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“… si quieren guerra por el gas, habrá guerra por el gas y nosotros meteremos bala”

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De sábado a sábado 353

Gonzalo Sánchez de Lozada:

 Remberto Cárdenas Morales*

 “Si quieren diálogo por el gas (natural) va haber diálogo por el gas, si quieren guerra por el gas habrá guerra por el gas y nosotros vamos a meter bala”, dijo Gonzalo Sánchez de Lozada, en ese momento presidente de Bolivia, contra el cual se alzaban especialmente alteños y paceños, con apoyo de gente del pueblo de todo el país.

Esa “confesión”, en realidad una amenaza con lo que se hacía esos días, la planteó el primer mandatario en una reunión a la que asistieron: el P. Ricardo Zeballos, en representación del Mons. Jesús Juarez, en ese momento, Secretario General de la Conferencia Episcopal, el que no alcanzó a llegar desde El Alto a la Casa Presidencial de la zona de San Jorge de la sede de gobierno Waldo Albarracín Sánchez, presidente de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos de Bolivia (APDHB) y otros delegados de esa institución; una delegación de la Confederación Sindical de Trabajadores de la Prensa de Bolivia (CSTPB), encabezada por su secretario Ejecutivo Freddy Morales Vaca.

En esa reunión que fue la última con organizaciones como las citadas, acompañaban a Gonzalo Sánchez de Lozada sus ministros: Mirtha Quevedo, Javier Torres-Goitia Caballero (hijo) y el concejal municipal paceño, Roberto Moscoso.

Los delegados de aquellas organizaciones, básicamente, le pidieron a Sánchez de Lozada que dialogue con los principales dirigentes del movimiento que ya exigía la renuncia de aquel funcionario público. Esos delegados añadieron que al menos debía conversarse, y en lo posible llegar a un acuerdo, con los principales dirigentes de ese movimiento: Jaime Solares, secretario Ejecutivo de la COB; Felipe Quispe “El Mallku”, secretario Ejecutivo de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB) y Juan Evo Morales Ayma, secretario Ejecutivo de las cinco federaciones de cocaleros del trópico cochabambino.

El Presidente, en repuesta, formuló la amenaza reproducida en esta nota (“Si quieren diálogo…). Anotó, asimismo, que Evo Morales recibió dinero de los libios y de Kadafi para un golpe que, según el mandatario, estaba en marcha.

A los que llaman “movilizados” en El Alto, de acuerdo a los datos que nosotros tenemos (¿de la inteligencia del Estado?), se les paga Bs24 por día. Es mucho mejor que un jornal, acotó el concejal municipal, otrora militante del Partido Socialista 1 o al menos él recordaba ese su pasado político.

El presidente Sánchez de Lozada varias veces interrumpió el diálogo con sus visitantes. Cada vez que se retornaba a una de esas salas de la Casa Presidencial refería alguna historia, acomodada por sus subordinados o por él, por lo que pudimos constatar después.

En una de esas ocasiones informó: Mi secretario del Ministerio de Trabajo (viceministro ahora), Guido Meruvia, que llevó una carta en la que a los dirigentes de las organizaciones sociales alteñas les pedimos dialogar, le han destruido su auto y le han herido en los ojos. Esa es una acción “vandálica”, de los alteños que en realidad son mercenarios, repetía el Presidente el 11 de octubre de 2003, en la noche, de lo que pasan 12 años.

Javier —le dijo Sánchez de Lozada a su ministro de Salud— ocúpate de Guido. Lo llevas a la mejor clínica de La Paz, busca a un buen cirujano y que allí le hagan la operación que sea necesaria y no te preocupes por los gastos. Parecía que el Presidente quiso que escuchemos esa instrucción suya.

Poco después de esa reunión, nos enteramos de que no hubo tal agresión a ese exSecretario o Viceministro del Ministerio de Trabajo: entonces preservaba sanos y salvos sus dos ojos.

Integrantes de la CSTPB convocaron a una reunión con dirigentes políticos y sindicales, alineados con el pueblo, se dijo entonces, el 7 de octubre. En esa única reunión la propuesta de los dirigentes sindicales de los periodistas fue que Solares, Quispe y Morales asuman la conducción colectiva del movimiento. Esta propuesta fue aceptada con especial expectativa, pero nunca hubo coordinación entre esos dirigentes, al menos antes de la caída de Sánchez de Lozada o para hacerlo caer a éste

Aquella reunión se prolongó, entre otras cosas, porque cada momento aparecía ante los asistentes un edecán con algún recado verbal o con una nota escrita. También en varios momentos el Presidente atendió llamadas telefónicas.

La irritación de aquél crecía en la medida en la que escuchaba los encargos, leía esa notas o hablaba por teléfono.

La conclusión de ese encuentro parecía nada alentadora. Ustedes pueden hablar con los ministros Quevedo, Torres-Goitia y Kuajara (+), pero yo creo que los vándalos no quieren hablar…, añadió como remate de todo lo que dijo esa noche fatídica. Por supuesto no podíamos adivinar que el Presidente renunciaría o huiría 6 días después de ese 11 de octubre.

A la salida de la Casa Presidencial, periodistas preguntaron sobre los alcances de esa reunión a la que nos referimos en esta nota.

Cuando se reprodujo la referida amenaza (“… si quieren guerra por el gas, habrá guerra…) los periodistas informaron a sus interlocutores: hace menos de una hora se informó que han matado a otras personas más en El Alto.

Solares, Quispe y Morales, los más visibles dirigentes de masas en ese momento, fueron informados de la reunión con Sánchez de Lozada y creían que después de los nuevos muertos entre los alzados alteños, era muy difícil intentar el diálogo, pero que irían a las reuniones que convocarían Quevedo, Torres-Goitia y Kuajara. Nunca llegó propuesta alguna para ese diálogo.

Los asistentes a la reunión en la Casa Presidencial, al día siguiente y en un comunicado calificaron como “verdadera masacre” las muertes de la noche anterior, corría el 12 de octubre. Esa afirmación determinó que el P. Zeballos sea retirado por Mons. Juarez de la comisión que buscó el diálogo que no fue.

He ahí tres hechos, quizá marginales, ocurridos en medio del alzamiento o de la insurrección popular inconclusa de octubre 2003 en El Alto y La Paz, como los principales escenarios entre tantos otros, como Sorata, Warizata, Patacamaya… Insurrección popular inconclusa porque faltó la victoria plena, el asalto al poder por los insurrectos.

Otros llaman “Octubre Negro” o “Guerra del Gas”, a lo que  Zavaleta hubiera llamado: “fiesta de la plebe” ocurrida hace 12 años, designaciones que tienen una connotación distinta a la nuestra que sigue siendo: alzamiento o insurrección popular inconclusa, forma de lucha que tuvo lugar varias veces en nuestro país, como en abril de 1952, ocasión en la que el pueblo derrotó al ejército de la rosca minero-feudal, pero los movimientistas se apropian de la victoria y del poder.

En octubre de 2003, como dijo acertadamente un ex docente de la UMSA y revolucionario (ahora casi jubilado de la actividad política): “Los alteños pusieron los muertos y las capas medias nombraron a los ministros”, y al Presidente, añadimos.

La Paz, 17 de octubre de 2015.

*Periodista 

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