez, fiscal y abogado defensor, según los casos.
La valoración del asunto discurre paralela al proceso, utilizando sesgada y parcialmente la información que deriva del proceso judicial.
Lara Klarh precisó que los principales beneficiarios de los juicios mediáticos son el sistema de justicia penal, los operadores políticos, el crimen organizado y la industria de las noticias.
“En primer lugar se beneficia el sistema de justicia penal, porque en América Latina, salvo en países como Chile donde el sistema de justicia penal tiene mayores estándares de eficiencia y de cumplimiento y capacidad de procurar y administra justicia, tenemos sistemas de justicia bastante incompetentes que prestan un pésimo servicio a la ciudadanía, que son muy caros, que cuestan mucho en términos de administración de prisiones, de burocracia, de policías, respecto de sus resultados que son bajísimos”, indicó.
Agregó que en países como México, Bolivia, Ecuador, Argentina, Centro América, Venezuela, entre otros, por tener sistemas de justicia “ineficientes y tan caros”, se utiliza a la industria de las noticias para hacer una “simulación de justicia”.
“Aquello que no pueden resolver en el espacio procesal penal, pretenden resolverlo en el espacio mediático, simulando que detienen a personas, simulando que esas personas son culpables y pretendiendo hacer creer al público que aún las víctimas son culpables de lo que les sucede, y que las personas detenidas o imputadas son culpables, independientemente de que hayan sido o no sometidas a proceso o a juicio”, sostuvo.
Los segundos beneficiarios de los juicios mediáticos, agregó el investigador, son los operadores políticos y los jefes del Poder Ejecutivo. “Se reproduce esta lógica de que el actor político que incide en el sistema de justicia penal, por su poder, se beneficia porque intenta capitalizar política y electoralmente la criminalización de personas, porque elude su responsabilidad en la ineficiencia del sistema de justicia penal culpando a otros, incluido las propias víctimas, atribuyendo a la maldad humana los comportamientos antisociales”, explicó.
El crimen organizado, a quien supone que combate el Estado y el gobierno, es también un beneficiario de los juicios mediáticos. “El crimen organizado en países como Brasil, México y Colombia ya tienen estrategias comunicacionales crecientemente diseñadas, preconcebidas y bastante eficaces para pelear a esos dos actores, antes mencionados (sistema de justicia penal y el poder Ejecutivo), la agenda mediática, con hechos atroces, a sabiendas de que los medios y los periodistas lo vamos a tomar porque no tenemos una conciencia de comunidad, una responsabilidad social y no nos importa la deontología”, indicó.
Apuntó: Se beneficia de toda esta situación la industria de las noticias, que se ha caracterizado históricamente en el mundo por ser una industria depredadora, leonina y parasitaria de los recursos públicos.
“En países donde hay un mayor desarrollo de la cultura democrática hay mayores contrapesos a la industria de las noticias, pero en nuestros países estamos anclados en una cultura política del siglo XIX, entonces se tiene en países como Venezuela, Ecuador, Bolivia y México una industria de noticias bastante sometida, entonces eso produce por un lado que vendan estridencia, noticias sobre el mal y, por otro lado, que no se enfoquen en el tema central, no con la persistencia necesaria de ver cuáles son las fallas estructurales con las herramientas del periodismo y la potencia diseminadora del periodismo”, apuntó (AquíCom/14-09-014).