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Lo que faltaba: los contrabandistas se sindicalizan

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Vamos a andar

Rafael Puente*

Viernes, 18 de julio de 2014

A primera vista resulta divertido, pero en el fondo la cosa es preocupante. Están apareciendo por televisión los representantes de la Asociación de Propietarios de Vehículos Chutos, que exigen una nueva amnistía y la "nacionalización” de sus autos.

Ya el término chuto está indicando que se trata de vehículos de contrabando, es decir, ingresados en el país ilícitamente. Por eso se habla de amnistía, porque se trata de pedir la condonación de un delito.

Recordemos la amnistía decretada hace un par de años, y recordemos las consecuencias que tuvo para el incremento del caos vehicular en nuestras ciudades, para el incremento de la contaminación atmosférica y para el incremento del déficit estatal debido a la subvención de carburantes  (ya sin eso siempre creciente).

La cosa fue tan grave que en aquella ocasión vimos al Vicepresidente explicar por televisión que realmente se había calculado mal el número de vehículos que iban a engrosar el famoso "parque automotor”…

Y como era de esperar, pese a las advertencias oficiales en el sentido de que no habría más amnistías, el hecho no hizo más que estimular a los contrabandistas, que ahora creen que ha llegado el momento de exigir otra amnistía, ya que se trata de "nuestro medio de vida”.

Pero ahora, además, pasan a una ofensiva más atrevida: primero se sindicalizan abierta y públicamente y hablan de sus derechos —los de los contrabandistas—, luego advierten de que no permitirán la llegada del "COA (Control Operativo Aduanero)”, y, finalmente, exigen la legalización de todos los vehículos indocumentados que hay en el área andina. ¿Qué tal?

Nuestro Gobierno —el gobierno del cambio— anunció desde el principio la lucha contra el contrabando, aunque para ello hiciera falta el uso de la fuerza militar. Sin embargo, el contrabando de ropa usada, después de repetidas fijaciones de un "último plazo”, sigue definitivamente vigente (y en perjuicio de la industria textil nacional).

El contrabando de carburantes (esta vez contrabando hacia fuera) parece haber ganado muchas más batallas que las que puede haber perdido (incluyendo el GLP); el contrabando de otra serie interminable de productos que se venden en el mercado informal (el "régimen simplificado” no deja de ser informal, y si no que les pregunten a los contribuyentes formales) y el contrabando de vehículos usados (sin control de su capacidad de contaminación, ni de su peligro para el servicio público, por ejemplo cuando tienen la puerta para pasajeros a la izquierda) han sido incontrolados y crecientes.

El tema se ha vuelto tan grave que ahora los contrabandistas se sindicalizan. Cierto que no es la primera vez (¿recuerdan ustedes aquella Federación de Cachivacheros —léase rateros— que estaba afiliada a la COB en sus mejores tiempos?); sólo que ahora ya no usa eufemismos y se proclama abiertamente el contrabando como un derecho, como una forma más para ganarse la vida, y, por tanto, dicho sindicato reclama el apoyo del Estado.

De hecho, la sindicalización —cuando no hay patrón— sólo se entiende para fortalecer la relación con el Estado. Vale decir que estamos asistiendo a una formalización y reconocimiento público del contrabando. ¿No es una muy mala señal de lo que puede ser nuestra futura conformación social, nuestro futuro productivo, y nuestro hipotético Vivir Bien?

Cierto que, por su parte, el Presidente del Estado ha advertido expresamente de que no habrá más amnistías para vehículos chutos. ¿Realmente será así? Se admiten apuestas.

*Es miembro del Colectivo Urbano por el Cambio (CUECA) de Cochabamba.

  El Presidente advirtió expresamente de que no habrá más amnistías para vehículos chutos. ¿Realmente será así? Se admiten apuestas.

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