La muerte de Camilo Taufic

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Por Eduardo Labarca

Lo conocí en el Instituto Nacional, de boina, arengando a los estudiantes para una huelga. Se llamaba Faruk Taufik Kalafatovic, mezcla de turco (no árabe, me aclara Ernesto Carmona) y croata.

Empezó a escribir en el colegio y llevó varios artículos al vespertino Última Hora, donde se los publicaron en la página editorial, en columnas firmadas con un seudónimo formado por sus iniciales: FATAKA. Andaba orgullosísimo mostrando el diario. Desde el comienzo todos lo llamábamos "Turco", y creo que a él le gustaba. Existían el Turco Yarur, el Turco Tarud y el Turco Taufik. Cuando se dirigía a él, Carlos Jorquera, el Negro, lo llamaba únicamente "Turco". Pero FATAKA se sentía incómodo con su nombre porque nadie le entendía y lo asociaban con el derrocado rey Faruk de Egipto. Se lo cambió legalmente por el nombre de Camilo Taufic, cambio que revela algo de su personalidad complicada.

Durante el gobierno de la UP fue subdirector de la revista juvenil Ramona, de Quimantú, dirigida por Carlos Berger. La experiencia periodística la ponía Camilo.

Taufik/Taufic era bipolar, con períodos de euforia que alternaban con otros de depresión. A veces preguntaba, vacilaba, sufría, dudaba y era muy infeliz, pero en otros momentos era sumamente creativo y se lanzaba en forma intrépida hacia adelante. Su última embestida fue la serie de artículos en que sostenía que a Allende lo había matado un GAP con un tiro de gracia piadoso. Se basaba en que, según él, el AK regalado por FidelCastro había quedado en Cañaveral y no estaba en La Moneda. El origen de esa afirmación era muy débil, sólo unos dichos vagos de Víctor Pey y el Negro Jorquera que frecuentaban poco Cañaveral. Yo le transmití por e-mail la foto del fusil con la placa de Fidel Castro que apareció en el libro de Pinochet y otra que salió en uno de Lafourcade, y me lo agradeció públicamente en un artículo, creo que en La Nación. Le insistí en que tenía que hablar con el hijo menor de la Payita, médico, único sobreviviente de los habitantes de Cañaveral el 73. Pero estaba tan entusiasmado con su teoría que no quiso hablar con él (quizás subconscientemente temía que sus deducciones se derrumbaran) y apenas publicó su artículo el hijo de la Payita lo desmintió, diciendo que Allende había bajado con el fusil a La Moneda el 11 de septiembre. La teoría de Taufic enfureció a Carmen Hertz, que dijo que estaba mal de la cabeza, y a otras personas que se consideran dueñas de Allende.

En realidad, la teoría de Taufic era una de las tantas hipótesis posibles, pero basada en deducciones, elucubraciones y en su frondosa imaginación, sin pruebas sólidas. Cuando exhumaron los restos y la comisión internacional de médicos forenses ratificó la conclusión del suicidio, Taufic mantuvo silencio. Aunque no volví a hablar con él, conociéndolo pienso que debe haber quedado bastante deprimido.

Tenía problemas de salud y creo que en algún momento lo operaron del corazón. Su situación económica era difícil y eso lo angustiaba.

Tengo en mi PC una veintena de mensajes intercambiados con Taufic y algún día volveré a leerlos. Por ahora prefiero rendir tributo al amigo y nada más.