Un empate con sabor a derrota

Goles son amores

Ricardo Bajo H.

Azkargorta pierde crédito y al final de estas Eliminatorias dirá adiós a un retorno fallido y decepcionante al fútbol boliviano. Segundas partes nunca fueron buenas. Bolivia protagonizó una primera parte aceptable, pero tras el empate al borde del descanso de Argentina cayó en una depresión, sin ritmo, sin velocidad, sin ideas; con una autoestima tocada en lo más profundo. La otrora labor psicológica del DT ha desaparecido y ahora juega en contra. El actual y caduco técnico de la ‘verde’ se equivocó —otra vez— en los cambios, obligado pareciera por circunstancias ajenas al propio juego.

Bolivia volvió a línea defensiva de tres con dos carrileros para proyectarse (Jair Torrico y Diego Bejarano: cambiados incomprensiblemente por el técnico vasco). En el medio, Veizaga junto a Chumacero se convirtieron en los motores del equipo. Rudy Cardoso y ‘Conejo’ Arce no sumaron como debieran.

Arriba la dupla dispuesta por el tridente técnico de la selección (Azkargorta-Soria-Sandy) no funcionó nunca. Martins (el gol y nada más) dice que ya no quiere volver a jugar en la selección (en su equipo ha sido marginado) y Saucedo deberá contar con un delantero por afuera que se complemente con el jugador de San José.

Argentina se metió atrás con línea de cinco y soltó demoledores contragolpes de la mano de un entonadísimo Di María. En la contención Mascherano ordenó tácticamente a la ‘albiceleste’ y sólo una tarde de suma gracia de Sergio Galarza evitó una goleada a favor del equipo compacto y solidario de Sabella, que terminó física y anímicamente mejor que Bolivia. El arquero de Blooming fue la estrella del partido e incluso tapó un mano a mano con un Messi que jugó paseando debido a su inevitable complejo con la altura. La Bolivia de Azkargorta suma otra decepción y se acostumbra al fracaso. Es hora del recambio, de entrenadores desfasados que siguen vendiendo humo, de dirigentes anquilosados y vetustos felices en la frustración.