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Venturas y desventuras del TIPNIS

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De sábado a sábado (234)

Remberto Cárdenas Morales*

Es una ventura que, a pesar de toda la fuerza del llamado Estado Plurinacional en contra, bolivianos cada vez más convencidos defendamos el TIPNIS, como Tierra Comunitaria de Origen (TCO), que quiere decir a la vez reserva natural de los bolivianos y territorio de los indígenas (moxeño-trinitarios, yuracarés y chimanes), en tanto poseedores colectivos y no individuales.

Como una realización modesta, aunque interpeladora, está la Acción Popular que un grupo de gente, en representación de los defensores del TIPNIS, presentó hace meses ante el Tribunal Departamental de Justicia (La Paz), el que sin argumentos convincentes la rechazó. Hubo apelación de los demandantes de la Acción Popular, debido a lo que el Tribunal Constitucional Plurinaiconal (ver resolución en Aquí virtual 102) resolvió que los jueces paceños deben atender esa demanda, lo que, sin embargo, no quiere decir que sea declarada procedente la Acción Popular y, en consecuencia, el Estado proteja el medio ambiente que, en opinión de los que plantearon la AP, está amenazado cuando menos con ser deteriorado debido a la decisión gubernamental y presidencial de construir el camino Villa Tunari-San Ignacio de Moxos, una vía de la discordia.

Una desventura del TIPNIS es que la resolución para que siga como reservorio de biodiversidad, como pocas en el país y en la región latinoamericana, con urgencia tiene que derrotarse en el ámbito político al gobierno y al Presidente que determinaron construir ese camino “quieran o no quieran los indígenas”. Y aunque uno de los últimos anuncios es que ese camino será “ecológico”, igualmente sería destructor porque, adems del camino, buscan ampliar la frontera agrícola, la agricultura extensiva. Ese camino ecológico se sugiere, sin que haya un proyecto que lo presente al menos creíble porque lo que se cree es que se construiría una especie de túnel de más de 60 kilómetros o algo semejante a una gigantesca pasarela. Esa poco probable carretera ecológica se supone que sería muy cara, sin precedentes en la región, lo que lleva a pensar que el ofrecimiento de los gobernantes es una simple frase que suena bien en los oídos acríticos o entre los francamente llunk’us (aduladores).

Otra ventura del TIPNIS fue (¿sigue siendo?) la decisión de postular a la Gobernación de Beni al dirigente indígena Pedro Nuni, con apoyo del Movimiento Sin Miedo, dirigido por el ex Alcalde de La Paz (Juan del Granado), partido que propagó que ellos y, se entiende que la candidatura de Nuni, tomaron distancia de los “matones” del MAS (aliados a una parte de los patrones de la región) y de los otros patrones benianos.

Quizá con precipitación, sólo ante la urgencia electoral, desde el semanario virtual Aquí expresamos nuestra simpatía con la candidatura de Pedro Nuni, incluido el respaldo del MSM, porque vimos la posibilidad siquiera de sentar bases de una nueva unidad democrática, popular, antiimperialista y revolucionaria. Es decir, un movimiento social y político de largo alcance que vaya más allá de las elecciones, que cada día se muestre necesario y se articule ante la declinación evidente de la propuesta de Juan Evo Morales Ayma. Parecía una acción política independiente, la de Nuni, el que antes y ahora tiene el apoyo de los dirigentes indígenas de las tierras bajas bolivianas quienes constatan una brecha cada vez más grande con el Presidente de Bolivia, que se confirma con lo que se dice y se hace, desde el Palacio Quemado, contra la mayoría de los indígenas.

La desventura, derivada de la candidatura de Nuni, a la Gobernación del Beni, se debe a que el ex diputado, elegido en las listas del MAS por ese departamento del oriente boliviano, quizá porque piensa que los indígenas no son ni de izquierda ni de derecha, se ve con licencia para pactar con los enemigos mortales de nuestros pueblos y, por tanto, de los indígenas: los empresarios (ganaderos, madereros, terratenientes), aunque es cierto que, ahora, representantes de esa clase social, todavía dominante en Beni, también se aliaron con la candidata Jessica Jordan del MAS, según confesó la “reina” y modelo, con una candidez de personas como ella, confesión que se debe registrar porque de ese pacto nada dicen los gobernantes.

Si Nuni está entre los que piensa que los indígenas pueden unirse con empresarios y/o gente del pueblo y que eso depende de las circunstancias de espacio y tiempo, además de estar equivocado, no tiene derecho a firmar ningún acuerdo político que comprometa a los indígenas de las tierras bajas y que lesionen los verdaderos intereses de esos pueblos. Está demostrado, además, que cuando gente de nuestros pueblos se alía con explotadores y opresores, en realidad, son estos últimos los que ganan. Esto es verificable en cualquier momento.

La chambonada de Nuni al aceptar la subgobernación en el TIPNIS, propuesta por el Gobernador electo en Beni, Camelo Lens, se suma a la de Adolfo Chávez que firmó un acuerdo con el Gobernador de Santa Cruz, en funciones, para que éste despliegue sus actividades normales; está a la vista el cargo de subalcaldesa de un barrio cruceño, aceptado por la dirigente indígena Justa Cabrera y concedido por el Alcalde de Santa Cruz de la Sierra; se agrega la no esclarecida y presunta malversación de dinero entregado, supuestamente, por el ex gobernador de Beni, Ernesto Suárez Sattori, a dirigentes de los originarios de la región y que debía destinarse a obras en el TIPNIS; así como los indígenas cuando menos deben desconfiar cuando la derecha dice que defiende la reserva natural y territorio originario, actitud que para nosotros es mentirosa.

Una ventura del TIPNIS es que posee riquezas que los indígenas utilizan de manera racional para vivir y que, además, según planes de manejo legales y legítimos, críen lagartos para comercializar el cuero de saurios empleada sobre todo por la industria extraboliviana; que planten cacao, asimismo exportable, con la esperanza de que también se industrialice aquí, como sucede con los productos “El Ceibo”; que utilicen los bosques, como bienes de propiedad colectiva, para la construcción de embarcaciones e incluso para comercializarse, pero en beneficio de la comunidad; se agregan la caza, la pesca y la recolección de frutos, para la alimentación de los indígenas por lo que ellos comparan al TIPNIS con un supermercado citadino, pero en el que no pagan.

La desventura es que, con un comportamiento entre paternal y autoritario, los gobernantes discuten planes para acabar con la pobreza en el TIPNIS, en tres años, sin la participación de los indígenas que serán los destinatarios posibles de ese desarrollo. Entre otras cosas esa decisión gubernamental olvida que la Constitución Política del Estado boliviano, el Convenio 169 de la OIT y la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (los dos últimos son a la vez leyes bolivianas), disponen que los planes de desarrollo, por ejemplo en el TIPNIS, deben tomar en cuenta los intereses y las costumbres de los originarios. Los gobernantes bolivianos, máxime si se consideran representantes de los movimientos sociales, deben promover el crecimiento económico y el desarrollo social de moxeño-trinitarios, yuracarés y chimanes, con ellos, en ningún caso sin ellos y mucho menos contra ellos.

La ventura sobresaliente es que a la causa del TIPNIS se la asume de manera creciente, dentro y fuera de Bolivia. Pero la desventura, por ahora, es que el pueblo no tiene la suficiente fuerza como para derrotar a los que están resueltos a consumar un “tipnicidio” y/o un etnocidio.

La verdad es que no bastan buenas razones para que venza la causa plurinacional y popular del TIPNIS. Las buenas razones se impondrán, también, mediante la fuerza democrática, popular, antiimperialista y revolucionaria que se debe construir, desde las entrañas del pueblo en lucha incesante.

*Periodista

La Paz, 9 de febrero de 2013.

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