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¿Cuándo han sido antiimperialistas las Fuerzas Armadas bolivianas?

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De sábado a sábado (273)

Remberto Cárdenas Morales*

“Somos antiimperialistas y lo fuimos siempre”, dijo el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas bolivianas, Edwin de la Fuente, por su institución y por sus integrantes.

En la entrevista, al Comandante en Jefe de las FF.AA., publicada por el diario paceño Página Siete del 14 de noviembre, que reproducimos en Aquí 142, agregó:

Dice que en esa etapa “… la mentalidad militar se adaptaba a esos términos extranjeros (de franceses y alemanes). Allí obviamente —Agrega— no había identidad, no había doctrina propia” (en las FF.AA. bolivianas).

Define como mentalidad “extranjerizante” la de los militares bolivianos, de ese tiempo. Citamos:

“Termina la Guerra del Chaco (1932-1935) con los desastres que ocasionó Hans Kundt y todavía casi lo despedimos con honores. Ésa era la mentalidad extranjerizante que había en la sociedad boliviana. Los gobiernos liberales eran pro extranjeros”.

En otro pasaje de la entrevista, el General al que sus colegas le atribuyen estudios sobre la historia del Ejército boliviano, muestra una flagrante contradicción con la frase sobre el presunto antiimperialismo de los militares. Continúa:

“Cuando se dio la Segunda Guerra Mundial adquirimos influencia americana. Nunca pensamos como bolivianos a pesar de nuestras fortalezas”.

Sin embargo, el entrevistado destaca que los militares recogen “el espíritu guerrero” de quechuas, aymaras y guaraníes.

Luego habla de los pilares en los que se apoyan las FF.AA. actuales. Los resumimos:

—Debido a las bases históricas, por el ajayu de los militares, combaten en las montañas, valles y llanos.

—El otro soporte es “ideológico”, dice. Y agrega: “Lo vamos a decir ahora y lo vamos a decir siempre, hemos dicho que somos antiimperialistas y lo fuimos siempre”. Sugiere que los militares bolivianos guerrearon contra España, Inglaterra (el imperialismo inglés según él), así como participaron en las guerras del Pacífico, del Acre, del Chaco, subraya.

—La construcción de la patria grande, sería el tercer soporte. De la Fuente anota que en esa línea avanzan con ecuatorianos y venezolanos.

Como remate, el jefe castrense, afirma que ellos apoyan políticas de Estado y no de gobierno:

“La agenda patriótica (con vistas al bicentenario de la fundación de Bolivia) se apoya a su vez en (esos) tres pilares: visión estratégica de vivir bien”. Recuerda que distribuyen el Bono Juancito Pinto, dice que se debe eliminar la pobreza, que producen caña de azúcar en Rurrenabaque (Beni).

El presidente Morales habla de un supuesto anticolonialismo y antiimperialismo de los militares de nuestro país desde la batalla de Aroma, durante la guerra de la primera independencia. Sin embargo, en un aniversario de la fundación de Bolivia, en la Asamblea Legislativa Plurinacional, les dijo a los jefes militares que dejen de enseñar, en los institutos de formación castrense, que el socialismo es el enemigo del pueblo boliviano porque el enemigo de nuestro pueblo es el imperialismo, señaló el Presidente.

Ante la afirmación rotunda del Comandante en Jefe de las FF.AA. bolivianas cabe una pregunta: ¿Cuándo han sido realmente antiimperialistas estas fuerzas armadas?

Datos de la historia nos llevan a sostener que, durante la guerra de la primera independencia, varios de los jefes militares fueron parte importante del ejército invasor-español, colonialista por tanto. Esos jefes militares que tuvieron un comportamiento propio de los mercenarios se pasaron a tiempo al bloque de los patriotas.

Mientras se consolidaba el Estado boliviano, de 1925 a esta parte, el Ejército en construcción, era la guardia de la clase dominante creciente. Ese ejército fue el que batió a sangre y fuego, en la batalla de Kuruyuqui (enero de 1892), a los guaraníes que se alzaron en defensa de su tierra-territorio, de “su libertad y dignidad”. Allí murieron cerca de 3.000 indígenas en ese enfrentamiento desigual y favorable a los uniformados al servicio de los hacendados de entonces.

Nosotros compartimos el criterio del historiador Jorge A. Ovando quien asegura que mientras se desarrollaba la Guerra del Pacífico (1879), en la que se disputaron el salitre y el guano extraídos por empresas inglesas, en las ciudades y el campo bolivianos tenía lugar una guerra civil en la que las víctimas fueron gente del pueblo y, los principales verdugos, los uniformados. Y entre los verdaderos héroes de esa guerra están combatientes populares como Rufino Carrasco, mientras el Gral. Narciso Campero, presidente de Bolivia después de esa contienda, atrasó todo cuando pudo la llegada de tropas al teatro de operaciones, como refuerzo para los bolivianos en la guerra. Estos dos datos son aportados por la película Amargo Mar.

En la Guerra del Acre y, particularmente, en la Batalla de Bahía (1902), la única victoriosa en esa conflagración, otra vez los más sencillos, sin uniforme ni charreteras, recuperaron un pedazo significativo del territorio patrio que ya había sido perdido en otra guerra injusta que nos costó más territorio, como en todas las guerras internacionales en las que fue derrotado el Ejército boliviano. El líder indígena Bruno Racua fue el héroe popular que, con sus guerreros, hizo mucho más que los castrenses.

En la Guerra del Chaco, otra querella por el petróleo entre dos empresas (de EE.UU. e Inglaterra), murieron 50.000 compatriotas en defensa de esa riqueza no renovable y, en ese período, también murieron mineros, campesinos e indígenas en masacres ejecutadas por militares, las que sucedieron después. Además, muchos de aquellos compatriotas no supieron que las empresas petroleras impusieron esa guerra para proteger sus mezquinos intereses, por los que bolivianos y paraguayos no debieron participar de esa conflagración y no tendrían que haber muerto.

Los militares fueron los autores materiales de las masacres de mineros, fabriles, campesinos de los años 20, 30, 40, 50, hasta el año 2000 del siglo XX en nuestro país.

En la insurrección popular de 1952 fue derrotado y desarticulado el Ejército de la rosca minero-feudal. La reorganización de éste fue obra de militares estadounidenses, es decir, imperialistas sin atenuantes. A partir de ese momento, los militares que formaron el nuevo Ejército, posterior a ese alzamiento del pueblo, se formaron en la Escuela de las Américas de la Zona del Canal de Panamá, acertadamente definida como una escuela de criminales, de la que fueron alumnos, dictadores de Nuestra América y de Bolivia, como Banzer. En tanto que Barrientos, un dictador que ordenó masacres de mineros, especialmente, fue formado como caudillo militar por la CIA y con ideas y prácticas de esa agencia genocida.

Las FF.AA. bolivianas asumieron la llamada doctrina de las fronteras ideológicas y del enemigo interno. Es decir, las dictaduras militares y fascistas de esta región, sostenían que las fronteras geográficas eran “movibles” porque se predicaba que las ideas de los dictadores eran las que se extendían, por nuestros países, más allá de los territorios de nuestras patrias; es decir, que las ideologías de las dictaduras demarcaban las fronteras de nuestros países. Los militares, asimismo, definían a nuestros pueblos (por consejo yanqui), como enemigos suyos, a los que había que aniquilar o cuando menos someter.

En este tiempo de reformas que pierden su contenido, militares vestidos de civil, junto a policías y agentes encubiertos, participan de masacres y represiones: Caranavi 2010, Chaparina 2011, entre otras.

En Latinoamérica, el Caribe, en Bolivia, hubo pocos, antes más que ahora, militares patriotas, nacionalistas, antiimperialistas y revolucionarios. Entre nosotros, además de escasos, los uniformados que asumieron esas ideas y una práctica como aplicación de aquéllas, lo hicieron luego de haber compartido acciones represivas contra nuestro pueblo e ideas contrarias a los intereses populares y nacionales.

Nosotros, en suma, hacemos una constatación al revés de la de Edwin de la Fuente: Las FF.AA. bolivianas tuvieron un comportamiento contrario al pueblo y al país como una conducta permanente y, sólo excepcionalmente, algunos de sus miembros se comportaron como defensores de los recursos naturales (el petróleo y es gas), recuperaron riquezas mineralógicas como las colas y desmontes de Catavi y Siglo XX para los bolivianos, éstos ejercieron sus derechos políticos y sindicales, luego de una lucha prolongada, durante algún régimen militar.

La afirmación de Edwin de la Fuente, reproducida en esta nota, es una mentira que debemos poner a la vista.

Miliares sin decoro son los que sistemáticamente han servido a los yanquis, al imperialismo, que ahora se creen antiimperialistas desde siempre. Con esa mentira aquel jefe militar ganaría en un concurso de mentirosos. Pero esa mentira no borra ni el pasado ni el presente de las FF.AA. como el destacamento represivo al servicio de las clases sociales  dominantes y del imperialismo en nuestra tierra.    

La Paz, 16 de noviembre de 2013.

*Periodista

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