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El racismo en Boliva

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tribuna

/…debemos tener claro que luchar contra el racismo debe ser una práctica política diaria, nosotros debemos dar el ejemplo y ser diferentes, esto no significa que debemos permitir perpetuarse a Evo en el gobierno por tener un rostro con “rasgos indios”/

 

(Para no olvidar)

 

Para abordar el tema necesariamente debemos recurrir a la historia que, en resumidas cuentas, nos permitirá entender que el racismo tiene su origen en el sometimiento y la desigualdad económica entre personas.

 

Si nos remontamos a las primeras etapas del desarrollo de la humanidad, veremos que, cuando las primeras empresas de conquista llevadas adelante por comunidades que habían alcanzado cierto grado de desarrollo en comparación con otras, no sólo se daba el saqueo de la producción colectiva (recolección, ganadería y producción agrícola incipiente), sino que se sometía a las personas en calidad de esclavos, como parte del botín de guerra que permitía, desde ese momento, la existencia de un status económico y social diferenciado sobre los derrotados y ajenos a la comunidad; al interior de estas sociedades también se generaban diferencias entre los jefes guerreros, los soldados, los pobladores comunes (hombres, mujeres y niños), y así sucesivamente, desde las sociedades tribales hasta la consolidación de las primeras ciudades-estado, y las posteriores naciones que transcurrieron por las diferentes etapas del desarrollo histórico social (esclavismo, feudalismo, capitalismo) hasta nuestros días.

 

En el caso de nuestro continente el asunto es mucho más claro. Cuando se dio la invasión de los españoles (hace más de 500 años) a estas tierras, la “visión eurocentrista” encontró que los habitantes del llamado “nuevo mundo” eran simplemente “salvajes” o “bárbaros”, que no entendían sus símbolos (escritura) ni creían en su dios, tampoco hablaban su lengua. La ignorancia y desconocimiento de los europeos, les impidió entender que, en el caso de las culturas andinas, la simbología que manejaban era diferente y compleja —ahora se denomina memotécnica— la cual no sólo servía para contabilizar la ganadería y la producción por medio de nudos y colores, sino que, además, cumplía la función de almacenar datos estadísticos de censos poblacionales; existían especialistas para la lectura de estos documentos (q´ipus) llamados q´ipucamayos, a los cuales exterminaron por considerarlos herejes.

 

Tenían dominio total de la arquitectura (construcciones monumentales), la agricultura (manipulación genética de plantas, control de pisos ecológicos, la creación de microclimas, sistemas de riegos), ganadería (manipulación genética de especies animales) la medicina (operaciones quirúrgicas complejas, trepanaciones craneanas), además del respeto y conservación del medio ambiente al estar muy ligados con la naturaleza que hasta nuestros días perduran y asombran a científicos y estudiosos de estos temas.

 

Lo cierto es que se equivocaron quienes justificaron la irrupción violenta de nuestras culturas y truncaron así el avance que se vivía en aquella época; como si el desarrollo se pudiera medir por el dios que se adora, o por la lógica de mercado, la angurria de poder y riquezas que los motivó a tal aventura menospreciando así la vida humana de los originarios del continente, sometiéndolos al exterminio mediante el trabajo forzado en las minas durante todo el tiempo que duró la colonia, manejando a las personas cual simples mercancías, dejando esta situación como herencia hasta nuestros días.

 

Racismo

 

El problema del racismo no es ajeno a ninguno de los pueblos de nuestro sub-continente que viven desde hace siglos esta lacra, incluso tampoco es un problema exclusivamente de los “sudacas” en Europa y Norteamérica, existe una fobia hacia los negros africanos, los árabes, los asiáticos y por supuesto hacia nuestros hermanos latinos que trabajan en condiciones de esclavitud similares a las ya conocidas durante la colonia, sólo que ahora en pleno siglo XXI, con la novedad del título que aporta el neoliberalismode “libre y voluntaria contratación”, “oferta y demanda” que se aplica al vender la mano de obra al mejor postor.  

 

En Bolivia se vive el racismo de forma real, los antecedentes tienen su base histórica como hemos visto, su esencia es colonial y su existencia una realidad gracias a las diferencias sociales y económicas heredadas y reproducidas por generaciones en occidente y oriente en desmedro de las culturas oprimidas, las que siempre fueron relegadas de cualquier posibilidad de participación y decisión en las actividades políticas y económicas, su papel se redujo a ser mano de obra esclava y en tiempos modernos mano de obra barata que al fin de cuentas resulta ser lo mismo.

 

Esta condición a la que fueron condenados por generaciones permitió que culturalmente las clases dominantes entendieran de manera errónea que se trataba de “seres humanos de segunda clase”, y se reprodujo ideológicamente en forma de reflejo hacia las clases dominadas mediante la familia, la escuela, la iglesia y todas las instituciones establecidas (superestructura) que existen y éstos hacia los demás miembros de la sociedad. De ahí que podemos ver cómo en el occidente un “cholo”-kolla urbano, menosprecia a otra persona de su propia región por el simple hecho de tener el color de “la piel un poco más oscura” y provenir del área rural, lo llama t´ara; incluso en muchas de las provincias se puede escuchar referirse a “los otros”, como “campesino”, “indio” y autodefinirse como “vecino”. De la misma forma en el oriente el otro “cholo”-camba urbano, menosprecia al provinciano, no respeta a las culturas y utiliza hasta sus nombres para insultar, “camba”, “paico”, “bárbaro manso”, guarayaso”, “cabeza seca” y otros apelativos que se utilizan según la conveniencia; encontramos además un notorio personaje: El “camba-kolla”, que es el hijo de kollas nacido o criado en Santa Cruz, quien tiene como característica sobresaliente el acentuado rechazo a sus propios paisanos que llegan a residir en la ciudad o en cualquier lugar del departamento, que incluye la negación rotunda de sus orígenes, empezando por perderse voluntariamente al asumir el acento camba. También existen los “come kollas” que viene a ser esos individuos que no pueden soportar ver ni oír hablar de los kollas y los podemos encontrar en el área urbana o rural y en todas las clases sociales de la sociedad cruceña, inclusive hay “camba-kollas” que son “más cambas que la yuca” y por lo tanto son los más “come kollas” que el resto de ésta especie de trogloditas; finalmente, en el mismo oriente boliviano existen los “cambas de primera” que se denominan los cruceños, en contraposición a los benianos y pandinos. Debemos aclarar que por lo expuesto no significa que todo camba sea racista, más al contrario, muchos de nosotros no sólo luchamos contra esta desviación que nos degrada como personas, sino que damos la cara en defensa de nuestros hermanos segregados por la ignorancia de algunos.

 

Tenemos pues que —en Bolivia— el “cholo” viene a ser la degeneración o decadencia del indígena que una vez abandona la comunidad y se traslada a la urbe y adquiere las taras del “citadino”, se desclasa, pierde sus valores, se avergüenza de su origen y sus antepasados e intenta no recordar su  lengua  materna,  la anula y no la reproduce en sus hijos, se pierde.

 

Paradójicamente, en el oriente, a raíz de los problemas y el enfrentamiento político con el centralismo, revivió el término de “camba”, con otra carga ideológica, llegó a significar jactancia, incluso el patrón se sintió orgulloso de serlo, empero el problema continúa porque existe el “camba” y el “camba de mierda” que no es lo mismo.

 

Bolivia, un país conformado por treinta y seis naciones, nacionalidades y grupos étnicos, con élites políticas (pequeño-burguesas) de izquierda y derecha igualmente serviles a los intereses económicos del capital transnacional y la misma clase dominante que también es mestiza se permite la idiotez de ser racista. Somos un país con mezcla de razas, donde no existe y jamás existió la “sangre azul”, donde todos somos iguales, aunque algunos sean más pálidos que otros; en oriente y occidente todos somos cholos, así duela a muchos aceptarse y reconocerse, porque nunca debemos olvidar que en las venas de nuestros abuelos corría la sangre indígena y muchos de nosotros, a mucha honra, somos parte —como decía Raúl Otero Reiche— de la “fusión de sangres bárbaras” que nos vuelve mucho más dignos al reconocerlo, porque significa que aún tenemos raíces, que no estamos perdidos.

 

Ridículamente, las últimas décadas del siglo pasado (años 80 y 90) estuvo marcado por el racismo entre “cholos mestizos” de oriente y occidente, quienes dieron rienda suelta al llamado regionalismo, que resulta ser una forma camuflada de este engaño dirigida ideológicamente por las oligarquías que durante décadas trabajaron este aspecto, pero enarbolada por los mismos pobres de las regiones (kollas y cambas), quienes se tomaron muy a pecho el asunto e hicieron suyas las banderas y “como carne de cañón” pusieron el pecho sin entender de qué se trata y mucho menos lo que se persigue; lo peligroso fue que se llegó a generar una especie de fundamentalismo regionalista, que cambió para siempre la idiosincrasia de los habitantes, por un lado en occidente se empezó a hablar de que el “camba era ignorante”, “flojo”, que sus “mujeres eran tales”, y una cantidad más de ofensas que carecían de cualquier fundamento o seriedad; por su parte en el oriente boliviano, aquellas acusaciones sulfuro tanto que se llegó a decir que “matar kollas era hacer patria”, o indignarse tanto al extremo que se podía insultar a alguien llamándolo “boliviano maldito”, el colmo fue por ejemplo, en 1985 cuando afloraron los ánimos con más claridad respecto al problema, que incluso desde el comité cívico cruceño se determinó que a partir de entonces existirían dos horarios diferenciados: uno de ellos sería la “hora cruceña” para los “cambas” y para los demás la “hora boliviana”, que se aplicó durante unos meses causando mucho malestar en una buena parte de la población.

 

Muchos de los desaciertos y abusos cometidos por el Poder Central fueron utilizados y alentados por las clases dominantes, dirigidos para manipular al pueblo, el cual se encargó de ser el protagonista, dejando así la herida latente, una rivalidad regional sin fundamentos, inexistente, pero que toma cuerpo cuando se hace referencia a la prepotencia y abusos de los “emenerristas” quienes movilizaron desde Cochabamba a campesinos de Ucureña con la intención de sofocar las luchas por el 11% de las regalías del petróleo culminándose el atropello con la conocida “Masacre de Terebinto”, en Santa Cruz a finales de los años 50, presente en la memoria colectiva hasta nuestros días. Llega el MAS

 

Luego pasaron muchos acontecimientos políticos y cambios de gobiernos —unos peores que otros— hasta que el Movimiento al Socialismo llega al gobierno y nuevamente mete el dedo en la llaga estando a punto de generar un conflicto parecido cuando moviliza a sus partidarios haciendo pública la intención de “Cercar Santa Cruz” el 2008 y logra hacer aflorar nuevamente los conflictos regionales que nunca fueron superados, se llegó a extremos jamás vistos de violencia entre cambas y kollas pobres, se inauguró una nueva rivalidad entre paceños y chuquisaqueños por el problema de la “sede de gobierno” que nunca más será olvidada; incluso se llegó a creer posible la partición de Bolivia y ante el susto de la probabilidad, fue la misma clase dominante la que buscó desesperadamente apagar el incendio con el que amenazaba la muchedumbre cuando con voz en cuello gritaba “independencia”. Ahora, los que dirigen Santa Cruz ya no quieren hablar de la “media luna”.

 

Reencausaron la bolivianidad de los cruceños, la verde y blanco nunca más flamearía sola, obligaron (los representantes de la oligarquía) a izar la bandera tricolor en todos los actos públicos y se reclamaron nuevamente bolivianos (los dirigentes regionales), y aprendieron la letra del Himno Nacional para cantarla con hidalguía, tal como lo hacen al entonar las “sacrosantas notas” junto a los representantes del centralismo; empero el problema continúa,

 

nada se ha solucionado, todo está irresuelto, aún falta camino por recorrer y muchas muertes que llorar; ante el pueblo tendrán que rendir cuentas Alcalde, Gobernador, cívicos y Presidente…

 

Por su parte, el mal gobierno cree haber terminado con el problema al haber comprado a muchos cambas oportunistas, vendidos y serviles, porque además tiene su “ley contra el racismo”, que obliga a bombardear que “todos somos iguales ante la ley”, como si la solución viniera por decreto o si sólo por la utilización del rodillo y los levanta manos se pueda hablar de asunto arreglado. Lamentablemente los masistas saben, pero prefieren la estupidez de la superficialidad cuando se trata el asunto, aquí el problema es estructural no de buena voluntad, solo seremos capaces de superar esta podredumbre cuando se transforme verdaderamente la estructura económica y se rompa con la dependencia, cuando sean otros los valores que inculquemos a nuestro pueblo y las generaciones venideras, cuando se piense con el cerebro y lo motive el corazón, no así los bolsillos.

 

Mientras tanto, debemos tener claro que luchar contra el racismo debe ser una práctica política diaria, nosotros debemos dar el ejemplo y ser diferentes, esto no significa que debemos permitir perpetuarse a Evo en el gobierno por tener un rostro con “rasgos indios”, por más que él se reclame indígena, simplemente ya no lo es, ni siquiera es campesino, hace tiempo asumió otro tipo de actividad económica junto a un grupo corporativo como son los cocaleros del Chapare cochabambino para quienes gobierna, siendo además su actividad principal la producción de la hoja de coca que lo convierte en un “cholo pequeñoburgués”, que gobierna a nombre del pueblo y los indígenas, justificando así la represión, la persecución, el amordazamiento que coarta la libre expresión, todo a nombre de combatir el racismo y la derecha, pese a que la mayoría de quienes conforman su gabinete son blancoides, pequeñoburgueses provenientes de partidos responsables por las medidas neoliberales anteriores y ahora son los “revolucionarios”.

 

   Es necesario decir que la situación política en el país ha cambiado, ya nada es o será lo mismo, los masistas no pueden seguir afirmando que las mayorías continúan a apoyando a su gobierno, recordemos que más de la mitad de la población que cree y juega a la democracia, voto por el NO a la re-postulación de Morales, quien seguro de ser “amado por las mayorías” decidió convocar a una consulta con un resultado adverso que jamás se imaginó, por lo tanto el desgaste es tan real como la mayoría de sus desaciertos y la corrupción en la que flotan, como su miopía política que lo

 

empuja a ver una realidad falseada que no refleja la verdad. De imponerse contra la voluntad popular simplemente traerá consigo el odio entre bolivianos, y de seguro aflorará nuevamente la violencia cargada de racismo en una Bolivia dividida que aún no escribe el final de esta historia que no debemos olvidar jamás.

 

La Paz, 19 de marzo del 2017.

Julio Sebastián Acasigüe Parada

 

CI 2991221 SC

 

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