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Lo grotesco en los dichos y en los hechos del presidente Morales

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De sábado a sábado 343

Remberto Cárdenas Morales*

Para una antología de la politiquería boliviana es necesario recoger los dichos y confrontarlos con los hechos del presidente Morales. Citamos: que los yanquis han planteado la independencia política de los sindicatos respecto de los Estados que no son suyos; muéstrenme la corrupción, preguntó ese funcionario a los periodistas reunidos en la casa de gobierno en el acto de posesión de sus actuales ministros; que el papa Francisco visitó Bolivia porque él lo invitó; que el Dakar pasó (y pasará) por territorio boliviano gracias a lo que él hizo; la reunión del Grupo de los 77 + China, realizada el año pasado, fue también obra del Presidente; que las peticiones de los potosinos son, según dijo, un chiste y que los planes de los gobernantes son obras de envergadura; que todo el mundo, agregó, respalda la demanda de Bolivia de acceso al mar con soberanía…

Los movimientistas, dirigidos por Paz Estenssoro-Siles Zuazo, consiguieron que en las oficinas de los sindicatos funcionen a la vez las direcciones (los comandos) del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), así las instancias de todos los trabajadores se convirtieron formalmente, y en muchos casos en realidad, en células y/o en comandos de ese partido. Esos sindicatos e importantes contingentes laborales parecían o eran grupos de apoyo de los gobiernos movimientistas. Luego que uno de los gobiernos de ese partido, encabezado por Paz Estenssoro, fue depuesto por René Barrientos Ortuño —que se desempeñaba como vicepresidente constitucional— se estableció el pacto militar-campesino mediante el que se impuso la servidumbre política en favor de un régimen que desnacionalizó las riquezas naturales que, con evidentes limitaciones, habían sido recuperadas, al menos parcialmente, para los bolivianos durante la llamada Revolución Nacional. En ese momento, la población campesina era mayoritaria en Bolivia, como no es ahora.

Sindicatos de los trabajadores asalariados mineros, y con más demora los de los campesinos, recobraron su independencia sindical y política respecto del Estado y del gobierno. Para los yanquis mejor que los trabajadores de las ciudades (incluidas los de las minas) se hubieran mantenido subordinados a los regímenes que nunca propusieron una sociedad sin clases sociales explotadoras y explotadas. En ese tiempo aquellos conglomerados laborales y agrarios habían perdido su independencia política y sindical. Por tanto, el actual Presidente boliviano cometió un grave error cuando le atribuyó a los yanquis una cualidad que no la tuvieron ni la tienen actualmente. Especialmente los trabajadores de las ciudades bolivianas y en menor medida los del campo permanentemente lucharon por su independencia sindical y política, lo que ahora lo hacen pocos y con menor resolución.

Después de que Juan Evo Morales negó que haya corrupción entre los gobernantes y sus operadores políticos, en un discurso posterior a la posesión de sus ministros en funciones o los de su tercer mandato, se conocieron actos de corrupción de los que recibieron dinero del Fondo Indígenas con el que, no se sabe con precisión en cuántos casos, se malgastó esos recursos, es decir, benefició personal y familiarmente a dirigentes campesinos, colonizadores e indígenas, así como a gente de base. Hasta este momento, los interventores del Fondo Indígena ni siquiera han establecido a cuántos millones de bolivianos y/o de dólares asciende la plata malversada o sustraída, procedente de la renta petrolera y gasífera. O quizá ocultan la información porque de ese modo encubren a los verdaderos culpables de aquella estafa.

El presidente Morales ha hecho gestiones para que el Dakar dos años seguidos atraviese territorio boliviano. Esa carrera riesgosa que ocasiona la destrucción de piezas arqueológicas, es a la vez un espectáculo sobre todo para los embobados-empobrecidos y para los ricos que lo auspician o que financian a los competidores. En el caso boliviano, la competencia ha servido, dos veces, para que funcionarios del gobierno reciban comisiones, como informaron fuentes creíbles. El Dakar ha servido, sobre todo, para que el primer mandatario aparezca en televisión “en todo el mundo”, en lo que fueron parte de su campaña electoral permanente, todo a un precio elevado para los bolivianos. Bolivia pagó a los organizadores de esa carrera, sólo por franquicias, dos millones de dólares, en 2014; tres millones de dólares (el 2015) y abonará otros tres millones para el próximo año. A esos pagos se deben añadir el dinero destinado para la “difusión y organización” de esa competencia: dos millones el primer año, un millón de dólares por este año e igual suma para el 2016. El Dakar es el moderno circo, para distraer a los bolivianos que siguen en la pobreza y en la extrema pobreza.

La reunión del Grupo de los 77 + China fue “la mejor campaña” electoral, según la confesión de Morales, para su tercera elección. Sólo que esa reunión fue tan cara que el abultado gasto fue uno de los factores del déficit fiscal en el país (2015), tal como confirmo el Ministro de Economía y Finanzas. Los amigos que Juan Evo Morales mantiene en el mundo le ayudaron a conseguir que esa reunión se realice en Santa Cruz y fue una acción electoral que sólo confirma aquella verdad, dicha en broma, de los periódicos de Alasitas de nuestro país: Morales habría dicho que cuando vuelva gastará millones, la que es una deliberada tergiversación de la frase del prócer Katari.

Que el Presidente diga que las demandas de los potosinos son un chiste sirve para una antología de la estupidez política o eso es propia de un político que encabeza un régimen en descomposición. Con agravantes: parte de las demandas principales de los potosinos, en realidad, fueron ofertadas por el primer ciudadano de nuestro país. Nos referimos al aeropuerto, la fábrica de cemento en Coroma y la rehabilitación de la planta para procesar minerales instalada de Karachipampa… Aquellas dos primeras propuestas fueron ofertadas por el Presidente, de acuerdo a lo que declaró para la red Erbol el ex gobernador de Potosí Félix González. El presidente Morales, además, se llena la boca con la recuperación del litio del salar de Uyuni, pero no ha dicho hasta ahora que las baterías de litio que mostró a los medios de difusión y a los bolivianos fueron armadas en Bolivia con materiales procedentes de China. Tampoco informó que sólo con tecnología y el conocimiento de empresas transnacionales será posible producir litio metálico en tierras bolivianas. Asimismo, callan los gobernantes que del litio no sólo se obtiene litio metálico para producir baterías, de ese recurso se podrían obtener medicamentos, aleaciones con distintos elementos químicos y otros derivados. Asimismo los inquilinos del Palacio Quemado callan que Karachipampa rehabilitada —tarea  que se considera difícil o imposible—, sin la carga que produce la Empresa Minera San Cristóbal, trabajaría a pérdida.

Que todo el mundo apoya la demanda boliviana de acceso al Océano Pacífico es un gigantesco autobombo. Si fuera verdad que todo el mundo respalda esa demanda, tendríamos que felicitarnos todos los días. Sin embargo, ese apoyo —manifestado incluso dentro de Chile— no basta para conseguir acceso al mar, aspiración que une a los bolivianos. No obstante, resulta movedizo que sobre todo el Jefazo emplee la más que centenaria demanda como parte de su campaña por su reelección indefinida o por su elección como Presidente vitalicio de Bolivia, de acuerdo a lo que ha dicho —al parecer sin vergüenza— el número uno de los dirigentes sindicales campesinos. Nosotros estamos a distancia de los que creen que las gestiones que hacen los gobernantes para conseguir, aunque sólo fuera un corredor para salir al mar, sea un accionar apolítico o que a los oficialistas les sea posible separar la política de lo que hacen o dejan de hacer para recuperar la salida boliviana al Pacífico. Pero debemos ayudar a descubrir las simulaciones o maniobras que el presidente Morales y los de su entorno asumen o realizan, todos los días, con la pretensión de hacernos creer que la reivindicación marítima de Bolivia es una política de Estado y que no hacen ninguna política barata con esa demanda. Sólo traemos a esta nota, porque es ilustrativa, una afirmación de Atilio Borón: éste dijo que habló con el Presidente y con el Vicepresidente y que ambos le respondieron que lo que querían ellos era un corredor para que nuestro país llegue al mar. Entonces no hablaron de soberanía, pero dejaron claro que no pretenden recuperar el “Litoral cautivo”, como reza una canción cívica que se canta en horas cívicas o en el Día del Mar: el 23 de marzo. (Lo dicho por Borón y que citamos en esta nota está en Lemonde Diplomatique, edición boliviana).

El presidente Morales, cada vez más, dice con frecuencia lisuras teóricas y desatinos políticos que hacen reír a no pocos —las que son cuestiones seria— y las que, además, provocan vergüenza entre los que preservamos el sentido común. Lo que hace Morales se contrapone a sus declaraciones, como lo que citamos en esta columna y, además, entre lo que dice de los derechos de la tierra y autoriza mediante decretos a empresas transnacionales petroleras y a YPFB para que busquen hidrocarburos en reservas naturales y territorios indígenas, aunque sea a costa de la degradación y/o pérdida de esas riquezas. Con esa política, también extractivista, el riesgo a la vista es que se pierdan bosques, animales silvestres y biodiversidad, y que merme sin medida el agua dulce, por ejemplo del Aguaragüe, reservorio del que se proveen de ese recurso los pueblos del sur de Bolivia.

En cambio, el oficialismo propaga una mentira cruel: que el impacto ambiental será muy pequeño en las reservas naturales y/o territorios indígenas, debido a la exploración y a la explotación probable de hidrocarburos, de gas natural sobre todo.

La Paz, 8 de agosto de 2015.

*Periodista 

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