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Silencio no inocente

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En riesgo de extinción

Roger Cortez Hurtado

Martes, 25 de noviembre de 2014

Cuando de publicar (y de vender) se trata los silencios valen tanto como las palabras. Y, por eso, resulta más que llamativo el espeso y casi unánime silencio de medios y cadenas mediáticas, sean privadas, estatales, cuasi estatales, laicas o confesionales cuando toca informarnos sobre la avalancha de acontecimientos que está ocurriendo en Brasil y Petrobras, la más importante de sus empresas.

Si uno suma el espacio que se concede en estos masivos medios —sea radio, TV o impresos— a las hazañas o desventuras de figuras de la farándula, de lo que queda de aristocracia europea, o de superhéroes del deporte o del escándalo, y se lo compara con la cobertura que otorgan a lo que está pasando en el vecino país, puede verse que el peso de lo último es menor al de un conejo, frente al de un dinosaurio.

Se verifica, algo muy parecido a un consenso, que Bieber, Cosby o Pantoja serían más trascendentes para los bolivianos que las convulsiones internas de la empresa y el país, que son nuestros mayores socios comerciales y compradores de nuestra principal exportación. 

Así, apenas se ha registrado entre las noticias que consumimos el arresto, durante la semana anterior, de cerca de 30 ejecutivos de empresas muy conocidas en nuestro medio, como las constructoras Odebrecht, Andrade Gutierrez, OAS, que tiene en vilo a los brasileños, que observan cómo se desanuda una trama que envuelve a gerentes de Petrobras con los de constructoras y proveedoras complicados en el pago de sobornos, coimas y comisiones, provenientes de adjudicaciones y contratos.

Los partidos oficialistas, el PT, en primer lugar, recibían cuotas de estos pagos ilícitos. Los partidos políticos se habrían beneficiado con más de tres mil millones de dólares, pero los fondos desviados multiplican muchas veces esa magnitud. Con semejantes omisiones, menos sabemos aún de las posiciones en un debate cuyas aristas y proyecciones nos afectan.

Más allá del directo e inmediato interés que tenemos de estar muy bien informados sobre estos temas, por las relaciones económicas y políticas que nos unen con el país y empresa afectados, es de interés estratégico de nuestra ciudadanía y experiencia democrática entender y aprender sobre lo que está pasando porque, entre varias otras cuestiones significativas, YPFB ha enfrentado problemas parecidos.

El último, que salió a relucir de casualidad cuando se detuvo a un ebrio en un choque de autos, nos permitió enterarnos que un alto ejecutivo a cargo de adquisiciones, con un fondo cercano a los dos mil millones de dólares, aparentemente no contaba con la confianza de los principales responsables de la estatal petrolera. Las informaciones sobre el caso se fueron esfumando y hoy no sabemos prácticamente nada de cuál puede ser "el final de esa historia tan colosal”.

Los gobiernos de Lula, primero, y de Dilma, después, han sido atacados varias veces por  los sectores políticos más retrógrados del Brasil por ser "demasiado blandos” con nuestro país y nuestras autoridades, ya que no le perdonan al PT las veces que respaldó a nuestro actual Gobierno en situaciones de intensa crisis política.

El tratamiento noticioso con que nos obsequia el conjunto del aparato mediático nacional favorece a que estemos rezagados y poco orientados frente a hechos que reclaman una atenta y ceñida atención. Lo que pasa hoy con Brasil o México nos toca y nos llega, pero quienes con demasiada frecuencia se autoproclaman como "la opinión pública”, o pretenden ser nuestra conciencia, están demasiado ocupados con otros menesteres. 

Para ser un pueblo cada vez más apto en el tratamiento y superación de nuestros problemas necesitamos disponer de información y espacios de reflexión, y debate de mucha mejor calidad de la que los medios de difusión masiva nos están ofreciendo. 

Eso vale para cuestiones externas, como para atender los viejos males que nos atrapan o la reciente y ominosa oleada de violencia contra niñas, niños y mujeres, así como la falta de acciones e iniciativas, que vayan más allá de las lamentaciones con que estamos respondiendo.

Para ser un  pueblo cada vez más apto en el tratamiento y superación de nuestros problemas, necesitamos  de información y espacios de reflexión.

*Roger Cortez Hurtado es investigador y director del Instituto  Alternativo.

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