Supuesta vocación de legislar de “padres” de la patria

Redacción AquíCom

(AquíCom/20-07-014) Legislar es una labor de enorme importancia para un país, puesto que lo que se apruebe en esa instancia de poder constituye el ordenamiento jurídico. Si bien legislar tiene pros y contras —buenos y malos momentos—, una de las etapas más tediosas parece ser el debate y revisión de proyectos de ley, más aún cuando se trata de temas densos y ampulosos.

Una situación así se evidenció en la Cámara de Diputados con el tratamiento del proyecto del Código de Familia, este viernes 18 de julio. Los diputados, en ese momento, todos oficialistas, muchos estaban conversando y de espaldas a la testera, mientras se llevaba a cabo la sesión plenaria, con el presidente de la cámara, Marcelo Elío y el diputado Carlos Aparicio, que dirigían la sesión.

Nadie prestaba atención. Betty Tejada, sentada casi en primera fila, y de espaldas a la testera, sostenía una  fluida conversación con otra colega. El diputado Jorge Medina entraba y salía del hemiciclo como Pedro por su casa, sin reparar en la sesión.

Asientos más atrás y en la misma fila de Tejada, el diputado Luis Gallego, en compañía de otros cuatro legisladores, también sostenía una amena charla.

Asientos más atrás, una diputada realizaba estiramiento de su humanidad como para desperezarse, mientras que otra legisladora, provista de audífonos, escuchaba música.

La mayor parte de los asistentes revisaban sus celulares y bostezaban para matar el tiempo ante lo que parecía el tratamiento de un aburrido proyecto.

Lo más curioso del caso sucedió cuando se inició la etapa de votación para la aprobación del Código por artículos. El diputado Carlos Aparicio pedía: “Quienes estén de acuerdo sírvanse levantar la mano”, y cuando muchos de los legisladores aún no terminaban de levantar la mano, pues permanecían en sus posiciones inicialmente descritas, Aparicio procedía a decir: “mayoría señor Presidente”

Con esta escena descrita, no es raro que los códigos y leyes aprobados estén incompletos y se presenten problemas en su aplicación, porque el tratamiento de las normas no recibe la atención necesaria y su aprobación se convierte en un mero formalismo (AquíCom/20-07-014).