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¿Será que tampoco aprendemos con el Referendo Autonómico?

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Vamos a andar

Rafael Puente*

La Paz, Página Siete, viernes, 25 de septiembre de 2015

Los resultados del referendo, realmente sorprendentes, han provocado reacciones más bien viscerales, tanto de parte de nuestros gobernantes como de parte de la oposición. Quisiera intentar un análisis sereno, porque un evento que ha consumido tanto presupuesto por lo menos debiera servir para que saquemos alguna lección política.

Hipótesis A: La población conocía y entendía el contenido de los proyectos de estatutos autonómicos. Si fuera así, podríamos sacar dos posibles conclusiones:

Una, la de nuestro Vicepresidente en el sentido de que la población votó en contra porque prefiere un "Estado vertical y centralista”. No parece muy coherente, ya que la población del país en su conjunto viene luchando contra el centralismo desde hace decenios (en Cochabamba, por ejemplo, a principios de los años 90, hubo ya una fuerte movilización convocada por el Comité Cívico, huelga de hambre incluida, en la que participaron las diferentes fuerzas políticas). Pero además, si fuera como piensa el Vicepresidente, habría que concluir que las cinco asambleas departamentales —todas con mayoría del MAS— no fueron capaces de percibir esa tendencia en cinco años de supuesta consulta para los estatutos… Muy grave ¿no creen?

La otra, que la población votó en contra porque los proyectos de estatutos no cambiaban nada, porque se enmarcaban en la Ley Marco de Autonomías (lamentablemente centralista) y también en la Constitución, donde las autonomías aparecen como meramente declarativas y como una mala copia del sistema español (Rafael Bautista dixit). Así que el voto en contra estaría expresando por el contrario un rechazo al viejo y decadente centralismo. Compañero Vicepresidente ¿no le parecería más coherente?

Lo que pasa es que esta hipótesis —que parece muchos asumen— es inverosímil. Veamos la otra.

Hipótesis B: La población no sabía por qué ni para qué votaba: Ésta es mucho más verosímil. Había gente que no sabía siquiera de qué trataba el referendo (confundida incluso con el debate sobre el referendo constitucional sobre la reelección del actual binomio presidencial). En todo caso, la gran mayoría no conocía el respectivo proyecto de Estatuto y los pocos que sí lo conocían en realidad sólo habían tenido acceso a un resumen (más o menos engañoso, y en todo caso insuficiente).

Si es así, podemos concluir que la población —en los cinco departamentos— votó contra el modo de hacer de sus respectivos gobiernos departamentales (y probablemente también del Gobierno central); es decir, votó contra la falta de información, contra la falta de participación, contra el autoritarismo barato de sus gobiernos (y también de sus dirigentes sociales, que están resultando más autoritarios/as que los/as gobernantes).

¿No les parece sugerente el hecho de que el peor rechazo se dio precisamente en Potosí, el departamento que acaba de ser escenario de un duro y absurdo enfrentamiento entre sociedad civil y Estado? ¿No nos está mostrando este dato que el voto del referendo tiene nomás que ver con una determinada actitud de cansancio de nuestra población respecto de las nuevas maneras de nuestros gobernantes (tanto "autonómicos” como centrales)?

¿La conclusión correcta no será por tanto que urge volver al estilo de los primeros cinco años de este "proceso de cambio”; es decir, recuperar el debate abierto, la participación social sin exclusiones, la voluntad de convencer y no de vencer? Y puestos a pensar en un referendo constitucional ¿no habría que pensar más bien en uno que consulte la opinión plurinacional respecto de volver íntegramente a la Constitución aprobada en Oruro y anular las concesiones hechas a la derecha congresal? ¿Y tal vez también para cambiar lo relativo al régimen autonómico de manera que responda realmente a un nuevo estado plurinacional y deje de ser una mala copia de España?

Y, por supuesto, la oposición no tiene de qué vanagloriarse, ya que todos sus gobiernos —incluidos aquellos cuyos principales personeros eran cruceños— fueron dramática y burocráticamente centralistas. Que no vengan ahora a hacerse los devotos del régimen autonómico ni se atribuyan mérito alguno en el resultado del referendo. Los que tenemos algo que aprender somos nosotros (y nosotras).

*Miembro del Colectivo Urbano por el Cambio (CUECA) de Cochabamba.

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