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Abrazamos a los trabajadores y comprometemos nuestra participación en las luchas de este tiempo

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tribuna

De sábado a sábado 389

Remberto Cárdenas Morales*

Redactores de Aquí, en el día de la unidad y de la solidaridad de los trabajadores —y en cada una de las jornadas de la lucha de clases— saludamos y abrazamos a los asalariados y no asalariados, dependientes de empresarios y de los que laboran por cuenta propia.

En 1886, en Chicago-Estados Unidos, los trabajadores de aquella ciudad, con una huelga considerada como un hito de la lucha o “guerra” de clases sociales, —dijeron sus protagonistas—, reclamaron la jornada laboral de ocho horas, otras ocho para la recreación y las otras ocho del día y la noche para el descanso.

Los principales dirigentes de aquel movimiento fueron fusilados, así pagaron su alzamiento contra la dominación capitalista de ese tiempo.

Ahora, como un ejemplo del “robo” a nuestra memoria, en Chicago y en Estaos Unidos, no se recuerdan aquellas jornadas de lucha y de conquistas socio-laborales, ni siquiera existe referencia alguna del edificio en el que los que dirigieron el movimiento fueron juzgados y condenados a muerte, como deja constancia Eduardo Galeano. El día del trabajo en EE.UU. celebran el 1 de septiembre, pero no por la lucha en Chicago.

En nuestro país, fueron los trabajadores mineros de Huanuni los que lucharon y consiguieron la jornada laboral de ocho horas, pero las de recreación y las otras para el descanso son recortadas por la realidad de un sistema de opresión y de explotación que sigue dominando, a pesar de los cambios de los que se habla mucho, ahora, más de lo que son realmente.

En este momento, el derecho al trabajo permanente y productivo, existe apenas para la tercera parte de la población económicamente activa de nuestro país.

Cada año entre nosotros, en estos días, se presenta como aumento salarial, lo que en verdad es reposición parcial del poder adquisitivo de los ingresos de esa minoría asalariada. Actualmente, en Bolivia, se compra menos bienes y menos servicios con los salarios nominales, lo que es comprobable cada día. Sin embargo, los gobernantes y ciertos dirigentes sindicales aplauden ese hecho porque, supuestamente, aquí se vive mejor en este tiempo de los cambios en los que siguen creyendo algunos, pero que no son tales para la inmensa mayoría del pueblo.

Puestos de trabajo, en todas las empresas privadas, corren el riesgo de perderse y, en consecuencia, que trabajadores sean echados a la calle, como ya sucedió con los trabajadores de Enatex (obra de los actuales gobernantes), empresa que, se sabe, usaba tecnología de punta y sus confecciones eran vendidas en Estados Unidos.

El despido de asalariados que se anuncia sería una consecuencia de la reposición salarial porque patrones, por ejemplo de Cochabamba, alegan que no están en capacidad de pagar esa reposición salarial. Y, de yapa, se sugiere que los potenciales despedidos acabarían como responsables de su desocupación porque piden, conservadoramente, que se “aumente”, mejor dicho que se reponga la masa salarial (el monto total de dinero para el pago de salarios), en un 12 por ciento y que el salario mínimo nacional se incremente en un 10 por ciento, lo que ni siquiera los gobernantes aceptaron. Como sindicalistas quebrados, especialmente los miembros de la COB, han aceptado la reposición salarial propuesta por Evo Morales: 4 por ciento a la masa salarial y 3 por ciento al salario mínimo nacional, con lo que no acaba la lucha económica de los asalariados. Además el mercado capitalista, con la subida de precios de bienes y servicios, recoge la mísera reposición salarial.

Las rentas de los jubilados podría ser algo más si se la calculara en base a la esperanza de vida de los bolivianos y las bolivianas, y no como si éstos vivieran más de 100 años. Es que los jubilados son tratados como vidas en desuso, vale decir, como ya no producen no merecen aumento de sus rentas.

Los trabajadores informales, además de que carecen de las conquistas sociales, de las que sí disfrutan pocos en nuestro país, no tienen el trabajo asegurado y los ingresos suyos son determinados por el mercado capitalista, siempre cruel, que es el único que existe. Además, se sabe que los jóvenes y las mujeres de nuestro país son los más afectados por ese trabajo informal.

Éste es un inventario parcial del despojo de los derechos de la mayoría de los bolivianos, pero han sido rememorados los más visibles, los que muestran la lucha pendiente que hace falta emprender.

En este 1 de mayo de 2019 los redactores del semanario Aquí reafirmamos nuestro compromiso de apoyar la lucha de los asalariados y no asalariados de nuestro país y comprometemos nuestra participación, especialmente desde esta trinchera periodística, en las acciones para conquistar y reconquistar los derechos señalados, y para desplegar las batallas para conseguir el ejercicio de los derechos burlados en Bolivia.

*Periodista

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