Venus se avista una vez cada 8 años, dice un investigador
Luis Fernando Cantoral
(AquíCom/14-09-014)) El investigador del planetario Max Schreier, de la carrera de Física de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), Gonzalo Pereira, sostuvo que el gobierno decretó que los guaraníes no pasen de los 10 años de vida debido a que instituyó la celebración del año nuevo amazónico cada 21 de junio con la aparición del Yasitata Guasú o planeta Venus, cuando este fenómeno sólo ocurre cada 8 años.
“El fondo del decreto, si nosotros analizamos, tiene un error astronómico que no es salvable, sobre todo en lo que se refiere a la percepción porque lo que tratan de hacer es un año nuevo que contemple tanto las culturas de tierras altas como de tierras bajas. En cuanto a los de tierras bajas directamente se refieren a los guaraníes, y el decreto dice que los guaraníes marcan el año nuevo el 21 de junio con la aparición de Yasitata Guasú que en guaraní es el planeta Venus”, indicó el investigador.
Pereira dijo que siempre le causó risa ver al gobernador de Santa Cruz, Rubén Costas, “ir a amanecerse a Samaipata todos los años, esperando ver que saliese Venus para marcar el año nuevo guaraní, cuando Venus solamente puede coincidir con el solsticio del 21 de junio una vez cada ocho años y no cada año”, indicó.
El entrevistado explicó que el problema se da cuando por medio de planetas se pretende establecer un ciclo constante, cuando en realidad esos astros no tienen esas características. “Como su nombre indica en griego ‘estrellas errantes’, no se pueden construir calendarios con planetas porque igual que nosotros, (Venus) está orbitando alrededor del sol y tiene unos períodos que no son constantes, no se puede encontrar constancia”, apuntó.
El Decreto Supremo 173 de 17 de junio de 2009 establece feriado inamovible con suspensión de actividades públicas y privadas el 21 de junio de cada año con el fin de celebrar el solsticio de invierno en tierras altas y bajas.
En esa fecha, dentro del Estado Plurinacional de Bolivia, los pueblos ancestrales, con raíces milenarias, celebran el solsticio de invierno, denominado en la parte andina como WillkaKhuti, Mara T'aqa, Inti Watana, donde el sol reduce su energía al mínimo y renace entre las bajas temperaturas. Esta época marca el fin y el inicio del ciclo del calendario agrícola en reciprocidad con la madre tierra.
En cambio, en las tierras bajas celebran el Malashacua–Araona; Maranana–Cavineño; Eshequiaja–EsseEjja; Fariweda–Yaminahua; Imkamtijujnele–Machineri; Mara Eichucua-Tacana y Yasitata Guazú, este último conocido como el Lucero del Alba, y que para el pueblo Guaraní significa la estrella que brinda sabiduría y fuerza al ser humano.
El Ministro de Culturas y Turismo, Pablo Groux, manifestó en junio pasado, al confirmar su participación en el acto de recibimiento del año nuevo andino-amazónico que estará con el Presidente Evo, en Samaipata, “en la desaparición de Venus y participando de la ceremonia y ritualidad del Lucero del Alba”.
A manera de broma, Pereira dijo que un poco lo que el decreto hubiera hecho es que “un año nuevo guaraní corresponde a ocho años nuestros”, entonces “eso significaría que los guaraníes no pasan de los 10 años de vida, lo que sería 80 años para ellos, entonces tendrían que casarse a los cuatro años, es una cosa bastante tonta”.
Indicó que estas cosas suceden porque supone que “obviamente los decretos lo redactan los abogados y los firman los ministros y el gobierno, pero no pasa por otro lado, pero sí causa risa afuera (del país)”.
Recordó incluso que hubo una universidad extranjera que tomó el decreto supremo como un problema de astronomía. “Quería demostrar por qué el gobierno boliviano decretó que los guaraníes no pasen de los 10 años de vida, astronómicamente es cierto porque su año nuevo sería cada ocho años, y eso está en el decreto supremo”.
Una construcción más política que científica
Sobre este análisis, el investigador indicó que si los aimaras antiguos hubieran tenido la astronomía que ahora están construyendo los aimaras modernos, no hubieran sobrevivido.
“Es parte de la riqueza aimara la observación de las pléyades para más o menos el solsticio de junio, sobre todo en San Juan, si pueden contar esas estrellas y las pueden ver es buen año, si no se las ve, llegará la helada, y no siembran papa, postergan y resulta; entonces son esos tipos de conocimiento los que funcionan, pero cuando no se estudian con rigurosidad académicamente es un gran problema, entonces hoy es más una construcción política de tratar de presentar ciertas teorías que después chocan con la realidad”, indicó.
Pereira aclaró que en el presente tiempo los guaraníes continúan leyendo las pléyades para predecir si su año agrícola será bueno o no. “Las pléyades tienen la capacidad de aparecer poco antes de que salga el sol, su primera aparición es justo casi para los días del solsticio”, indicó.
Distorsión de la cultura
El físico investigador manifestó que aparte del hazmerreir que generan esas teorías surgidas, como el Wilkakuti, la Chacana y el reloj al revés, en las comunidades académicas y sectores de la población, hay una distorsión de la cultura. Esta situación afecta a las teorías ancestrales porque “en los nuevos libros ya no se encuentra un solo tema sobre la astronomía aimara, y la razón es que todo lo que se ha querido trabajar no alcanza para tener una certificación de ser riguroso”.
“El Wilkakuti, la chacana, ahora con el reloj al revés, son invenciones contemporáneas que no tienen evidencias arqueológicas, no tienen evidencias etnohistóricas, no tienen evidencia actual, etnográfica, antropológica, que son tres bases”, subrayó.
Dijo que por esa situación “después de tantos años al aimara ni se lo menciona en su conocimiento, ese es el costo, porque cualquier aimara que quiera hablar sobre astronomía va recordar que se ha publicado sobre la famosa Chacana, el Wilkakuti, ese tipo de cosas que no tiene base científica. Para mí toda esta situación tiene más tendencia religiosa, sigue una cierta política más religiosa”, apuntó (AquíCom/14-09-014).