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El periodismo para la revolución verdadera, según Espinal*

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luis espinal camps

De sábado a sábado 323

Remberto Cárdenas Morales**

 “Nuestro semanario se llama AQUÍ porque quiere estar con los pies en el suelo de nuestra realidad nacional. AQUÍ es una afirmación de que creemos en Bolivia.

“Se llama AQUÍ porque quiere estar en el lugar crítico, allí donde hace falta la luz de la información y el esclarecimiento del comentario.

“El semanario se llama AQUÍ porque señalará la actualidad y el conflicto, sin paliativos ni silencios culpables. AQUÍ es como un dedo en la herida.

“AQUÍ, porque queremos estar en la brecha, sin dar un paso atrás. AQUÍ, atentos y en pie de acción.

“AQUÍ quiere ser también una afirmación contra los espejismos de la fuga hacia el exterior, los becados AQUÍ que no vuelven, los capitales en los bancos suizos, los modelos de consumo norteamericanos... Nuestra tarea está AQUÍ. Por esto, AQUÍ es una afirmación antiimperialista.

“Semanario AQUÍ, porque queremos estar al lado de nuestro pueblo, para escuchar su voz y propagarla, para participar en su lucha. AQUÍ estamos, porque AQUÍ está nuestro pueblo. (7-X-79).”

Esta es una carta de presentación o declaración de principios del nuevo periodismo y del nuevo periódico (Aquí) que fundó Luis Espinal Camps, con un grupo de religiosos y religiosas, y con laicos comprometidos. Un vocero del pueblo para que, además de lo dicho en el texto transcrito, sea un lugar de encuentro y reencuentro de la izquierda para seguir la lucha contra lo que restaba de la dictadura y para que apoye el proceso de consolidación de la democracia, en mucho formal entonces; la que debió devenir en democracia del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, para citar la conocida definición del prócer estadounidense: Abraham Lincoln.

Otro periodismo

"Un nuevo periodismo —dice Espinal— supone también una visión nueva de la historia. A la historia oficial protagonizada por líderes corresponde un periodismo oficial de personajes. Esta historia individualista y aristocrática supone que los protagonistas de la historia son los genios, y no el pueblo mayoritario. Por esto, también existe el periodismo que se ocupa de los personajes, las estrellas y los genios.

Así, en vez de hacer un periodismo que busca los actos de los grandes, hay que hacer un periodismo que sea la memoria popular."

Habla de un nuevo periódico situado en "una sociedad de clases y de explotación", en la que "nada se libra de la lucha de clases", porque "aun los elementos culturales están teñidos de características clasistas."

Especialmente organizaciones sindicales de los trabajadores de los medios de difusión, en este último tiempo, discuten la necesidad de fundar un nuevo periodismo, distante y opuesto incluso a los periódicos que escriben o no escriben, publican o no, textos noticiosos, comentarios e interpretaciones, según las leyes del mercado. Hablamos de ese periodismo que define y circula la noticia como una mercancía.

Estamos convencidos de que las verdaderas organizaciones sindicales, clasistas y revolucionarias, de los trabajadores de los medios de difusión, para decirlo con el antiguo lenguaje, asumen en mucho o en todo esa propuesta de Espinal. En esta época se habla de la comunicación y del periodismo comunitario y popular o, como antes, del periodismo alternativo y popular, el que debe acompañar la lucha por un gobierno revolucionario a toda prueba.

Estemos avisamos, sin embargo, de que en este tiempo hay radios comunitarias que ni propagan información ni comentarios ni análisis alternativos y populares. Ni sirven a la comunidad ni son prosocialistas comunitarias.

Ojos y oídos del pueblo

Espinal opina que "El periodista, ante todo ha de ser los ojos y los oídos del pueblo. Él investiga y comunica al pueblo las informaciones que éste necesita para la vida democrática, para ser soberano; ya que en una democracia real se gobierna en nombre del pueblo, para el pueblo, y lógicamente ante los ojos del pueblo".

Para él la noticia, la información "no es un producto matemático, neutro o fríamente objetivo, sino que tiene necesariamente una dimensión de opinión e ideología". Cuando el periodista selecciona la noticia, al valorarla y al interpretarla aplica criterios ideológicos. Asegura que cuando estos criterios ideológicos corresponden al bien del pueblo (no al bien de la empresa periodística) "la función del periodista será acertada, porque el periodista es el vigía de este pueblo".

También en este tiempo del llamado proceso de cambios, a los periodistas que osan comportarse como ojos y oídos de los más sencillos de la patria, a los que investigan para descubrir y no para encubrir, los persiguen, los apresan, los enjuician; les violan sus derechos irrenunciables establecidos en la Constitución Política, en convenios internacionales y en leyes bolivianas.

Los periodistas de viejo cuño  —menos mal “una especie en extinción”— siguen rutinarios y ayudan a reforzar el capitalismo, atrasado y dependiente: vigente y lozano, aun en el oriente boliviano.

Otros periodistas, los que “la mitad de su tiempo hablan de lo que no saben y la otra mitad de su tiempo callan lo que saben” y se definen o los definen como del proceso de cambios, también son los actores de la censura, de la autocensura, de las medias verdades, de la manipulación, de las mentiras o del intento de matar a la verdad, en los medios de difusión contemporáneos.

Estos dos últimos grupos no serían protagonistas del nuevo periodismo del que escribió Espinal y que se materializó en Aquí de los tiempos de su Director-Fundador.

¿Periodismo apolítico?

Espinal sostiene que la función del periodista es necesariamente política, porque trabajar por el bien de la comunidad es algo estrictamente político. Pensar en un periodismo apolítico sería como pedir al vigía que sea ciego, comenta.

"Todo esto supone que el periodista asalariado vende su trabajo, pero no su conciencia (nos lo piden con frecuencia). Su trabajo se lo debe a la empresa periodística, pero su honestidad y veracidad se la debe a su pueblo. Esta separación entre lo que se debe a la empresa y lo que se debe al pueblo pone al periodista en esta situación conflictiva, tan frecuente en la historia del periodismo y tan presente en nuestro próximo pasado nacional."

Recordemos, añade, "que cuando se quiere dominar a un pueblo se necesita amordazar a sus periodistas".

Sobre la libertad de prensa, el cura mártir sostiene que "... se quiere oponer a la libertad de prensa el simple hecho de la libertad de empresa...", lo que considera incorrecto "porque no se puede confundir un negocio privado con una función social. La noticia no es una mercancía cualquiera, y no se puede comerciar con la verdad que ha de orientar el camino que sigue un pueblo.

Por esto, no se puede considerar la información y la noticia simplemente como mercancía que se vende dentro de una sociedad de consumo; así llegaríamos solamente al decadente periodismo sensacionalista".

Cuan diferente y opuesta es la posición de Espinal sobre la  función social de los periodistas, respecto de otros que pregonan "apoliticismo" entre los trabajadores de los medios. Estos van más lejos: afirman que el periodismo político no es periodismo o que es “papel sucio.”

A la inversa: nosotros con Espinal afirmamos que no existe ni en Bolivia ni en el mundo periodismo apolítico. Y cuando alguien nos hable de periodismo apolítico debemos redoblar la guardia.

Censura

Escribe sobre la censura en un tono reflexivo. Leamos:

“Si censuramos a los que piensan diversamente, podremos llegar a creer que todos piensan como nosotros; y así llegaremos a la unanimidad aunque sea una unanimidad raquítica y oscurantista. Creíamos que las ideas se imponían por su valor intrínseco, chocando con ideas de sentido contrario, para que la verdad mayor triunfe sobre las verdades pequeñas.”

Cree muy poco en la verdad el que no deja circular las ideas libremente. O tal vez, cree plenamente en la verdad, y realmente teme que la verdad se imponga, la verdad de los otros.

La verdad no se suprime con una prohibición; el sol seguirá existiendo aunque se lo suprimiera por un decreto.

Si es cierto aquello de que ‘la vedad les hará libres’, el miedo a la verdad es también miedo a la libertad.”

Al menos una parte de los redactores de Cambio, diario que se debine como del Estado plurinacional y que se publica con el dinero de los bolivianos, asume como divisa: “La verdad nos hace libres”, probablemente tienen objeción de conciencia porque en ese cotidiano suelen callar cuando tendrían que hablar. Es decir, la autocensura —callar es lo mismo que mentir, dijo Espinal con letras de fuego— es una práctica permanente en esas páginas. Guardan celoso silencio, sobre todo cuando suponen que con alguna noticia, lastimarían al poder político y, especialmente, al Presidente.

En la mayoría de los medios de difusión de nuestro país, al revés de lo postulado por Espinal, todos los días, se impone la censura, la autocensura, las medias verdades, la manipulación, el silencio, el intento de matar a la verdad.

Esta lacerante realidad se acentúa cuando entre nosotros se agudiza la lucha de clases. Lucha de clases que para el Vicepresidente boliviano es “intermitente” y para otros gobernantes no existe, por ello guardan silencio sobre ese motor de la historia. 

La crítica

“La crítica constructiva es aquella que se dirige a los amigos. Si no fuesen amigos ¿para qué ofrecerles el servicio de una crítica constructiva?

“Pero como la crítica suele doler, casi siempre se interpreta como crítica destructiva y malévola. Y entonces ¿vamos a perder un medio tan importante para no repetir errores u olvidos como en la crítica y la autocrítica?

“Si los hombres de izquierda criticamos las debilidades de la izquierda ¿Quién corregirá nuestros defectos? ¿No vamos a esperar que la derecha nos dé una crítica constructiva y orientadora?”

“Pero, por favor, no nos consideren enemigos cuando hacemos alguna crítica constructiva. ¿No es esto un presupuesto para una verdadera democracia?”

En otro de sus trabajos periodísticos, Espinal sugiere que la críticas a los amigos de la izquierda debe ser constructiva, como la que se hizo desde el semanario Aquí: él y de sus redactores.

En este tiempo de cambios, a los que critican desde la izquierda, a las mujeres y a los hombres del poder, los llaman derechistas, agentes de la CIA, amigos de los yanquis, entre otras apreciaciones infundadas, pero autoritarias.

Y como el poder (político, económico, militar) no escucha las críticas constructivas —aunque no todas son constructivas— tampoco hay debate por lo que sigue el “silencio de los siglos”, como se dijo desde la izquierda. Continúa, en este período, la “guerra de los insultos”, como escribió un periodista.

Un ejemplo que no debemos omitir: Las mujeres y los hombres del poder cometen delito de coacción electoral, por ejemplo, pero los medios de difusión a su servicio o callan o se desgañitan en ciertas explicaciones nada esclarecedoras. Total “la vida sigue igual”: El Jefazo no cometió delito de coacción electoral. Los de su entorno de llunk’us son menos inmaculados, pero tampoco cometieron  delitos electorales.

“Hemos cumplido”

Cuando se cumplió el primer año de vida del semanario Aquí, Espinal, escribió”

“‘AQUÍ’ adoptó, como consigna y objetivo, esta frase que subraya su vocación: SEMANARIO EL PUEBLO. Y el propósito, efectivamente, ha sido siempre el de expresar las opiniones, las angustias y las esperanzas, los anhelos, las reivindicaciones de nuestro pueblo. Y cada vez que recibimos una carta de un hombre o de una mujer del pueblo, en la que muchas veces el ‘AQUÍ’ de nuestro nombre queda sustituido por el SEMANARIO DEL PUEBLO de nuestra consigna, sentimos que estamos en el camino correcto.

Sigue el maestro: “Claro que nuestro grito a veces resulta destemplado; y entonces, no sólo recibimos el ataque desde el frente enemigo, sino desde la misma trinchera en la que nos encontramos.

Así, hemos señalado aquello que consideramos errores o desviaciones en el campo popular. Y a veces, esta crítica no gusta y la réplica que recibimos es agresiva. Pero estamos preparados para recibir ese peso adicional, que felizmente no ha sido mucho.

Nuestra proposición se basó en este concepto: sólo la acción del pueblo determinará la suerte de nuestro semanario.

Pero, sólo el pueblo puede juzgarnos. Si hemos cumplido, seguiremos adelante. Si tenemos errores, sabemos que nos ayudarán a corregirlos. Y si no hemos cumplido, habremos perdido nuestra razón de ser. Semanalmente acudimos a ese juicio. Y hoy, después de un año, podemos decir AQUÍ ESTAMOS. (5-III-80).”

Nuestro compañero y amigo definía al periodismo una pasión, como que es una de las pasiones más afamadas de este tiempo. Una pasión parcializada y jamás neutra; al contrario, fue y es parcializada, defiende intereses de clase y de clases, y combate otros intereses de clase y de clases.

Compañeras y compañeros:

El periodismo propuesto por Espinal fue materializado por él sin “volver atrás”, para decirlo con el verbo suyo.

Actualmente, un grupo de compañeras y compañeros, con las enseñanzas, teóricas y prácticas de Espinal, mantenemos desde hace más de dos años, las ediciones semanales y virtuales de Aquí, una obra señera del cura mártir.

Desde esa su obra, hoy, buscamos ser mejores que ayer y mañana mejores que hoy. Por eso estamos aquí en este homenaje. Y creemos, asimismo, que con cada una de las ediciones actuales de Aquí virtual rendimos homenaje a Espinal, abanderado, entre nosotros, de la teología de la liberación.

La Paz, 21 de marzo de 2015.

*Esta nota fue leída por el autor en el acto de homenaje a Luis Espinal Camps organizado por La Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y Mártires por la Liberación Nacional y Social (ASOFAMD).

**Periodista

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