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Gracias Evo

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Alejandro Almaraz Ossio

miércoles, 3 de julio de 2013

Entre la movilización que las comunidades indígenas del TIPNIS realizaron en resistencia a la consulta fraudulenta, y la que protagonizaron recientemente para impedir el apócrifo y divisionista cabildo de corregidores convocado por Gumercindo Pradel, hay una notable diferencia, determinante para que el éxito de aquélla se haya alcanzado lenta y difícilmente, y la victoria de ésta haya sido fulminante y arrolladora. Esa diferencia está en la logística de la que dispusieron los movilizados.

En efecto, frente a la consulta fraudulenta que el Gobierno quiso imponer, las auténticas y autónomas organizaciones del TIPNIS confrontaron la enorme adversidad de tener que desplegarse simultáneamente por los cientos de kilómetros de los ríos de su extenso territorio, con la gran velocidad que lo exigía la necesidad de encarar la masiva invasión de las legiones consultadoras por aire, tierra y río, y tener que hacerlo con muy escasos y deficientes medios logísticos. En ese desafío contaban solamente con algunas pocas embarcaciones, en su gran mayoría, diminutas o vetustas, y con pocos y muy pequeños motores para impulsarlas, a lo que se sumaba la descarada y férrea coerción gubernamental de impedir la venta de combustible a cualquier persona que no sea de su estricta confianza.

Ahora, en cambio, los comunarios, encabezados por la dirigencia de las subcentrales TIPNIS y Sécure, acudieron muy rápidamente y en gran número a San Pablo, punto del Isiboro muy distante para los muchos movilizados que llegaron de los otros ríos. Después de disolver con la más absoluta legitimidad y gran facilidad el alevoso conato de cabildo apócrifo encabezado por Pradel y encargado por Quintana, se dispersaron ya retornando a sus respectivas comunidades, y, ante la noticia, muy veloz y simultáneamente recibida por todos, de que el grupo oficialista de Carlos Fabricano apoyado por empleados del Senasag (auténticos y disfrazados) esperaba río abajo (en las proximidades de Gundonovia) a los dirigentes de las subcentrales para atacarlos y vengar a Pradel, se reagruparon en cuestión de horas y aun en mayor número.

Por último, llegaron raudamente a Gundonovia cientos de comunarios en una masa de decenas de embarcaciones de todo tamaño: una especie de desembarco de Normandía amazónico, igual de frustrante para las pretensiones y procedimientos del nacional-socialismo que en la Bolivia actual, igual que en la Alemania hitleriana, sigue pensando que los indígenas amazónicos deben dejar de “vivir como animalitos”. Las huestes oficialistas, abrumadoramente superadas en número, convicción y dignidad, sólo atinaron a arrinconarse silenciosamente fuera del poblado, y, rehusando las reiteradas invitaciones al diálogo, escapar al amparo de la noche.

¿Por qué pudieron hacer todo esto último las comunidades del TIPNIS en resistencia? Porque disponen de decenas de embarcaciones flamantes con poderosos motores fuera de borda, y, de yapa, de varios equipos nuevos de radioaficionado que refuerzan y amplían los alcances de su sistema de comunicación intercomunitario. ¿Quién les proporcionó gratuitamente toda esta logística que elevó tan eficazmente su capacidad operativa de resistencia? Evo Morales en persona, en los varios actos en los que, con éstos y otros regalos, creía estar doblegando la decisión indígena de evitar la carretera que destruya su territorio y rechazar la consulta fraudulenta que la legalice.

Se dirá que las personas no merecen agradecimiento por sus actos fallidos, y menos aún por los que tenían la intención exactamente contraria al resultado logrado, como es el caso de Evo en estos acontecimientos.

En verdad, no he sabido de alguien, ni del más desesperado suicida, que se pegue tan resuelto y certero escopetazo en la cara. Aun así, estoy tan contento por esta nueva y espectacular victoria de la resistencia indígena que le agradezco a Evo por esa tan valiosa, aunque no generosa ni consciente, provisión logística a las comunidades en resistencia. Más aún, no me enojaré y tendré una sincera palabra de aliento si persevera, como hasta ahora, en convertir, “quieran o no quieran”, su proyecto de carretera cocalera por el TIPNIS en su pronta sepultura política, tan definitiva e inapelable como son todas las tumbas cuando las escoge el respectivo difunto.

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