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Mandato para periodistas: informar con veracidad

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de sábado a sábado 399

Remberto Cárdenas Morales*

Especialmente en las normas de autorregulación, como estatutos y códigos de ética, los periodistas y comunicadores —por extensión académicos, investigadores, relacionadores públicos— tenemos que informar verazmente, a lo que lectores y audiencias tienen derecho y cuya labor, con esa cualidad, la deben exigir si fuera necesario.

Una mentira no es noticia, aunque ésta es una mercancía como cualquier otra en el mercado.

La comunicación deja de serlo si es un invento.

La opinión, incluso es sustentable, si se apoya en datos ciertos. Es verdad que un comentario podría tener como apoyo datos falsos los que, descubiertos, echan por tierra ese punto de vista.

La interpretación debe ser ética y, para que así sea, tiene que explicar, contextualizar, organizar y proyectar una información (y un comentario). Aquélla debe ser verdadera y éste tiene que ser responsable.

La Constitución Política boliviana, que los periodistas aportamos parcialmente en su redacción, contiene los cuatro derechos, individuales y colectivos, anotados: a informar, comunicar, opinar e interpretar.

La misma Ley Fundamental dispone que se debe informar con veracidad y se tiene que opinar con responsabilidad.

Dos instituciones jurídicas en nuestro país son un refuerzo a la búsqueda de la verdad: el derecho a la réplica y la consulta a la persona señalada con una responsabilidad en una noticia, antes de que ésta se publique.

La primera de estas instituciones, según la Ley de Imprenta (1925), es un derecho de los que sean afectados por una noticia, por el cual están autorizados para pedir la rectificación, en similar espacio, en el que apareció la información contaminada.

La otra institución, en el lenguaje del oficio periodístico, se conoce como la necesidad de registrar lo que dice la parte y la contraparte de una denuncia, para decir un ejemplo concreto.

Entre las normas de autorregulación citamos porque son pertinentes:

—El Estatuto de la Federación de Trabajadores de la Prensa de La Paz (FTPLP), en el artículo 6, inciso g) define como objetivo:

“Defender el derecho del pueblo a ser veraz y libremente informado.”

—El Código de Ética de la Federación de Trabajadores de la Prensa de Bolivia (FTPB), ahora Confederación Sindical de Trabajadores de la Prensa de Bolivia (CSTPB) el que, en el artículo 1, manda:

“El periodista está siempre al servicio de la verdad, la justicia, el bien común, los derechos humanos, los ideales de perfeccionamiento humano y la paz entre los hombres.”

—El Estatuto de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP), de la que somos afiliados los periodistas bolivianos, en el artículo 3, inciso h), dispone:

“La búsqueda permanente de la verdad y los demás principios éticos como fundamento del ejercicio del periodismo.”

—El Código Internacional de Ética de la UNESCO, cuya referencia es insoslayable, dice:

“1. El derecho del pueblo a una información verídica. El pueblo y las personas tienen el derecho a recibir una imagen objetiva de la realidad por medio de una información precisa y completa, y de expresarse libremente a través de los diversos medios de difusión de la cultura y la comunicación.”

Contamos con una legalidad suficiente para el ejercicio del periodismo, por tanto, no hace falta ninguna otra ley, como desafortunadamente propuso el presidente Morales, nada menos que para evitar las mentiras de los periodistas, acotó.

Es urgente, sin embargo, que los dirigentes políticos, de los movimientos sociales, comités cívicos, de las plataformas ciudadanas, líderes de los sindicatos y organizaciones profesionales de los trabajadores de los medios de difusión —y nosotros no excluimos a los propietarios de los medios— con apuro firmemos un acuerdo para evitar las mentiras en nuestro país. Esta sugerencia se la hizo en el Tribunal de Honor de la Federación de Trabajadores de la Prensa de La Paz (TH-FTPLP).

Así aportaríamos a la generación de un nuevo periodismo, que es posible, con lo que enfrentaríamos, también, a vicios que ensucian el oficio periodístico, tales como: la censura, la autocensura, las medias verdades, la manipulación y las mentiras o los intentos de matar a la verdad.

En Uruguay hace poco se ha firmado un acuerdo destinado a desterrar las mentiras de los medios y, por cierto, las que propagan funcionarios del Estado y del gobierno.

De ese modo debemos avanzar hacia la materialización de la consiga: “La verdad nos hace libres”, para que sea así realmente.

*Periodista

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