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Presidente: saque sus manos de los asuntos indígenas del TIPNIS

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De sábado a sábado (254)

Remberto Cárdenas Morales*

Evo Morales sigue embarrando sus manos en asuntos indígenas del TIPNIS. Los últimos días, mediante sus operadores, ha intentado desconocer a dirigentes originarios de esa Tierra Comunitaria de Origen (TCO), elegidos democráticamente y según sus usos y costumbres. Ese operativo, que pretendió realizar una reunión de corregidores, básicamente, para desconocer a los dirigentes de la VIII y IX marcha indígenas en defensa del TIPNIS, fue sugerida, promovida, financiada y organizada por instrucciones de los gobernantes. Esa reunión, además, debió ser dirigida por extraños a los mojeño-trinitarios, yuracarés y chimanes, entre otros, por Gumercindo Pradel, un cocalero masista que tiene sus bases en el Consejo Indígena del Sur (Conisur), por tanto, un entrometido en ese territorio indígena.

Los gobernantes rodearon el accionar de sus operadores, que invadieron el TIPNIS, con militares vestidos de civil. Recordemos que un jefe militar informó, en el marco de la consulta de 2012, que allí desplegarían un programa de “acción cívica”, la que comprende operaciones destinadas a mostrar a los uniformados como amigos de los indígenas, por eso atienden enfermos, curan muelas y a veces ayudan a cultivar a los comunarios.

Los gobernantes también han negado que sus operadores busquen torcer la voluntad de la gente de la reserva natural y territorio indígena, y conseguir que consientan la construcción del camino de la discordia, entre Villa Tunari y San Ignacio de Moxos.

En La Paz, por ejemplo, el senador Rojas, que colgó perros en su natal Achacachi y sugirió legalizar la tortura para que los presuntos delincuentes confiesen sus delitos, ha dicho que hasta después de las elecciones no se abrirá la vía por medio del TIPNIS. Sin embargo, otros como G. Pradel y Carlos Fabricano, afilados, están detrás de la representación de todos los indígenas de aquella TCO, con el propósito de anular toda resistencia de los originarios en defensa de la vida, el principal derecho humano.

Es cierto que los indígenas que viven en el TIPNIS impidieron la reunión de corregidores promovida por Pradel y Fabricado, a la que fue invitado el Presidente. Además, como dijeron sus autores, chicotearon a Gumercindo Pradel, después de que le dijeron que éste nada tenía que hacer en el territorio indígena y en la reserva natural de todos los bolivianos.

Luego de los azotes, Pradel hizo teatro de mal gusto: se internó en un hospital de Villa Tunari, lugar en el que simuló dolencias de las que, personas con sentido común, desconfían. El dirigente de Conisur y C. Fabricano, además, intentan un proceso criminal contra los presuntos agresores. Confían en que fiscales y jueces los favorezcan con un proceso y con sanciones, a los que enjuicien, como Fernando Vargas, dirigente máximo de la Subcentral TIPNIS. Sin embargo, con buen criterio, un fiscal de Cochabamba se excusó de atender la causa para lo que alegó falta de jurisdicción y de competencia. No se debe descartar, sin embargo, que algún tribunal y algún fiscal obedezcan las órdenes de los gobernantes y los pongan, injustamente, en el banquillo de los acusados a dirigentes indígenas que, cuando expulsan a invasores de su territorio, ejercen sus derechos establecidos en la Constitución Política del Estado, el Convenio 169 de la OIT y la Declaración de Naciones Unidas sobre Derechos de los Pueblos Indígenas (los dos últimos son leyes de Bolivia).

Dentro del territorio indígena rigen las costumbres como derecho, así como el autogobierno, la autodeterminación. Los derechos indígenas, asimismo, son ejercidos legal y legítimamente, para lo que no se requiere permiso de ningún gobernante.

Y si en el TIPNIS no se aplican las normas citadas, por los gobernantes y por sus operadores obedientes, allí se habrá quebrado el estado de derecho y, por tanto, como se dice en el preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, los indígenas y nuestro pueblo, podrán aplicar el derecho a la rebelión.

Por ahora, los indígenas del TIPNIS despliegan allí la resistencia, precisamente, en defensa de sus derechos que son cercenados por los gobernantes o por politicastros (políticos ineptos) a su servicio incondicional.

Una realidad que tiene que preocuparnos sigue y crece en la TCO, en la que la propiedad sobre el territorio es colectiva (y no individual como en el Conisur): los pueblos que viven allí hace mucho tiempo enfrentan una división que desde el gobierno se la alienta; se enfrentan como no había sucedido antes, de acuerdo a testimonios varios; los que apoyan al gobierno reciben regalos de los gobernantes, a manos llenas, con dinero de los bolivianos; en vez de organizar, politizar e ideologizar a los originarios, que apoyan a los gobernantes, se les da el inmerecido trato de peones aptos para votar por el Presidente-candidato en contra de la disposición segunda de las medidas transitorias de la CPE, es decir, de la prohibición de una tercera elección continua.

 Como quien busca salidas a la crisis en el TIPNIS, un ex Viceministro de Medio Ambiente, que renunció al cargo porque se negó a firmar una licencia ambiental fraudulenta para la construcción del camino que nos divide a los bolivianos, aconsejó hace días una nueva consulta a los indígenas para la construcción de una vía, por un lugar distinto al escogido; consulta que debe ser de veras previa, informada sin trampas y de buena fe, como no fue la de 2012 en el TIPNIS.

Incluso el Delegado de la ONU para los Derechos Humanos en Bolivia ha propuesto que el gobierno inaugure nuevas relaciones con los pobladores del TIPNIS. No obstante, le faltó decir a ese funcionario, excesivamente comedido con los actuales gobernantes, que éstos allí respeten la convivencia en paz de mojeño-trinitarios, yuracarés y chimanes.

Desde el Palacio Quemado, y la repetición aburrida de los llunk’us, se asegura que la resistencia, legal y legítima, de los indígenas del TIPINIS tiene respaldo de la derecha y, en particular, del Gobernador de Beni. Nosotros lamentamos que esa derecha, en un lance oportunista, asuma la defensa de la reserva natural y del territorio indígena. Pero, aunque la derecha es falsa, pretende hacer creer que defiende los bosques, derecha que se beneficiará con el camino de la discordia, el que utilizará para transportar carne, madera y, con sus socios transnacionales, mercancías procedentes de Brasil, con destino a puertos del Pacífico.

La defensa del TIPNIS es una causa del pueblo y sabemos que éste se vuelve sabio en defensa de sus intereses.

Los líos actuales que enfrentan los indígenas en su casa grande son de responsabilidad de los gobernantes y sus operadores, ejecutores de una política equivocada.

Una exigencia de los indígenas y de nuestro pueblo es que el Presidente saque las manos de los encuentros y de los desencuentros de los pueblos del TIPNIS. El retiro de esas manos del Presidente, de esa TCO, facilitaría la resolución de los problemas, que allí sí existen entre indígenas, además, sin la intromisión de los invasores contemporáneos o verdaderos colonizadores.

La Paz, 29 de junio de 2013.

*Periodista

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