El caudillo derrotado quiere retomar el poder ya

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de sábado a sábado 488

Remberto Cárdenas Morales*

Juan Evo Morales Ayma quiere volver de inmediato a Bolivia y retomar aquí el poder y ejercerlo hasta el 22 de enero de 2020. El poder que perdió gracias a la rebelión del pueblo o por “la fuerza de la masa” (Zavaleta). Para lograr tamaño objetivo sus huestes cocaleras, especialmente, las que se enfrentaron con policías y con militares, ayer en Sacaba (Cochabamba) y lamentablemente con siete muertos (todos cocaleros), pidieron que renuncie la presidenta interina Jeanine Añez Chávez y que Morales Ayma a reasumir sus funciones, a las que renunció porque no soportó más tiempo la inmensa movilización de la mayoría de los bolivianos. Rebelión que condenó el descomunal fraude electoral que falsificó la victoria electoral, en primera vuelta, del ahora depuesto Evo Morales.

En ese accionar. en El Alto, hasta hace horas, los masistas ocultaban su rechazo a la Presidenta constitucional provisional y la exigencia de autorización para el retorno de Morales y, en cambio, decían que se movilizaban en defensa de la wiphala, símbolo de Bolivia; para que se respete a los alteños y otras reivindicaciones.

La otra vertiente del masismo, especialmente de los parlamentarios, que son mayoría en la Asamblea Legislativa Plurinacional, en reuniones en las que se consideran medidas para conseguir la pacificación y la inmediata convocatoria a nuevas elecciones, no plantean desconocer a la Presidenta, pero en esos encuentros con obispos, cívicos y políticos, los hasta ayer oficialistas, han propuesto que al exPresidente autoritario se le permita volver inmediatamente al país.

Pero los bloqueos de caminos, marchas en ciudades y cerco a éstas —propuesto por Morales antes de su dimisión—, que promueven los masistas y sus aliados, no consiguen hasta este momento, que se movilice todo el pueblo y, en consecuencia, no se desencadena la guerra civil ni la resistencia generalizada favorable a Morales, aunque se muestran elementos que podrían sostener las medidas citadas para preservar los privilegios o prebendas que han empezado a perder los movimientos sociales reclutados por Morales. Sin embargo, también se advierten debilidades de los grupos políticos y sociales que se movilizan convocados por Morales y los masistas y promasistas: se habla de imágenes que evidencian que se paga a esos marchistas en Cochabamba y en El Alto.

En cambio, para los bolivianos con sentido común, la paga a los que se movilizaban para aplaudir al caudillo ayer y ahora para defenderlo y/o pedir que se consienta su retorno desde México; aquella práctica corrupta, no es ninguna novedad. Ese pago aquí es una constatación de que esos masistas y sus simpatizantes, no deben ser pocos, se comportan al estilo de los mercenarios que pelean y mueren en guerras que les son ajenas, sin nombre propio, con bandera ajena, con sueldo y con seguro de vida, incluidos grados militares.

El tipo de mercenarios criollos, hasta donde se sabe, no tienen tarifa por sus servicios; llevan a cabo su actividad en desorden; ellos son visibles y sin tantos otros beneficios, como los mercenarios allende países y mares.

Entre los manifestantes bolivianos, en favor del Presidente derrotado, deben contarse, también, fanáticos o llunkus que preocupan porque se deben sentir protagonistas de la política, sin serlo, porque muchos de ellos son simples votantes y operadores de actos fraudulentos.

Los cocaleros del Chapare, que parecen los más resueltos, con seguridad, se activan tanto que muestran dispuestos a matar y a morir, quizá debido a que ya están perdiendo: sobre todo la protección gubernamental en sus actividades legales e ilegales. Basta un botón de muestra: este año un grupo de cocaleros, según se informó, cuidaron las operaciones de un avión, cerca de Villa Tunari, que se sospecha que transportó cocaína de allí hacia algún mercado ilegal.

Además, el exPresidente sigue como máximo dirigente de los cocaleros chapareños, los que no se deben perdonar que la mayoría de los compatriotas derriben al cocalero número uno, nada menos que citadinos sin organización suficiente, escasamente unidos, desarmados, con pocas ideas compartidas, con limitado apoyo internacional; pero con un coraje invencible demostrado en un accionar espontáneo, como rasgo sobresaliente, que denota la fuerza real y la potencial, que tienen los bolivianos como patrimonio que labra victorias desde hace décadas; espontaneidad que, reforzada por la organización, generará más victorias.

El quehacer de los masistas y su cofradía, no tiene ayuda gubernamental y policial, como antes; carece de una dirección centralizada y da manotazos de los ahogados; frente a los que sin embargo, hay que andar con cuidado, sin hacer de la actitud defensiva una constante, porque la defensiva extrema es derrotista. La defensiva, en ajedrez, es la muerte, decía un campeón mundial en ese deporte. Y la política se parece al ajedrez.

Lo esencial y descubierto es que Morales busca recuperar el poder que ejerció 13 años de manera unipersonal. Sin embargo, lo que proclamó tantas veces: gobernaré escuchando al pueblo, resultó una mentira, si se admite que la práctica es la que confirma como verdadera o falsa una afirmación.

Sobre las mentiras que se mandaban a las audiencias desde el gobierno depuesto, estos días se reproducen a lo nazi, ante una mentira o ante una verdad lo que se hacía era y es propagar una mentira más vigorosa, como ordenaba Joseph Goebbels, el ministro de Propaganda de Hitler. En otra nota se abordará el uso de las mentiras desde la Casa Grande del Pueblo y/desde el Palacio Quemado, por el expresidete Morales y los otros inquilinos de aquellas casonas.

Aparentemente algunos masistas creen que ganarían apoyando o fingiendo que lo hacen, la búsqueda de un acuerdo político, mediante el diálogo, con todos los actores. Es necesario el diálogo, pero para que la pacificación con soluciones y las elecciones sin trampas se materialicen pronto y, en ningún caso, en nombre de la mayoría de los bolivianos, para aceptar el retorno del caudillo caído.

Desde las trincheras de la verdadera mayoría de los bolivianos, protagonistas de la rebelión victoriosa, no se debe facilitar que el masismo y su jefe derribado se conviertan en víctimas, papel en el que se desempeñan mejor los oficialistas hasta ayer.

En este momento los masistas afirman que el decreto supremo, firmado por la Presidenta interina, que exime de responsabilidad penal a los militares que disparen en defensa propia, apunta contra ellos y los bolivianos que quieren el retorno de Morales ya.

Ese decreto debe ser abrogado porque, para decir lo menos, es una demasía: todo lo que esa norma dispone está en la Constitución, en los códigos Penal ordinario y en el Militar. Además, es inconstitucional, de modo que podría ser anulado por una sentencia del Tribunal Constitucional Plurinacional, resolución que sería demandada por legisladores del MAS.

La abrogación de ese Decreto Supremo incluso podría ser una señal de que se busca realmente la pacificación en nuestro país. Aquí se subraya: pacificación con soluciones.

Por tanto, las amenazas a diestra y siniestra de ministros de Jeanine Añez, a lo sumo meterán miedo a los que tiemblan cuando ven la vaina del sable apenas, es decir, a los que tienen “bajos los controles”: los que no saben vencer el miedo, que todos tenemos.

Benito Juárez dejó dicho que el respeto del derecho ajeno es la paz. Gobernantes: se les pide que tengan en cuenta ese principio para continuar su ardua tarea a la que han sido llamados.

Raúl García Linera dijo que si los otrora gobernantes perdían en el referéndum del 21F, les quedaba el camino de las armas. Nélida Sifuentes, entonces senadora del MAS, afirmó que ellos no iban a entregar el poder si perdían en el 21F. David

Choquehuanca, luego de ejercer el poder desde la Cancillería, declaró para el diario Página Siete que si Evo Morales no era candidato a la reelección, por cuarta vez, en Bolivia habría una matanza y que en ese momento él no quería estar en el país. El exPresidente, asilado en México, propuso meter bala antes que entregar el poder. El que dicen que se desempeña como jefe militar de los masistas alzados, Juan Ramón Quintana, es el que amenazó con el Vietnam moderno en Bolivia, aunque no refirió qué gobernantes del mundo ordenarían la invasión a nuestra patria y cuáles los guerreros que contrarrestarían esa invasión.

Aquella información, aparentemente, muchos de los compatriotas no la conocían o no la tomaron en serio. No obstante, algo de todo lo resumido está sucediendo estos días en Bolivia. La diferencia está en que se habló del uso de las armas para defender el poder de Morales, amo y señor autoritario. Ahora las armas letales se utilizan para lograr la retoma inmediata del poder para el mismo Morales.

La defensa del gobierno constitucional interino, que encabeza Jeanine Añez, debe continuar por el camino constitucional, legal y legítimo: democrático, como gustan llamarlo muchos, y debe hacer lo mejor que pueda las cosas para pacificar (con soluciones) a Bolivia, ayudar a la elección de vocales para el Tribunal Supremo Electoral (TSE) y los de los tribunales electorales departamentales, para que el nuevo TSE convoque a elecciones transparentes, sin fraude alguno.

Ése es el programa máximo del gobierno interino de la beniana Presidenta. Esas son algunas de las peculiaridades bolivianas. En ese cauce transcurre la lucha por el poder.

Evo Morales y los que lo siguen, a pesar de los vientos adversos que les llegan con fuerza, pugnan por las dos vías anotadas, para rescatar el poder para Morales, para que éste siga aplicando en Bolivia reformas burguesas para mantener remozado el capitalismo dependiente y atrasado.

La otra posibilidad es que de las nuevas elecciones surja un gobierno democrático y también burgués que asegure, ojalá; la administración del actual modo de producción en vigencia, con retoques, se espera; con vigencia real de las garantías constitucionales: esto es difusión, promoción y defensa de los derechos humanos, también ojalá, sin mentiras.

Una propuesta liberadora para que acabe la opresión y la explotación en Bolivia, no está a la orden del día y por esa senda hay que luchar con un frente antiimperialista y revolucionario que no sueñe con que es posible impulsar una revolución con empresarios-socios de los gobernantes, como parloteó Morales.

La emancipación de los trabajadores será obra de ellos mismos.

La revolución no ha sido, no es, ni será un regalo hecho por un falso mecenas que creyó y que cree que se puede, impunemente, gastar el dinero de todos los bolivianos para que los menos vivan bien y muy bien. Y para que los que más trabajan vivan, sin embargo, con ingresos que no aseguran las necesidades vitales.

*Periodista