Se cerró el ciclo de Evo Morales
viernes, 11 de septiembre de 2020
No es sorprendente que se le haya negado a Evo Morales la posibilidad de ser candidato a senador por Cochabamba, esa pretensión estaba descartada por el largo tiempo en que Evo vive fuera del país, y más largo fuera de Cochabamba (el departamento por el que pretendía ser senador). Lo sorprendente es que la militancia del MAS (incluyendo sus diputados, que son mayoría en dicha Cámara) hayan aceptado dicha resolución, y ése resulta un indicador de que el ciclo político de Evo ya se cerró.
Eso no quita que haya sido un presidente excepcional, elegido y reelegido (dos veces, aunque haciendo “una trampita”, como él mismo reconoció) con porcentajes de votos que en los decenios anteriores no habíamos visto. ¿Y por qué excepcional? No sólo por ser un presidente indígena, sino porque realmente salvó al país del desastre neoliberal. No olvidemos que Evo re-nacionalizó todo lo que había regalado el Goni a empresas transnacionales (con la extraña excepción de la PIL que, en manos de la transnacional Nestlé, sigue siendo la típica expresión neoliberal).
Esa cadena de nacionalizaciones (exitosas y rentables) explica la reeleción de Evo con más votos que ningún presidente anterior, y resulta más fuerte que las inconsecuencias de Evo durante su primer gobierno (que también las hubo, pero resultaban de menor importancia).
Pero al mismo tiempo, la larga presencia de Evo en la Presidencia demuestra lo acertado de la fórmula de que “el poder produce un daño cerebral”. Ya el año 2010, empezando su segundo mandato, se comprueba que a Evo se le subió el poder a la cabeza, y empieza a ser inconsecuente con sus propios principios. El mismo presidente que había sorprendido al mundo con su novedosa afirmación (pronunciada en una asamblea de Naciones Unidas) de que “los derechos de la Madre Tierra son más importantes que los derechos humanos” (afirmación que nadie pudo desmentir), ese mismo presidente se presta a destruir a la Madre Tierra en el Tipnis, y eso en aras del “desarrollo”. Esa fue la primera muestra del “daño cerebral”, y de ahí en adelante se le siguió subiendo el poder a la cabeza.
Por su parte el vicepresidente García Linera, el brillante intelectual en el que tantas esperanzas habíamos depositado, y que parecía el mejor complemento para Evo, no quiso complementarlo, sino que se limitó a adularlo, casi hasta el extremo de divinizarlo, y ése fue el peor favor que pudo hacerle. Pero eso no quita que Evo sea el principal responsable de su degeneración política.
La peor expresión de dicha degeneración fue la de desconocer el referéndum que no le permitía volver a candidatear (apelando al acuerdo de Costa Rica y alegando que candidatear a la presidencia es un “derecho humano”). Después le llamaron “golpe de Estado” a la movilización que lideró un cívico cruceño, cuando el auténtico “golpe de Estado” fue el que dio Evo al desconocer un referéndum. Y para ser consecuente con lo del “golpe”, Evo se auto-exilió, primero en México y después en Buenos Aires, aprovechando la presencia en ambos países de gobiernos que se sentían afines al de Evo.
Y para colmo de esta decadencia, aparecen los informes de Amalia Pando (que deberán ser comprobados, aunque dicha periodista siempre ha demostrado estar bien informada) en los que aparece Evo complicado en el “robo” de una vagoneta de la Gobernación de Cochabamba y de su traslado a Tiraque para que la usen las hermanas jovencitas Noemí y Rosario Meneses, de las que hay fotos con Evo, y que por lo visto tienen relaciones amorosas con él desde hace cinco años, cuando ellas eran menores de edad…
Es el final de la vigencia política de Evo. No sólo se le subió el poder a la cabeza, no sólo se aprovechó de ese poder para ordenar gastos millonarios en supuestas “obras” suntuarias e innecesarias (y donde falta investigar los datos de corrupción), sino que su obsesión sexual (reforzada por su inigualable machismo cultural) habría llegado a ser un escándalo público…
Es evidente que se acabó el ciclo de Evo Morales, y aunque en el MAS lo consideren jefe de campaña desde Buenos Aires, para el país se acabó.
¿Y su obsecuente candidato presidencial? De él hablamos otro día.
Rafael Puente es miembro del Colectivo Urbano por el Cambio (CUECA) de Cochabamba.