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Un mapa para transitar a ninguna parte

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Roberto Ibarguen Chávez

Cuando un ciudadano de a pie, que se desplaza apresuradamente en taxi u otro medio de trasporte hacia la zona sur de La Paz, choca con el bloqueo realizado por los “interculturales” en las puertas del Tribunal Supremo Electoral (TSE), además de acordarse de manera poco adecuada de su sagrada madre, sin duda también piensa, si no es muy individualista, en la situación que están pasando esos otros ciudadanos también de a pie que vienen en camiones, flotas o minibuses del departamento del Beni y el norte paceño a la ciudad sede de gobierno.

Y claro, por la vuelta que tiene que dar uno, el embotellamiento que se arma por donde se tiene que transitar, y como le sobra el tiempo para pensar, le entra a recordar que hace aproximadamente más de un mes y medio, los medios de sifusión se vienen llenando de noticias que tienen que ver con el nuevo mapa electoral, y las calles, carreteras y oficinas públicas llenas de marchas, bloqueos y larguísimas reuniones de negociación infructuosas. Medidas que sin duda son legítimas pero no por eso dejan de jorobar la existencia a la otra parte de la población que tiene que viajar, transportar sus productos, realizar trámites o desplazarse porque le da la gana; derechos que también son absolutamente legítimos y que los bolivianos en muchas oportunidades hemos resignado por enfrentar problemas significativos como la defensa de la democracia, la defensa de fuentes de trabajo, el cercenamiento de derechos de regiones, etc.

Nadie que crea en la democracia puede negar la importancia de movilizarse por algo como el del mapa electoral, pues es a través de éste que se determinará la participación de los ciudadanos en las elecciones, así como los grados de representación de regiones en el país;  y mucho más cuando el tema es abordado de manera tan irresponsable por el TSE, cuyas carencias éticas y técnicas de sus miembros, a estas alturas, no se las puede poner en duda. Hasta que la ociosidad obligada o voluntaria que es la madre de todos los vicios lo lleva a considerar la importancia de que en las próximas elecciones se elegirá a los llamados padres de la patria ya sean uninominales o plurinominales. Lo cual lo lleva a preguntarse:

—Si hay en el país alguna persona que no sea familiar o correligionario  político de algún “honorable padre de la patria”, que pueda decir que estos sujetos hayan promovido algo que sin ellos no se podría haber conseguido?

Y como no podía ser de otra manera, seguro que esa pregunta llevará a preguntarse también.

 —¿Qué hacer en las próximas elecciones y por quién votar?

Lo que llevará a que por la cabeza de cualquier ciudadano, que tenga más de dos neuronas, pasen  muchas imágenes de caras y bocas abiertas y ninguna voz que le permita orientarse sobre las diferencias entre uno y otro candidato presidencial y mucho menos entre uno y otro candidato a padre de la patria. Lo cual como ocurre con toda persona saludable y en sus cabales lo llenará de bronca e impotencia.

Bronca e impotencia que al no encontrar ningún parlamentario cerca, es natural que se vuelque primero sobre la progenitora de todos los “interculturales” que están bloqueando calles y carreteras, y después con mucha fuerza a realizar una aguda reflexión sobre la madre y otros parientes de los candidatos a presidentes y vicepresidentes, así como sobre las madres y otros parientes de los honorables senadores y diputados. Aunque ya hace mucho tiempo que las trabajadoras sexuales aclararon como gremio que: “Este tipo de sujetos no son sus hijos y que si alguno lo es, es fruto de la casualidad.” 

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