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Reforma constitucional a la medida del Presidente y de sus socios de la CAO

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De sábado a sábado 350

Remberto Cárdenas Morales*

“El periodo del mandato de la Presidenta o del Presidente del Estado y de la Vicepresidenta o del Vicepresidente es de cinco años, pudiendo ser reelectas o reelectos por dos veces de manera continua.”

La Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP) sustituyó como proyecto, con el texto transcrito, el artículo 168 de la Constitución Política del Estado (CPE) en vigencia.

Desde la oposición se denunció que el procedimiento seguido por el proyecto de ley de reforma constitucional adolece de fallas por las que plantean su nulidad. Los legisladores masistas, que tienen más de dos tercios en la ALP, han rechazado esa demanda de los opositores los que, al parecer, cuando menos pretendían atrasar la aprobación de la reforma constitucional y no lo consiguieron porque, además, las objeciones son formales y no han argumentado con suficiencia el porqué no deben ser reelegidos los dos primeros mandatarios; a lo sumo alegan que la reelección por dos veces consecutivas de los dos mandatarios —que desarrollan ahora su tercer mandato— es antidemocrático porque lesionan la alternatividad democrática: entiéndase democracia burguesa, de minorías, limitada, por tanto.

La CPE, que el día siguiente de su aprobación fue definida, por una agencia internacional de noticas como socialista y pluricultural, ha sufrido más violaciones por acción de los gobernantes que de la oposición; esa evidencia es irrebatible aunque la nieguen los gobernantes.

Un periodista, con entera razón, dice que los gobernantes actuales han violado la CPE y otras normas bolivianas las veces que quiso el poder del que el principal titular es Juan Evo Motslrs Ayma (JEMA) y sus socios y a la vez patrones: los empresarios de la Cámara Agropecuaria del Oriente. En el caso presente las vulneraciones a la Ley Fundamental apuntan a la reelección indefinida de Morales y de García hasta el 2030.

En este caso ese equivocado procedimiento que siguieron los oficialistas es una muestra de autoritarismo porque si daban pasos, como definen las normas, igualmente hubieran aprobado la reforma de la CPE pero sin los atropellos procedimentales, es decir, con el decoro del pueblo que no tienen en el Palacio Quemado.

A los oficialistas, y sobre todo a JEMA, les interesa la reproducción del poder que ejercen. Aunque el Vicepresidente de la Cámara de Diputados ha dicho que el pueblo tomará una decisión sobre esa reforma en el referéndum del 21 de febrero del próximo año.

Evidentemente los oficialistas esperan que en aquel referéndum se autorice la reelección por dos veces consecutivas de JEMA y Álvaro Marcelo García Linera (AMGL). En realidad esa norma de la CPE tiene en cuenta los deseos del Presidente: éste quiere que la ALP legisle la reelección sucesiva hasta que la muerte separe al gobernante de su palacio. Recordemos que el presidente Morales, hace poco les dijo a sus partidarios en Cochabamba que si los masistas se unían se quedarían en el Palacio de Gobierno hasta su muerte, como ocurre con los gobernantes chinos. Y aunque esto parece una metáfora, trasunta los propósitos reales de los dirigentes de las reformas bolivianas actuales que cada día pierden su contenido popular avanzado.

Es verdad que el pueblo, en las urnas, podría acabar con el mandato del actual Presidente. Sin embargo, conseguir que triunfe el no, el 21 de febrero, será una cuestión difícil para el pueblo.

Los inquilinos del Palacio de Gobierno confían, quizá en exceso, que entre el 30 y el 40 por ciento de sus electores cautivos votarán para prolongar el poder político de JEMA. Además, consideramos que para esa probable victoria concurrirán a otros tres elementos funestos: mucha plata para comprar votos; mucho miedo para que sufraguen por el sí los empleados públicos y otros sencillos habitantes de nuestro país y fraude allí donde puedan para lo que los gobernantes y sus operadores electorales adquieren destrezas. Ejemplos de fraude son los que tuvieron lugar, en Chuquisaca y en Beni, en las elecciones de gobernadores y alcaldes de marzo de este año.

Esta vez el operativo es para que JEMA siga en funciones presidenciales, cuando menos, hasta 2030; cinco años más a contar desde la bicentenario de la fundación de Bolivia.

Aquí los oficialistas leen la realidad de acuerdo a los intereses del Presidente. Un detalle lo explica: para aprobar la reforma constitucional los legisladores, a requerimiento de los inquilinos del Palacio Quemado, han contado como primer mandato de JEMA el actual que, en verdad, es el tercero.

Los requerimientos del presidente Morales y de su segundo a bordo se convierten en normas constitucionales y en supuesta “voluntad colectiva” para lo que se lee de manera chueca la realidad.

Ante los dichos y sobre todo ante los hechos de los oficialistas, gente del pueblo, especialmente entre las capas medias urbanas, constituyen grupos diversos y en áreas geográficas extendidas, lo que para nosotros esas son las bases de la nueva unidad del pueblo de veras democrática, popular, plurinacional, antiimperialista y revolucionaria. En ese mismo camino en el que se constituya esa nueva unidad del pueblo se debe organizar el rechazo, el no para cerrar el paso a la prolongación del poder de JEMA.

Una parte de la derecha que está fuera del gobierno también buscará que gane el no, el 21 de febrero, y lo proclama como si fuera la única y la más consecuente opositora. El pueblo, en cambio, debe caminar con banderas propias y no debe buscar convergencia con esa derecha, aunque la coincidencia en la búsqueda de aquel no tiene que ser vista sin temores ante lo que difunden los oficialistas. Éstos dicen, desde hace tiempo, que los que somos del pueblo y dejamos de apoyar o nunca lo hicimos, a las reformas actuales, estamos con la derecha y con el imperialismo.

Una respuesta pertinente, desde el campo popular, es necesario que contenga elementos como los que siguen: debemos esclarecer que los gobernantes y sobre todo el Presidente tienen acuerdos con la derecha económica y política de nuestro país, desde antes de las elecciones en las que resultó victorioso. Su acuerdo con empresarios como Salvador Ric, que declaró 50 millones de dólares como patrimonio cuando asumió el ministerio de Obras Públicas, con su socio JEMA, evidencia esa alianza de clases. Ahora ésta se ve con más claridad y abarca ámbitos económicos, sociales, culturales y políticos.

Dicho de otro modo: JEMA está empeñado en desarrollar su pacto con los empresarios grandes, criollos y transnacionales, precisamente para que en el referéndum de febrero del próximo año se satisfagan los deseos del Presidente y de sus socios-empresarios y de esa comparsa de dirigentes sindicales y de movimientos sociales que, con frecuencia, dan la espalda a los intereses legales y legítimos del pueblo-pueblo.

Los resultados de los cinco referéndum autonómicos del domingo 20 de este mes son una referencia que debemos tomar en cuenta, pero anotemos lo dicho por el Vicepresidente que el no mayoritario es una muestra de que la gente quiere y/o votó por un Estado fuerte y centralizado. Álvaro Marcelo García Linera pretende hacernos creer que cuando la gente dice no, en las ánforas, incluso en ese caso vota por JEMA.

Nosotros esperamos que los bolivianos, los más sencillos, especialmente autodeterminados, voten no en febrero próximo. Ese voto debemos organizarlo, aunque se carezcan incluso de los medios indispensables para hacerlo. La inventiva del pueblo es ilimitada y en ella tenemos que apoyarnos.

Sin embargo, no basta organizar el no a la continuidad de JEMA en el gobierno y en el poder del que dispone. La esperanza, el proyecto del pueblo, debe consistir en que para las elecciones probables, sin el presidente Morales como candidato, desde el pueblo debe ofrecerse una candidatura a la Presidencia y a la Vicepresidencia, a la Asamblea Legislativa Plurinacional que nada tengan de común con la derecha y con los gobernantes actuales.

La nueva unidad del pueblo boliviano debe ofrecer programa mínimo y máximo, organización, formación política, cohesión interna y una consiguiente coordinación entre tantos grupos que podrían surgir, y que ya se están constituyendo.

Ante el referéndum citado se nos podría decir, como Radomiro Tomic en Chile: Cuando se gana con la derecha es la derecha la que gana. No tenemos que extraviarnos al leer la realidad: Si al presidente Morales, en las urnas, se le dice que continúe en el cargo, en tal caso ganaría con la derecha política y económica: ganaría para continuar al servicio de los empresarios grandes, criollos y transnacionales, a los de la CAO, a los propietarios medianos y a las cúpulas de los movimientos sociales. Creemos que ésta es la razón número uno para votar no y evitar así que JEMA prolongue su poder, suyo y de los empresarios, hasta el 2030.

El pueblo, en cambio, debe organizarse para asegurar el triunfo del no, el 21 de febrero de 2016, lo que es ya un camino distinto e incluso contrapuesto al de la derecha que está dentro y fuera del gobierno.

Casi al cierre de esta edición escuchamos las declaraciones de la diputada del MAS, Sonia Brito, quien dijo que al aprobar la reforma a la CPE para prorrogar el mandato de JEMA, hasta 2010, se enfrentaron en la ALP dos proyectos: el de la revolución democrática y cultural, versus los que quieren restaurar el neoliberalismo; añadió que en Bolivia el proyecto de JEMA es el más democrático del mundo porque aquí, según ella, las mayorías del campo y las ciudades mandan al partido político, y añadió otras afirmaciones cuando menos deleznables a las que nos referiremos en otras notas de Aquí. Como una respuesta apurada le decimos a la legisladora que el proyecto político a la que ella pertenece no es un proyecto político popular ni es revolucionario: ahora es un proyecto en el que se realizan, cada vez más y mejor, los intereses de los empresarios tipo CAO por lo que deriva en reformista burgués, así con todas sus letras. Además, esa vocera gubernamental oficiosa olvida que, aunque en ciernes, hay otro proyecto que sí de veras busca ser democrático, popular, plurinacional, antiimperialista y revolucionario, el que asimismo se espera que haya un liderazgo colectivo y, por tanto, allí a nadie se le rendirá culto. (Acéptennos por favor este parche).

Ahora con propiedad debemos decir que el pueblo tiene que retomar sus banderas, debe continuar su reorganización y, además, debe articular la victoria del no en el referéndum del 21 de febrero, que será un no a la reforma constitucional, para lo que debe seguir su propio camino: cerrar el paso al proyecto de JEMA y sus socios-empresarios de la CAO.

La Paz, 26 de septiembre de 2015.

*Periodista

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